Reservando 200 millones de euros, el gobierno francés ha anunciado su intención de financiar la destrucción de la producción excedente de vino. Su objetivo es brindar apoyo a los productores en dificultades y estabilizar los precios. En Francia, varias regiones vitivinícolas importantes, especialmente la zona de Burdeos, están enfrentando múltiples desafíos. Estos incluyen cambios en los patrones de consumo, la crisis económica y las consecuencias derivadas del Covid-19.
Según la asociación local de agricultores, hasta uno de cada tres enólogos en la región de Burdeos está experimentando grandes dificultades financieras debido a una sobreproducción y una fuerte caída en los precios, provocada por una caída en la demanda de vino. El ministro de Agricultura, Marc Fesneau, informó a los periodistas el viernes que el gobierno francés ha aumentado el fondo inicial de la UE de 160 millones de euros para la destrucción del vino a 200 millones de euros.
"Dirigido a detener el colapso de los precios y permitir que los enólogos encuentren nuevamente fuentes de ingresos", así describió el propósito del dinero. Sin embargo, hizo hincapié en la necesidad de que la industria mire hacia el futuro, se adapte a los cambios en los consumidores y piense en nuevas estrategias. La región suroccidental de Languedoc, reconocida por sus tintos con cuerpo, ha sido duramente golpeada por la disminución de la demanda de vino.
Empresas pueden comprar el alcohol del vino destruido para utilizarlo en productos no alimenticios como desinfectante de manos, productos de limpieza y perfumes. "Estamos perdiendo dinero porque estamos produciendo demasiado y el precio de venta es menor al precio de producción", dijo Jean-Philippe Granier, de la asociación de productores de vino de Languedoc. En junio, el Ministerio de Agricultura anunció también 57 millones de euros para financiar la extracción de unas 9.500 hectáreas de vides en la región de Burdeos, mientras que hay otros fondos públicos disponibles para incentivar a los viticultores a cambiar a otros productos, como las aceitunas.
A mediados de la década de 2000, Europa experimentó un "lago de vino", lo que llevó a la UE a reformar su política agrícola con el fin de reducir la sobreproducción masiva de vino que estaba siendo impulsada por sus propios subsidios. Según las estadísticas de la UE, el bloque de 27 miembros todavía destina anualmente 1.06 millones de euros al sector. Además del cambio a largo plazo en los gustos de los consumidores hacia la cerveza y otras bebidas, la industria se ha visto gravemente afectada por la pandemia de Covid, que ha obligado al cierre de restaurantes y bares en todo el mundo, ocasionando una fuerte caída en las ventas.
El gasto en bienes no esenciales como el vino ha sido reducido por los compradores debido a los recientes aumentos en los precios de los alimentos y el combustible, que están relacionados con los crecientes precios mundiales de la energía y la invasión rusa de Ucrania.