Despojar de la ciudadanía a los extranjeros que participaron en los violentos disturbios que estallaron tras la muerte de un adolescente argelino el mes pasado es apoyado por más de siete de cada diez personas en Francia.
Según una encuesta realizada por la emisora francesa CNews esta semana, se encontró que el 73 por ciento del país estaría a favor de eliminar la ciudadanía francesa de las personas con doble nacionalidad que participaron en la reciente serie de disturbios de inspiración racial en todo el país. La encuesta demostró un "amplio apoyo intergeneracional", según informó la emisora, ya que solo el 34 por ciento de los menores de 35 años se oponían a la idea de despojar de la ciudadanía a los alborotadores extranjeros. Además, solo el 29 por ciento de los jóvenes de 35 a 49 años estaban en contra de la idea y solo el 22 por ciento para los mayores de 50 años.
Con el 91 por ciento de apoyo, los conservadores y los populistas de derecha se mostraron a favor de la medida. Sin embargo, sorprendentemente, el 56 por ciento de los votantes de los partidos liberales e izquierdistas también respaldó la idea de privar de la ciudadanía a los alborotadores extranjeros. Las únicas facciones políticas que se opusieron mayoritariamente fueron La France Insoumise, el partido de extrema izquierda liderado por Jean-Luc Mélenchon, con un 55 por ciento en contra, y el Partido Verde francés (Europe Écologie les Verts), con un 52 por ciento en contra.
Con más de 1.000 edificios incendiados, 5.600 vehículos destruidos y más de 3.300 personas arrestadas, los disturbios han puesto el tema de la inmigración en el centro de la conversación política en Francia. Seis personas han citado "la consecuencia de los fracasos de nuestra política migratoria" como la causa de estos disturbios. Patricia Chagnon-Clevers, eurodiputada francesa, declaró a Breitbart Londres antes del Día de la Bastilla: "Matones que ya no se limitan a imponer sus leyes en sus barrios están atacando a NUESTRA policía, nuestras prisiones y saqueando y quemando en el corazón de nuestras ciudades, incluso en el corazón de París".
"El salvajismo está de vuelta en nuestro país, ahora los franceses lo saben", afirmó el político de Agrupación Nacional, quien fue elegido para el Parlamento Europeo el año pasado. Argumentó que, para restaurar el orden en el país, el gobierno debe "detener toda la inmigración".
"Hace mucho tiempo que en muchas partes de nuestro país, el Estado dejó de existir. Ha sido infectado por la inmigración masiva, donde las mujeres usan velos y los imanes radicales predican el odio a Occidente. Las pandillas prosperan en el tráfico de drogas y los niños pequeños ganan cientos de euros a la semana trabajando para bandas de narcotraficantes. Además, en los últimos 40 años, los sucesivos gobiernos han permitido que se arraigue una contrasociedad, una que es mitad religiosa y mitad criminal."