En 2022, se identificaron puntos críticos con concentraciones de polvo significativamente más elevadas en América Central y del Sur y España, así como en la mayor parte de África Central, el Mar Rojo, la Península Arábiga, el Mar Arábigo, la Meseta Iraní, el Golfo de Bengala, Asia Meridional, la Cuenca del Tarim, en el noroeste de China, y el Océano Atlántico tropical entre África Occidental y el Caribe.
El documento señala que la media mundial de las concentraciones medias anuales de polvo en superficie en 2022 fue ligeramente superior a la de 2021 debido al aumento de las emisiones procedentes del centro-oeste de África, la Península Arábiga, la meseta iraní y el noroeste de China.
Según datos de la agencia, unos 2000 millones de toneladas de polvo entran en la atmósfera cada año. Gran parte de esto es un proceso natural, pero otra gran parte es el resultado de una mala gestión del agua y la tierra.
En este sentido, el secretario general de la agencia de la ONU explicó que los informes disponibles muestran que las actividades humanas influyen en las tormentas de arena y polvo. Por ejemplo, el aumento de las temperaturas, la sequía y la mayor evaporación reducen la humedad del suelo. Esto, combinado con una mala gestión de la tierra, favorece el aumento de las tormentas de arena y polvo.
Petteri Taalas añadió que la agencia está comprometida a hacer frente al grave peligro que suponen dichas tormentas y continúa trabajando para mejorar las capacidades estándar de previsión de tormentas de polvo y los servicios de alerta, como parte de la iniciativa Alerta Temprana para Todos.
Las tormentas repercuten en la aviación, el transporte terrestre, reducen el rendimiento de las centrales solares y propagan patógenos humanos, todo lo cual afecta negativamente a las economías. La pérdida de nutrientes del suelo cuesta a la agricultura más de 8000 millones de dólares al año en la región panamericana.
Además, la exposición a las partículas de polvo se ha asociado a efectos adversos para la salud, como infartos de miocardio, mortalidad cardiovascular y cáncer de pulmón.
El documento destaca que, en las últimas décadas, la región de Oriente Medio, donde se conectan los continentes asiático, africano y europeo, ha estado sufriendo procesos de desertificación y episodios de polvo "alarmantes".
Las extracciones intensivas de agua y la creciente presión sobre los recursos hidrológicos agravan los desafíos de un clima árido. Los puntos críticos más importantes de la creciente tendencia al aumento de las emisiones de polvo se encuentran a lo largo de partes de la frontera entre Afganistán y Pakistán, partes de Irán, la llanura mesopotámica en el Iraq, el este de Siria y los tramos inferiores del Tigris y el Éufrates, cercanos al Golfo Pérsico.
Asimismo, el documento califica el océano Atlántico tropical septentrional, entre África occidental y el Caribe, Sudamérica y el mar Mediterráneo como algunas de las regiones más vulnerables al transporte de polvo a larga distancia.
En concreto, el transporte transatlántico de polvo africano invadió toda la región del Mar Caribe en 2022, y este año ha habido frecuentes incursiones.