Una investigación del periódico Expressen ha revelado que 21 de las 81 mujeres que regresaron a Suecia desde el campamento de Al-Hol en Siria, después de unirse al Estado Islámico, ahora trabajan en el sector educativo sueco con niños pequeños. Estas mujeres están empleadas en escuelas, jardines de infancia y centros de asilo para niños suecos.
"En respuesta a la noticia, la ministra de Educación, Lotta Edholm, expresó su desaprobación y cuestionó cómo se había permitido que personas radicalizadas, dispuestas a unirse a una organización terrorista, trabajaran con jóvenes al regresar al país. No debería haberse permitido que esto ocurriera", afirmó la ministra. El informe explosivo generó una fuerte reacción por parte de los ministros del gobierno.
"Agregó que es completamente inaceptable que personas que son terroristas del Estado Islámico trabajen en el sistema escolar sueco, en centros de ocio y similares". Edholm confirmó que había convocado una reunión urgente con las autoridades pertinentes para discutir el tema. Además, acusó a los centros educativos de fallas sistémicas en la selección de sus candidatos.
"Tomar referencias y tener control sobre lo que una persona ha hecho antes de ser empleada es responsabilidad del empleador", afirmó al Expressen. Se convocó a la Policía de Seguridad, al Centro contra el Extremismo Violento y a varios representantes de escuelas independientes y sus juntas escolares para mantener una conversación. Es evidente que en estos casos ha habido un claro fracaso.
"Es probable que algunos de los ex yihadistas hayan aceptado trabajos con motivos ocultos", admitió Edholm. "No es descabellado creer que al menos algunos de ellos han aceptado empleos en el ámbito educativo para influir en los jóvenes en esa dirección". En lo que respecta a la verificación de antecedentes laborales, Suecia parece tener un problema con los extremistas rezagados, especialmente en el sector educativo.