Es curioso que estando ya a marzo de 2023, aún no se hayan hecho públicos los datos correspondientes a 2022, porque sería interesante saber si esta provincia sigue siendo la principal productora de marihuana del Estado español, ante la asombrosa pasividad de las administraciones públicas.
Lo único que mueve a las autoridades para actuar contra esta industria es el fraude en el consumo eléctrico, y que daña los intereses económicos de una empresa. Solo la presión de Endesa por pérdidas en cientos de miles de euros, unido a la presión que sobre ella ejercen los ciudadanos honrados de los barrios en que no funciona el servicio del modo adecuado por culpa de la ilícita actividad, y que les apuntan a ellos como culpables, es lo que evita que ésto siga expandiéndose.
Casas, adosados, pisos, bloques... okupaciones que no tiene como fin dar cobijo a familias sin techo sino a ser invernaderos o guarderías de droga, y no solo en Pescadería o El Puche como cabría suponer, porque ésto se extiende por Los Molinos, El Quemadero, Altamira... y eso sin hablar de los pueblos, tanto en pequeños como en grandes, y tanto en sus zonas más urbanas como en los cortijos diseminados siempre que haya cerca un cable del que tirar.
Lo que pasa en Almería solo se explica por la dejación de quienes tienen la obligación de impedirlo.
¿De verdad que en Almería, cualquiera puede poner una plantación de marihuana y dedicarse a vender, sin tener más temor que el de ser detenido por la Guardia Civil? ¿De verdad que todo lo que hay en nuestra capital y provincia no son más que “autónomos”? ¿De verdad que no hay que una producción a escala industrial, con todo lo que comporta?
Es imposible que un negocio tan extraordinariamente lucrativo no esté organizado jerárquicamente, que tenga su jefe, sus lugartenientes, sus sicarios, sus vías de distribución establecidas... su modo de lavar el dinero.
No es creíble que en Almería se puedan okupar unas cuantas viviendas, engancharse al tendido eléctrico, plantar marihuana, hacerla crecer, cortarla, secarla, y ponerse a vender... y todo ello de modo autónomo, insisto, sin más prevención que la de ser arrestado por la Benemérita.
Nadie puede creer que todo eso pueda hacerse sin recibir la visita de la competencia, o de quien domina el mercado, para dejarle claro al emprendedor que o trabaja para ellos, o deja el sector, o acabará en prisión si no acaba peor. Y quizá lo que esté ocurriendo es que a algunos les cierra la empresa una denuncia muy oportuna, y otros se acaban integrando en la corporación empresarial para optimizar recursos propios del negocio.
Y así todos contentos, con operaciones policiales cada dos días, con aprehensiones... pero casi siempre actuaciones irrelevantes en relación a la producción total dedicada a la exportación, que sigue creciendo cada año.
Desconozco quién está detrás, pero es obvio que aquí pasa algo raro, y que no huele bien.