Pues ya les adelanto que no ha servido para nada más que para constatar "cómo hemos cambiado", parafraseando a Presuntos Implicados. Y es que escuchar a los diputados más jóvenes, absolutamente enervados, usando la Guerra Civil y el franquismo como argumento principal de su vociferante rechazo a una persona que participó en el proceso de transición desde una dictadura en la que estuvo encarcelado varias veces, a una democracia que les permite a ellos hablar desde donde lo hacen y defender lo que defienden.
Más allá de apartar del Gobierno del Estado español al socialista Pedro Sánchez, Vox no hizo ni una sola propuesta que pudiera atraer votos fuera de su electorado habitual. Si su objetivo era protagonizar el pistoletazo de salida para las elecciones municipales, no da la impresión de que hayan dicho nada nuevo que anime a quienes no le han votado antes, a que lo hagan ahora, y podría ser que esa falta de iniciativas les haya supuesto justo lo contrario.
Es posible que ni Vox ni PSOE hayan perdido votos, pero seguro que no han conseguido ni uno más, y me atrevería a sostener que tampoco se los ha reportado a Unidas Podemos, que es el otro partido de la coalición de Gobierno. De hecho, la presencia en la tribuna de Yolanda Díaz no tenía más fin que incidir en la división del socio minoritario.
Del mismo modo, los discursos de todas las demás formaciones políticas tampoco creo que les hayan reportado más votos. Aquí habría que detenerse en el caso especial de Ciudadanos, porque objetivamente están en sus peores momentos, y aunque el discurso de Inés Arrimadas estuvo bastante bien construido y expresado (se compartan o no ambas cosas), dudo mucho que quienes lo alaban y ahora están en el PP o en Vox, retornen a ellos; incluso dudo que quien se haya marchado a la abstención, vuelva.
Fuera de ese caso, a ninguno de los demás partidos políticos, esta moción les reportará nada positivo ni negativo.
¿Y el PP?
Alberto Núñez Feijóo, aprovechando que no era diputado, prefirió no estar presente y probablemente fue un acierto, ya que devaluó el peso político de la moción de censura, mientras que la portavoz, Cuca Gamarra, supo explicar muy bien por qué habían decidido abstenerse a pesar de compartir la urgencia en mandar a la oposición a Sánchez y los suyos.
En este caso, lo mismo que en los anteriores, no parece que el PP haya perdido votos por su postura. No creo que ninguno de sus votantes deje de serlo por no respaldar una moción presentada a destiempo y sin posibilidades de ser ganada, y que además al día siguiente iba a reflejarse en la prensa precisamente así, contando que Sánchez volvía a superar holgadamente otro intento de censura.
Pero lo que sí quedó reflejado es que el llamado bloque de investidura solo tiene en común una cosa, y es lo que denominan "antifascismo". Todos los grupos que dan soporte al Gobierno lanzaron quejas y críticas por engaños o promesas incumplidas, pero coincidían en "parar a la ultraderecha".
Por eso, si el PP alcanza un punto en el que la ciudadanía, al margen de lo que sostengan los partidos políticos histéricos (esa fue la imagen que dieron algunas señorías bramando desde la tribuna con el rostro descompuesto), les percibe como una opción no crispada, no radical (tal como están las cosas, no es difícil), sus resultados electorales podrían atar a Vox. Que el PP se derechice sería el mismo error que cometió el PSOE cuando surgió Podemos y se fue "podemizando", un desastre al que se abocaba y del que solo se salvó por la carambola de aquella moción de censura que ganó hace cinco años ya.