Así fue en los comienzos de los homínidos. Pero desde que se desarrolló el simple conocimiento de la dureza de las lanzas, de la utilización de las lascas o del uso del fuego, el liderazgo ya se ejerció con los mayores conocimientos que poseían los ancianos frente a los más jóvenes. En las sociedades con lenguaje hablado y escrito, con grandes estructuras políticas, el liderazgo lo constituye la llamada cultura, es decir, el conjunto de creencias, conocimientos, ritos y costumbres que conforman esa civilización. Para cambiar el liderazgo debemos cambiar todo el sistema cultural, o por lo menos su núcleo central: Las creencias y los ritos. Si pensamos en las religiones y las ideologías lo entendemos todo mucho mejor, vemos claros estos conceptos al estudiar las revoluciones, o en el combate para exterminar una ideología, que siempre se hace con el fin de que sea remplazada por otra nueva que ejercerá todo el liderazgo desde su implantación violenta.
Ya aceptamos como un conocimiento indestructible que somos un animal de grupo y todos pertenecemos a aquel con el que nos sentimos identificados. Continuamente parece que no es así, porque pretendemos ir a nuestra bola, pero cuando lo comprendemos fácil es cuando surgen los conflictos manifiestos y estos nos obligan a tomar partido. Entonces lo vemos muy claro, o pertenecemos a un grupo social o al otro. Ahora, en la confrontación que ya está planteada, o somos pro-musulmanes radicales o somos pro-occidentales. O estamos por la implantación de la Sharía, o estamos por la convivencia laica sin fanatismos.
Hoy el liderazgo lo constituye la cultura a la que pertenecemos. Es cierto que podemos vivir constantemente en dos o tres culturas a la vez, y puede que no sepamos muchas veces a cual pertenecemos excepto que se enfrenten y nos veamos obligados a tomar partido. Aun así casi siempre valoramos cosas buenas de unas y las otras. Por ejemplo, hoy muchos catalanes se verán en la obligación de elegir entre sus creencias religiosas y su máximo líder, el papa y el obispo, o seguir con sus criterios nacionalistas y seguir a sus líderes culturales y políticos aunque vayan contra la decisión del papa por el obispo que este ha nombrado para Barcelona.
Así vemos que hay varias culturas que son los actuales liderazgos claros en el planeta: El Judaísmo, El Confucionismo, El Budismo, El Hinduismo, El Islam con sus sub-divisiones, El Cristianismo –con sus sub-liderazgos de Coptos, Armenios, Ortodoxos, Luteranos, Calvinistas o Católicos- y los Marxistas. Todos ellos están representados por alguna figura única como si fuese el líder viviente, aunque solo sean imágenes o representaciones simbólicas. Incluso el Islam que no tiene imágenes es un solo hombre, Muhammad. En el caso del Marxismo también hay más pensadores y líderes políticos históricos pero se recurre a la figura de Karl Marx.
Después, dentro de estos grandes liderazgos, están los liderazgos territoriales, los llamados estados, o incluso las llamadas naciones, tengan o no estado, sean varias o una sola las que están dentro de uno de esos estados, o esa nación puede estar repartida por varios estados, como los Magiares o los Rusos. Uno puede sentirse cristiano y americano, o ruso, o al mismo tiempo cristiano católico, Magiar y Rumano. Todo ello crea la amalgama de liderazgos a los que estamos todos sometidos, en los que nos desarrollamos hasta que tenemos que elegir por el enfrentamiento brutal entre ellos.
Hay otro liderazgo que es el más universal de todos, porque afecta a muchísimos habitantes del planeta, incluso mezclado con los liderazgos tradicionales, que se va imponiendo poco a poco y hace desaparecer a los demás. Este liderazgo fue creado a partir del Siglo VI A.C. en las ciudades Helenas, pasó a Roma, y fue retomado por los europeos Italianos en el Siglo XIV, con el nombre del El Renacimiento, desarrollado por Franceses, Ingleses y Alemanes con el nombre de Racionalismo, y que ha dado lugar a todo el movimiento científico mundial actual. De esta forma podemos encontrar a cientos de millones de personas que siguen siendo cristianos y al mismo tiempo declararse pro-ciencia, y lo mismo con creyentes judíos, musulmanes o de cualquiera de las otras religiones. Todos ellos están a caballo de ambos liderazgos. Cada vez tienen que abandonar más el antiguo y decantarse por el nuevo, pero no quieren hacerlo del todo y rechazar aquel por completo.
Que dice este nuevo liderazgo: Que el ser humano puede y debe abrir los ojos a lo que tiene delante, estudiar sus constantes y descubrir las leyes que rigen la naturaleza, y a nosotros con ella. Con ello alcanzará un acervo de conocimientos por los que puede y debe regir su vida y la de sus semejantes. Si así lo hace descubre que actúa racionalmente. Que las cosas que comprende funcionan y son entendibles.
Todos estos liderazgos van conviviendo hasta que el conflicto es inevitable, casi siempre a muerte, igual que las bandas de gánster en cualquier ciudad. Al final el espacio se acaba y las disputas para imponerse son exclusivas y excluyentes. En ese momento debemos tomar partido. Los vencidos pasan al baúl de los recuerdos y ocupan bibliotecas y museos.
Todos nosotros tenemos varios liderazgos de mayor a menor en nuestra cabeza, que son los que nos identifican y dan sentido a nuestras vidas, y así somos: Cristianos o No Creyentes y pro-ciencia, y somos Europeos o Norteamericanos, Franceses o Aquitanos o Catalanes o del Madrid o del Manchester. Seguimos algún grupo o cantante y defendemos a este filósofo o aquel escritor.
Con todo ello formamos nuestros distintos “Bandos” a los que decimos pertenecer y nos identificamos con los demás componentes de nuestro grupo.