Me quiero alejar de profundos análisis macroeconómicos o de sesudas estrategias políticas, muy lejos de los intereses cotidianos de los ciudadanos y denunciar pequeñas cosas cotidianas, que nos complican innecesariamente nuestra vida, que nos obligan a perder innecesariamente nuestro tiempo y tener que pagar tasas por servicios duplicados.
Continuamente nos repiten machaconamente que vivimos en una democracia, y votar se considera como el sumun y la confirmación de nuestro Estado Democrático. Personalmente considero que vivir en un Estado de Derecho es algunas veces mucho más importante que el voto y, por ende, una mayor manifestación de vivir en democracia.
Evidentemente el voto puede ser la expresión y la apariencia de una democracia, pero tenemos grandes referéndums promovidos por dictadores y regímenes autoritarios. Por ello quiero que, en mi pueblo, en mi aldea, cada vez existan más mecanismos por los que las decisiones políticas estén encaminadas a mejorar la vida cotidiana de los ciudadanos, a simplificar su relación con las administraciones públicas y a reducir los costes y el tiempo de cualquier gestión ante un organismo.
Muchas veces topamos con un “muro” burocrático que, bajo la apariencia del cumplimiento de la ley, se esconde un endiablado mecanismo para hacer que cosas sencillas se conviertan en rebuscadas, lentas, caras; todo ello sin contar con la pérdida de nuestro tiempo y ese “paseíllo” por las distintas dependencias administrativas.
Lo cierto es que hemos creado una estructura administrativa lenta, a pesar de los medios informáticos y de tecnologías de la información con los que actualmente se cuenta, que resulta muy onerosa, en la que duplicidades, limitaciones geográficas por la estructura autonómica que obligan a las empresas a una merma de su productividad.
Considero que hay que abandonar muchos de los conceptos leguleyos, administrativos y burocráticos que presiden actualmente nuestros organismos, nuestras dependencias administrativas y entrar definitivamente en el siglo XXI a todos los niveles.
No me conformo con la categoría de CIUDADANO para los poderes públicos.
De todo esto, y de algunas cosas más es de lo que pretendo compartir con los lectores de esta modesta columna.
Vamos a divertirnos.