OPINIÓN

Enero de 1977 desde el recuerdo

José Luis Úriz Iglesias | Viernes 20 de enero de 2023
Escribo esta reflexión recordando aquella terrible semana negra de 1977, habría que añadir de Madrid, porque aunque los hechos afectaran a todo el país fueron allí donde se desarrollaron.

Comenzó y finalizó con el GRAPO haciendo de las suyas.

El domingo 23 de ese enero oscuro de 1977 fue asesinado a manos de la extrema derecha el estudiante Arturo Ruiz, en una manifestación pro amnistía. En ambas me encontraba como miembro del PCE.

Después, al día siguiente, en una manifestación de protesta por ese crimen, se produce la muerte de Mari Luz Nájera a manos de la policía, culminando esa misma noche con los asesinatos de los abogados laboralistas de Atocha afiliados al PCE.

A las doce de la noche estaba ya en la cama porque solía levantarme a las 6 de la madrugada, sonó el teléfono de mi casa. Un camarada, Eugenio, me informaba de lo de Atocha. Asesinados Enrique, Sauquillo… seis en total y heridos graves Lola, Alejandro…

Pensé que podíamos haber sido nosotros, ya que esa misma tarde los comunistas de Artes Gráficas teníamos allí reunión, que fue suspendida por juntarse los del transporte que por entonces estaban en huelga.

Después una vorágine de reuniones, asambleas, contactos, y sobre todo un mensaje claro: hay que mantener la calma, no responder a la provocación.

A pesar de la rabia contenida por nuestros camaradas asesinados apretamos los dientes y tragamos el sapo. Éramos comunistas y por tanto teníamos una mayor responsabilidad.

Después, el impresionante entierro en el que participé activamente como “servicio de orden”, y la sensación de estar viviendo momentos históricos.

Luego con el tiempo entendí que aquel llamamiento a la calma de mi partido, el PCE, fue clave para conseguir la democracia.

Desde entonces defiendo esa misma reacción en circunstancias parecidas.

Es curioso que sensaciones sentidas entonces las vuelvo a experimentar ahora.

Siento que vuelve la presión agresiva del fascismo, ahora con otra cara y otros nombres: “el mercado”, el FMI, el “Tea Party” de Bannon que controla el PP, especialmente en Madrid con su amigo MAR, VOX, la intolerancia, la sensación de peligro sólo por pensar diferente, la incomprensión de muchos.

Echo de menos ahora que en aquel tiempo en la política existía una mayor camaradería entre los que luchábamos. Mientras que ahora prevalece la insolidaridad, la ambición, la insensibilidad, el borreguismo, o la traición. Una pena.

Vivíamos en pleno tardofranquismo anterior a la Transición, ya que su comienzo hay que situarlo justo después de la aprobación de nuestra Constitución el 6 de diciembre de 1978, o de las elecciones democráticas del 1 de marzo de 1979.

Por eso lo acontecido en 1977, o los acontecimientos de sanfermines 1978 pertenecen al periodo anterior. Lo digo para evitar la confusión y manipulación de los enemigos de aquella Transición.

Recordar también que Martín Villa fue ministro de Interior en el periodo de 5-7-76 a 4-4-79 bajo el mandato de Adolfo Suarez y anteriormente de Arias Navarro.

Señalo estos datos porque existen diferentes tipos de “revisionismo” de lo que ocurrió entonces, de uno y otro tipo, de un extremo u otro, que intentan deformar, manipular, cambiar esa historia por ignorancia o mala fe.

Algunos dividen a quienes vivimos esa Transición acusándonos de cómplices de quienes la imponían “a sangre y pelotazos”, o los que como señalan ellos lo hicieron “oponiéndose y enfrentándose sufriendo por ello violencia y represión”. Diferenciación sesgada e interesada y por tanto errónea.

Esa manipulación viene de que efectivamente defendimos esa democracia desde lugares e ideologías diferentes. Por cierto que esas diferencias se mantuvieron a lo largo del tiempo, cuando los que la ponían en riesgo no eran solo policías, militares, o gentes de extrema derecha, sino los terroristas de ETA y el entorno que les apoyaba.

Por eso resulta tan injusta y dolorosa la simplista diferenciación que hacen.

Por cierto en el tardofranquismo, entendiendo como tal el periodo entre 1960-1978, la batalla fundamental se dio en Madrid, no en Bilbao, o Pamplona.

Era en Madrid donde el régimen se sentía presionado y amenazado y esa resistencia la lideró especialmente el PCE y CC.OO., además de otras fuerzas de la izquierda menores como ORT, MCE, LC y en menor medida PSOE.

Al igual que ocurrió al final de nuestra guerra civil en la que Madrid resistió hasta la extenuación, mientras por ejemplo el denominado “cinturón de hierro” duró medio telediario.

Fue Madrid la que a lo largo de esos años sufrió la brutal represión de ese tardofranquismo. Fue Madrid donde la BPS fue más contundente, donde la Universidad era un peligro para el régimen y donde se situaron personajes como “Billy el niño”, Conesa, o Yagüe.

Por eso ocurrieron los acontecimientos de hace 46 años, porque temían a la izquierda de allí y quisieron sembrar el miedo y el terror para quebrarnos. Pero no lo consiguieron, Resistimos.

Gracias a ese coraje aderezado de sensatez, generosidad y lucidez pudimos lograr, apretando los dientes, una transición a la democracia que tuvo luces y sombras, pero fue la que se pudo lograr en aquellos instantes. Como quedó demostrado para los desmemoriados el 23-F de 1981.

Quienes participamos de una u otra manera en ello fuimos héroes no villanos, leales a ese intento no traidores y quienes intentan ensuciar nuestro esfuerzo merecen todo el desprecio. Desde estas líneas así lo reivindico.

Aquellos acontecimientos de enero forjaron nuestra actual democracia y nos forjaron de acero a nosotros.

Estamos en otro tiempo pero esta tarde de invierno recuerdo aquellos momentos, aquellos días, aquellas gentes, a mis camaradas caídos con sensaciones profundas.

Ahora miro el panorama político actual veo a un VOX con fuerza como sucesor de aquellos pistoleros y lo que es peor, un PP que tiene claro que su futuro para volver a llegar al poder es de su mano y de nuevo un escalofrío recorre el cuerpo.

Hoy lo recuerdo y lo escribo para que otros lo tengan presente en su memoria, porque un pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla.

Veremos…

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