En las áreas de edificios y transporte, el gobierno federal no había alcanzado los objetivos climáticos nacionales. El plazo de tres meses para la rectificación vencía hace unos días. La ministra de Construcción, Klara Geywitz (SPD), y el ministro de Economía, Robert Habeck (Verdes), quieren utilizar un programa inmediato para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en el sector de la construcción, porque para 2030 se ahorrarán otros 152 millones de toneladas de CO2.
Las medidas para lograr los objetivos climáticos incluyen nuevos fondos federales para renovación y nueva construcción, no instalar nuevos sistemas de calefacción a gas a partir de 2024 y apoyo a la calefacción urbana respetuosa con el clima. Se renovarán más casas y se establecerá un suministro de calor sin combustibles fósiles.
Se modificará la Ley de Energía de los Edificios para que a partir de 2024 solo se puedan instalar sistemas de calefacción que funcionen con al menos un 65 por ciento de energías renovables. Además, está prevista una reorientación de la financiación estatal para edificios eficientes, que se centrará en la rehabilitación. También debe promoverse la conversión de redes de calefacción urbana a energías renovables y calor residual.
Después del final de la calefacción de gasóleo, a partir de 2026 no se pueden instalar nuevas calderas de gasóleo, ahora sigue la prohibición de la calefacción de gas. La electricidad sigue siendo un portador de energía. Sin embargo, la electricidad procedente de energías renovables no está disponible en cantidades suficientes ni en este momento ni en un futuro previsible: por lo tanto, la electrificación se está utilizando en todas las áreas relevantes, sin que la electricidad necesaria esté disponible ni remotamente. Aparte del precio ya extremadamente alto. Alemania es el campeón mundial en lo que respecta a los precios de la electricidad, pero los precios siguen aumentando y deberían seguir haciéndolo en el futuro.
La broma más grande al final: se dice que los ciudadanos “no están sobrecargados” financieramente. Con tales declaraciones, uno solo puede frotarse los ojos con asombro: ¿no está la gran mayoría de los ciudadanos ya sobrecargados financieramente por las explosiones de precios? La fijación en cualquier “objetivo climático” en un momento en que la gente común tiene que preocuparse por si tendrá un departamento cálido en el próximo invierno y si todavía puede pagar los costos casi podría describirse como una locura religiosa. En lugar de intentarlo todo para evitar la crisis energética, los ciudadanos son torpedeados con consejos para ahorrar energía, que ya se puede percibir como una impertinencia. Quizás Habeck debería escribir un nuevo libro para niños y dejar el Ministerio de Economía a un experto. ¡Quién no conoce el dicho: zapatero, quédate con la horma!