En el año 2005, científicos hicieron un descubrimiento extraordinario en una remota parte de Turquía: una familia que desafiaba todas las expectativas. Esta familia parecía haberse quedado rezagada en la evolución, caminando a cuatro patas en lugar de erguidos como los demás seres humanos.
El hallazgo despertó un acalorado debate entre los científicos. Algunos creían que esta familia podía ser clave para descubrir nuevos aspectos de la genética humana. Otros, en cambio, sostenían que demostraba cómo somos moldeados por nuestro entorno. Lo cierto es que este descubrimiento planteó profundas preguntas sobre lo que significa ser humano. La importancia de esta familia en la historia evolutiva de nuestra especie es indudable.
El profesor Nick Humphrey, un reconocido científico, recibió una llamada telefónica en junio de 2005 que cambiaría su vida. Era un colega que le hablaba de un artículo científico no publicado escrito por científicos turcos. El documento trataba sobre una familia en una remota parte de Turquía que presentaba habilidades manuales limitadas y algo muy peculiar: caminaba a cuatro patas.
La noticia resultaba impactante. ¿Cómo era posible que en pleno siglo XXI existiera una familia que caminara como nuestros antepasados animales? La idea de que estos individuos fueran una especie de eslabón perdido viviente resultaba sorprendente. Si bien hallazgos de este tipo pueden ser raros, como el exceso de vello o las colas similares a las de los monos, nunca antes se había visto a seres humanos modernos adoptar una postura ancestral.
Ante este descubrimiento, los científicos tenían muchas preguntas sin respuesta. ¿Qué causaba esta condición en la familia? ¿Era una mutación genética única la responsable? O, por el contrario, ¿existía algún otro factor en el trasfondo de esta asombrosa familia que servía como clave para comprender su condición? El profesor Humphrey y su colega, el profesor John Skoyles, viajaron a Turquía para investigar más a fondo. Se encontraron con uno de los científicos turcos que había estudiado a la familia, el profesor Üna Tanc, de la London School of Economics.
Los tres científicos se sentían atraídos por la familia debido a las pistas que podían ofrecer sobre la evolución humana, pero se dieron cuenta de que la explicación de estos fenómenos iba más allá de la genética. El problema era que en Turquía, un país islámico, se rechaza la teoría de la evolución de Charles Darwin. Aunque se enseña en las escuelas, la creencia general es que los seres humanos fueron creados por Dios de manera separada y distinta de los animales de cuatro patas.
El problema era que en Turquía, un país islámico, se rechaza la teoría de la evolución de Charles Darwin
Por lo tanto, este descubrimiento iba en contra de las creencias religiosas de muchas personas. El equipo de científicos decidió llevar a la familia a un hospital privado local para realizar pruebas y examinar sus cerebros. Descubrieron que había daños cerebrales en el cerebelo, una parte del cerebro involucrada en el equilibrio. Sin embargo, esta condición no explicaba por qué los miembros de la familia caminaban a cuatro patas en lugar de erguidos como el resto de los seres humanos.
Mientras tanto, en Berlín, genetistas alemanes estaban analizando el ADN de la familia. El profesor Stefan Mundlos, líder del equipo de investigación, creía que la clave estaba en un gen que controla el equilibrio y el caminar erguido. Este gen había sido desactivado por una mutación en la familia turca, lo que permitía que se expresaran genes más antiguos asociados con caminar a cuatro patas.
El descubrimiento de este gen para la bipedestación sería revolucionario, ya que nunca antes se había identificado un gen de este tipo en seres humanos. Sin embargo, otros científicos consideraban que esta explicación era demasiado simplista. No creían que una simple mutación genética pudiera revertir el proceso evolutivo de millones de años, ya que implica un salto cuántico en el desarrollo humano.
No creían que una simple mutación genética pudiera revertir el proceso evolutivo de millones de años, ya que implica un salto cuántico en el desarrollo humano
Probablemente, existieran otros factores en el entorno de esta familia que contribuyeran a su forma de caminar. Mientras los científicos continuaban su investigación, la familia enfrentaba desafíos en su vida cotidiana. Los niños eran objeto de burlas y maltrato por parte de otros niños del pueblo. Incluso tuvieron que reconstruir su casa más lejos del pueblo debido a la creencia de que estaba maldita.
Además, preocupaba qué les sucedería a los miembros de la familia cuando los padres fallecieran y ya no estuvieran allí para cuidarlos. Este descubrimiento ha planteado profundas cuestiones científicas y sociales sobre lo que significa ser humano. Si bien la explicación genética proporcionada por los científicos alemanes parece prometedora, aún queda mucho por descubrir.
Este hallazgo desafía nuestras concepciones sobre la evolución y nos invita a reflexionar sobre nuestra propia humanidad. La familia turca que camina a cuatro patas nos recuerda que nuestra historia evolutiva es compleja y que aún tenemos mucho que aprender sobre lo que nos hace humanos.