OPINIÓN

Basurero que pone voz a la inmigración

Un español en Alemania

Jose Mateos Mariscal | Sábado 22 de octubre de 2022
Corría el año 2013 y este fenómeno de la inmigración era bastante nuevo para mí y mi familia, desembarcar del avión en Alemania fue toda una vivencia emocional.

Soy Jose Mateos Mariscal, ‘Un español en Alemania’. Tras observar también cómo algunos barrios de las ciudades alemanas se llenaban de inmigrantes, decidí informarme sobre el tema. Me dirigí a Cáritas en Wuppertal, que me pusieron en contacto con diferentes asociaciones de inmigrantes españoles en el país.

A partir de los relatos y experiencias de estas personas que habían hipotecado su vida para llegar a Alemania fui desarrollando la idea mi serial, que tiene como protagonista a la familia Mateos Hernández que, empujados por la miseria y la falta de expectativas, decide dejar su pueblo en Zamora (España), la familia y los amigos para entregarse a la aventura de la emigración y abrirse camino en Wuppertal (Alemania).

Al principio encuentras apoyo y gente dispuesta a ayudar como la SOS Racismo en Alemania y otros emigrantes españoles con los que forma grupo. Sin embargo, no pasa mucho tiempo hasta que comprueban que el odio, el racismo, la xenofobia y la violencia verbal son habituales en la vida de Alemania.

El migrante español en Alemania

La alegría de quien vive afuera es compartir la vida con quien entiende la nostalgia, la morriña en gallego, que produce estar en una tierra que no es la tuya. El inmigrante se recarga de la fuerza que da el recuerdo.

Entre los dolores secretos que mueven el mundo está el lamento que sienten muchos inmigrantes españoles en Alemania. Durante años de gira por el país germano he visto en las caras de españoles exiliados económicos un amor de patria española que no he visto en los rostros de otros emigrantes.

En la cara del inmigrante español en Alemania veo el coraje, la resistencia y la persistencia. Nosotros los inmigrantes cuando vamos a eventos de nuestros países natales nos recargamos de la fuerza que da el recuerdo. Me gusta ver sus caras felices.

Me gusta cuando llevan a personas de otros países y les explican las palabras nuestras. La alegría de quien vive afuera es compartir la vida con quien entiende la nostalgia que produce estar en una tierra que no es la suya. En gallego hay una palabra hermosa, morriña, que significa soledad, nostalgia, añoranza, todas juntas. Quizás morriña defina lo que sienten muchos inmigrantes españoles con ese imaginario llamado patria.

Los inmigrantes tienen una foto mental de la tierra que dejaron ayer. Un amigo me decía que extrañaba el olor, las calles de su pueblo, la gente, hasta el ruido y el desorden. ¿Por qué no vuelves?, le pregunté. Porque no creo que pueda —me dijo—, he ido varias veces y me siento extraño en el pueblo, las calles cambiaron de sentido, los lugares a los que iba ya no existen o están otras personas, y realmente mi vida y mi trabajo están en Alemania. Cuando vuelvo a mi país voy de paseo, soy un turista, un extranjero. Al volver a la vida normal vivo un duelo porque siento que ya no pertenezco a mi tierra española ni tampoco a donde vivo. A este país lo conozco, pero me es ajeno. Su idioma el alemán no es el mío. La patria es la lengua materna.

Cuando viene alguien español de visita a Alemania trato de mostrarle lo mejor que hay en este país, trato de justificar mi vida lejos de los míos. Aquí en Alemania pagan mejor, aquí respetan las normas, aquí hay salud, seguridad, empleo, o si los llevo a un parque les digo: “los alemanes hicieron maravillas...”, “ellos aquí piensan que...”. Ellos aquí, no yo, no nosotros, porque, aunque llevo años en este país alemán, pago impuestos, soy nacionalizado, me aceptan y me reconocen, no pertenezco. Cuando estaba en España no me emocionaban los símbolos del país. Ahora, las notas del himno me saben a tortilla de patatas de mi abuela y una rumba me huele a café.

Abracemos al inmigrante, porque ser inmigrante es dudar, es recordar, es caminar con desconfianza, es tratar de encajar en un mundo diferente, es preguntar mil millones de veces, es comparar, es hacer trámites, es hacer trabajos que nadie quiere hacer; en mi caso recoger basura, es tener varios empleos, es mandar divisas, es aprender otro idioma imposible de comprender, es evitar a veces a la policía, es agachar la cabeza, es arriesgar, es soñar, es ver mil videos en YouTube para aprender a hablar el idioma, es recibir a familiares, es calcular la hora para llamar, es llorar solo, es resistir, es trasnochar, es persistir, es recordar, es Morriña, es caminar hacia adelante volviendo la vista atrás.

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