En Latinoamérica, la marea roja izquierdista ha perdido fuerza debido a la crisis económica postpandemia, la corrupción y el crimen organizado. Las primarias celebradas en Argentina este fin de semana envían un mensaje contundente que no se puede pasar por alto. Todavía hay una demanda insatisfecha de seguridad, bienestar y prosperidad en todas las Américas. La gente busca respuestas y no está dispuesta a esperar pacientemente.
Debuta y arrasa en las primarias argentinas el economista Javier Milei en este contexto de hartazgo y desesperanza, causando un terremoto cuyas replicas golpean a toda la izquierda autoritaria del hemisferio. La propuesta de liderazgo de Milei consiste en cortar la grasa burocrática, dolarizar la economía, desaparecer el Banco Central, achicar el Estado y hacer que Argentina funcione, todo esto en respuesta a una inflación de 117%, comparable a la tragedia venezolana.
El kirchnerismo fue sepultado por un tsunami arrasador liderado por La Libertad Avanza, demostrando que las encuestas se equivocaron. Tanto como candidato y como partido, Milei fue el más votado, logrando una victoria avasalladora en 16 provincias, incluyendo Córdoba, Mendoza y Santa Fe. Esto no representa un simple cambio de política, sino una política basada en el cambio. Más de 7 millones de votos son testigos de ello. Con sus 52 años, el outsider rockstar catalizó el rechazo hacia el kirchnerismo, la corrupción y las políticas económicas fallidas que solo generan más pobreza.
La campaña de temor, caos y pérdida de derechos no tuvo éxito, ya que los argentinos mostraron su disposición a asumir riesgos y apostar todo por un futuro mejor en su país. Durante el gobierno de Fernández, Argentina perdió su liderazgo internacional y se convirtió en un apéndice de la política exterior de México y Brasil. Sin embargo, si Milei llega a la Casa Rosada, podría cambiar esta situación y recuperar el liderazgo perdido.
En franco declive se encuentra la izquierda del siglo veintiuno. Queda claro su rotundo fracaso debido a los malos gobiernos, el narcotráfico y la corrupción, a pesar de la breve marea roja que tiñó a Latinoamérica en los últimos dos años. En lugar de ser gobiernos progresistas, son pobresistas. Un huracán de categoría 4, así es como la izquierda actual ha generado más pobreza y migrantes. Sus principales enemigos son el derecho a la propiedad privada y a la vida. El pueblo lo sabe y por eso vota en su contra.
El narcotráfico y la política de izquierda se entrelazan en diversos escándalos. Colombia ha sido testigo de los problemas de financiamiento electoral, mientras que Ecuador sufrió el asesinato de Villavicencio. En Bolivia, la corrupción relacionada con el cultivo de coca ha salpicado a la política. Por su parte, el golpe de Castillo en Perú refleja el modelo de izquierda del siglo veintiuno, caracterizado por dictaduras y elecciones simuladas. En Nicaragua, Daniel Ortega ha llevado a cabo elecciones en las que todos los candidatos terminaron encarcelados. En Venezuela, Maduro ha sido inhabilitado en repetidas ocasiones, y en Cuba, Raúl Castro impone títeres en el poder. Estos casos son ejemplos claros del paradigma marxista que prevalece en algunos países de América Latina.
Las primarias en Argentina son una bocanada de aire fresco en tiempos en los que la democracia está en baja. Merece ser reconocida y celebrada la credibilidad del modelo electoral y las instituciones fuertes.