OPINIÓN

Gracias al Estado, el bitcoin vuela

Alejandro A. Tagliavini | Viernes 23 de junio de 2017
En 2011, cuando se discutía globalmente cambiar el patrón dólar por una canasta de monedas, varios medios me publicaron una columna –“Crisis global, América Latina y bitcoins”- en donde sugería audazmente tener en cuenta al bitcoin. Luego, en 2013, en otra columna –“¿Invertir en bitcoins?”- decía que me había perdido una inversión cuyo rendimiento había sido de 4.000 % ya que, cuando escribí la primera, la moneda digital cotizaba a US$ 30 por unidad, pero no compré ninguna y, al publicarse la segunda, llegaba a 1.200. Hoy, supera los US$ 2400 de modo que todo el universo bitcoin, unas 17 millones de unidades, suponen más de US$ 40 mil millones.

¿Adiviné? No, no adivine, era lógico que sucedería, lo dice la ciencia. El racionalismo despreció a la metafísica que brillantemente habían expuesto ya los griegos, en particular Aristóteles. Esta ciencia es el estudio de por qué el cosmos -la física- se mueve del modo en que lo hace, es decir, de los principios que generan los movimientos físicos. Así, observando estos principios podemos adelantar el desarrollo de la física: por caso, si vemos una acción cualquiera, podremos esperar una reacción inversa semejante, es el principio de equilibrio del cosmos.

Uno de estos principios dice que la violencia siempre destruye y la define, precisamente, como aquella fuerza extrínseca -extraña al desarrollo natural del cosmos- que pretende desviar, degenerar, el desarrollo normal. Por eso es que cuando el Estado -en tanto monopolio de la violencia- interfiere en la sociedad, destruye, provoca caos. Así, es fácil saber si un país crecerá o no, según aumenten o disminuyanlas acciones coactivas -violentas- sobre el mercado.

Por esto, las monedas “privadas” tienen futuro mientras que los monopolios estatales como el dólar, euro, etc.–coactivamente impuestos, de “curso forzoso”- van cayendo. Así, al contrario de lo que dicen sus detractores, el bitcoin es exitoso, vuela, porque no depende de ningún gobierno, de ninguna “autoridad” monetaria, y permite escapar de la coacción estatal: que el mercado se desarrolle naturalmente. Precisamente, hasta hace poco, el 90% de las transacciones con bitcoins se realizaban en China, pero desde que el gobierno aumentó las regulaciones, empezaron a irse a Japón y Corea del Sur.

Como señala Miguel Boggiano, las criptomonedas escapan a los acuerdos de intercambio de información fiscal, como el de la OCDE o los enmarcados en el FATCA (acuerdos IGA) que tiene EE.UU. Las transacciones con bitcoinspueden estructurarse de modo que su rastreo sea imposible, a través de “mixing services”.La OECD estima que para 2020, el 66% del trabajo será informal (hoy 50%), lo que implica un submundo potencial para el bitcoin estimado en US$ 13 billones, detrás de EE.UU. cuyo PIB suma US$ 19billones.

Pero no todo es rosa. Históricamente la cotización del bitcoin ha sido inestable porque si bien sirve de escape a los gobiernos, aún no está lo suficientemente establecida como moneda que, como señala el profesor Lawrence White, es “otro servicio bancario” que permite, básicamente, el cálculo basado en una unidad conocida y la agilidad en las transacciones.Agilidad tiene muchísima, pero de momento transacciones pocas, el cálculo no es fácildada su volatilidad, su origen y su emisión limitada a 21 millones no despejan todas las dudas y, además, en el futuro afrontará la competencia de otras monedas privadas “electrónicas” o no.
  • Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California

@alextagliavini

www.alejandrotagliavini.com

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