A mi vejez, hace 2 años me compré un violín, superada la vergüenza, a ésta altura de mi vida ya de nada me sonroja, con ayuda de un profesor comencé a intentar arruinar los oídos de mis sufrientes vecinos con desafinados sonidos, qué importa, yo me consideraba de pie en el escenario como solista en algunos de los grandes salas de conciertos del mundo a pleno total de público…
Lo hice exclusivamente para divertirme acompañando a mi nieta de 9 años que estudia piano y que muy bien sabe hacerlo, generalmente mi sorpresa es aparecerme haciendo espantosos ruidos con mi violín que pretenden ser un acompañamiento a lo que ella interpreta, de allí en más todo es risa, diversión plena y aplausos de burla de los que escuchan.
Con el famoso director de orquesta Daniel Barenboim nos une el amor por la música y muchas otras más, desde que escribió su reciente comentario titulado “Me da vergüenza ser israelí”, son muchas más las que nos separan. Cuando la escribió él perfectamente conocía el tremendo daño que la repercusión de sus palabras producían, son muchas las embajadas de Israel en Latino América que temblaron, junto a ellos muchos judíos allí residentes quedaron sin palabras.
Barenboim junto a la nacionalidad israelí posee su original nacionalidad argentina, también la española y la palestina, no recuerdo haber leído nada que lo avergüence de ninguna de éstas, parece no molestarle que los palestinos protejan a sus terroristas en escuelas y hospitales, que se rodeen de niños como cobertura de defensa, que los envíen como niños bomba, ejemplos iguales y peores hay muchos, tampoco encontró nada en España ni en Argentina de qué avergonzarse, lástima por él y por sus millones de seguidores que de repente se encontraron con un Baremboim de una visión muy limitada y parcializada.
Yo tampoco comparto, por lo inapropiado del momento, la reciente ley del Parlamento Israelí que tiene carácter constitucional en que define a Israel como el “hogar nacional del pueblo judío”, lo que ya estaba en la Declaración de las Naciones Unidas de 1947 en la creación del estado de Israel como en su Carta de Independencia con Ben Gurión como su mayor impulsor, solamente necesidades políticas de corto plazo de Netanyahu por ganarse un poco más de votos de la derecha y a su extremismo lo llevaron a impulsar una ley que solamente introduce graves divisiones internas entre las diversas comunidades residentes en Israel.
No había necesidad alguna de introducir modificaciones o cambios a lo que durante 70 años funcionó, lo que sabiamente los fundadores del estado suscribieron “El Estado de Israel se consagrará al desarrollo de este país en beneficio de todos sus pueblos; se fundamentará en los principios de libertad, justicia y paz, guiado por las visiones de los profetas de Israel; reconocerá la plena igualdad de derechos sociales y políticos a todos sus ciudadanos, con independencia de su religión, raza o sexo; garantizará la libertad religiosa, de conciencia, idioma, educación y cultura”.
La protección del carácter judío incluye la preservación del himno Hatikva, la bandera blanca y azul con la estrella de David en el centro, una menorá (candelabro judío) como símbolo del país y el hebreo como lengua estatal y relega al árabe, hasta ahora oficial, a "una categoría especial". La ley también declara Jerusalén como capital de Israel y al calendario hebreo como el oficial del Estado, seguramente todo armado y orquestado para pasar a los libros de historia, Netanyahu lo hizo.
El objetivo proteger la identidad judía del país; sin embargo, sus consecuencias será la discriminación de otras minorías, entre ellas, los árabes israelíes, palestinos que se quedaron dentro de las fronteras de Israel en 1948, los drusos y beduinos. La comunidad drusa en Israel tiene una posición destacada, privilegiada entre los grupos minoritarios del país, sus miembros han llegado a ocupar puestos del más alto nivel en las esferas políticas, públicas y militares. Los drusos sirven en el ejército, generalmente en unidades de élite y muchos alcanzan alto niveles en las jerarquías de la oficialidad.
Casi el 90% de ellos se alista y sirve dentro de las fuerzas armadas con una identificación total y absoluta con el Estado de Israel, de ello dieron fe en las numerosas guerras de Israel, en contra posición los porcentajes se invierten dentro de algunos sectores extremistas religiosos judíos. Durante el mandato británico sobre Palestina se abstuvieron de tomar parte en el conflicto árabe-judío, durante la Guerra de la Independencia de Israel se convirtieron en participantes activos del lado de Israel, dieron y dan sus vidas por la seguridad de Israel.
La durísima reacción de éstos al considerarse por ley discriminados hace que muchos ahora intenten devaluar su contenido alegando que es una ley simplemente declarativa que nada quita ni agrega a lo ya existente desde la creación del Estado, la realidad es diferente, nace la discriminación y lo hace apoyada en una ley.
Y la bola de nieve comienza a girar, algunos militares drusos, molestos y dolidos por la nueva ley públicamente anuncian su retiro de las fuerzas armadas, en paralelo el Comandante de las mismas llama para que éstas queden fuera de cualquier discusión política, en paralelo se gesta lo que pretende ser una masiva concentración en la mitológica plaza Rabín en Tel Aviv, todos en contra de la discriminación y por la democracia, el gran temor, que muchos oficiales drusos, activos y en retiro, concurran en sus uniformes.
Benjamín Netanyahu lo logró, solamente figuras excepcionales pueden hacerlo, ser el mejor y simultáneamente también el peor, a nivel de político internacional no hay duda alguna que está en su plenitud, su fluida y más que amigable relación tanto con los presidentes Trump y Pútin han logrado para Israel éxitos imposibles de cuantificar, la mayoría se mantienen en secreto, chapeau.
En el campo interno su desesperación por permanecer en la política, disfruta cuando se introduce profundamente en su barro, se transforma, en ése juego es donde pierde el control sobre sí mismo, las consecuencias son concesiones a los sectores religiosos y extremistas que profundizan las grietas sociales.
La última ley es una de ellas, presionado por la opinión pública ahora intenta encontrar soluciones, aunque las encuentre, como es un mago seguramente las encontrará, las grietas nunca vuelven a cerrarse completamente.