OPINIÓN

En defensa de Occidente (XXXIII)

(Foto: Unicef).
Carlos González | Domingo 18 de septiembre de 2022
Hemos estado hablando del partido de cuartos contra Rusia, y la semifinal contra China, porque la verdadera final será la prueba de… La Multilateralidad.

¿Por qué ese planteamiento?.- Porque la auténtica final se jugará, y en su caso se ganará, cuando se consiga implementar las agencias de la ONU -o de cualquier otra organización multilateral que acordemos- al nivel planetario, y en la que participen, con pleno convencimiento, todos los estados reconocidos diplomáticamente del planeta. A partir de ese momento sí funcionaremos con un verdadero Derecho Internacional General y aceptado por todos, y nadie impondrá su ley por la fuerza de sus armas atómicas.

La verdadera final se ganará cuando Occidente convenza a las demás culturas y civilizaciones del pasado que se acabó la fuerza. Que ya no se funcionará por ejércitos y dominaciones, sino por la “Razón”, los “Conocimientos técnicos y científicos”. Por la “Palabra” y la “Decisión comunal”, en ese caso “Multilateral” -de ahí de alcanzar la Multilateralidad- de todos los estados que en ese momento dispongan de voz y voto según se vaya pactando en las distintas leyes interestatales. Estas nos regirán a todos. Ningún estado estará, desde ese momento, por encima de la ley internacional comúnmente aceptada.

Pero es obvio, que primero debemos pararle los pies, en este caso a Rusia, parece que también a China, ¡ojalá no!, y si es preciso a cualquier otro actor que constituyéndose en parte en es conflicto por el “Liderazgo Cultural Planetario”, desee imponer por la fuerza de las armas sus creencias o dogmas, y no entre en un verdadero mundo de reunión general, asamblea de todos los estados con voz y voto, y solución de los múltiples y profundos problemas que aquejan a toda la Humanidad, y al conjunto del planeta de forma pacífica. Y que, además -y esto es muy importante- solo podemos resolverlos entre todos. Porque de nada sirve que una parte del planeta luche por evitar la contaminación de los mares, o los gases de efecto invernadero, o regular los transportes de todo tipo, y los demás al margen. Una cuestión debería estar clara en la mente de todos y cada uno de los actores individuales o colectivos que vayan a intervenir en los problemas de la Humanidad: ¡O los resolvemos entre todos y para todos, o no se resolverán!

Por ello, si la cultura de Occidente consigue permanecer al frente de los principales estados y culturas del planeta Tierra, su auténtico reto, y eso constituiría ganar de forma clara ese partido final por el campeonato del Liderazgo cultural, ha de crear una verdadera Organización de todos los Estados reconocidos -tomar la ONU como base pero con profundas reformas-. Dotar a esa “Organización Multilateral” de verdaderas reglas democráticas adoptadas según se pacte por mayorías, o votos de PIB, o niveles de población, o como se crea conveniente dotar los votos. Aprobar reglas claras de derecho internacional que vinculen a todos los estados en esa Asamblea general. Dotar de poder para juzgar, y en su caso ejecutar lo juzgado, a agencias u organismos que así se determine. Con ello ya nadie impondrá su fuerza a otros, o su aislamiento, y hará con su población o con los extranjeros que le visiten, lo que crean conveniente. Sino que se regulará por legislaciones internacionales de obligado cumplimiento.

Occidente -que ha sido quien lo ha creado- ha de dar por terminado el tratado conocido como, “La paz de Westfalia” (1.648). Con él nació la “Soberanía” de los estados y la imposibilidad de injerencia extranjera alegando principios o normas generales para toda la humanidad. Desde ahora sí habrá un código ético y jurídico pactado por todos los estados, y que ningún sátrapa interior podrá aplastar a sus propios ciudadanos rehenes-cautivos, o a cualquier otro extranjero, con un único fin, que siempre ha sido y es el mismo, beneficiar a unas élites locales que solo les importa su propio beneficio y no reparan en las mayores atrocidades si es preciso para mantenerse en el poder dictatorial.

Occidente -sus ideas y conocimientos experimentados y contrastados- ganarán el verdadero campeonato por el “Liderazgo Cultural Planetario” y se proclamará único y auténtico campeón, cuando consiga que haya unas reglas-leyes en todo el planeta que vinculen, en los temas generales e importantes, a todas las autoridades, empresas e individuos del planeta, sin distinción alguna de procedencia cultural, creencias, razas o identidades sexuales. Donde se proclame una única “Humanidad” -una única Especie humana- y que vincularemos nuestra supervivencia y con ello la convivencia, a leyes pactadas entre todos y que buscan que, cada día, sepamos mejor como organizarnos socialmente.

Por ello hemos de luchar sin descanso, la tarea no es baladí, y menos aún, fácil. Pero una cosa hemos de tener clara, no sabemos cuanto tardaremos, pero no hay duda alguna que… Lo conseguiremos.

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