OPINIÓN

Reflexiones de un "Pepito Grillo" ante la Covid

José Luis Úriz Iglesias | Lunes 04 de julio de 2022

En el cuento de Pinocho a este le solía acompañar un personaje; “Pepito Grillo” que hacía las funciones de ser su conciencia.



Lo que inicialmente se consideraba un elemento amable y positivo con el tiempo se ha ido transformando, llegando a aplicarlo a alguien que sacude las conciencias, pero de manera molesta y pesada.

Por eso reconozco que he dudado mucho a la hora de escribir esta reflexión, porque sé cómo está el patio por ahí fuera y cómo enseguida te colocan etiquetas si dices aquello que no agrada, que sitúa a quien lo lee frente a un espejo que refleja una imagen negativa.

Al final la escribo haciendo uso de mi libertad de expresión, consciente de la que me va a llover a partir de este instante.

Voy a hacerlo sobre la situación actual de la pandemia, consciente de que la Covid sólo se podía frenar y erradicar definitivamente en otra época.

Cuando la sociedad occidental y la de nuestro país en concreto tenía una alta condensación de dirigentes sensatos, responsables y lo que es aún más importantes, valientes. Probablemente con un modelo de sociedad de las mismas características.

Me da igual si mirábamos a derecha, izquierda, centro o periferia, descubríamos políticos con altas miras, que perseguían especialmente el bien común sin importarles demasiado las consecuencias que tuvieran, especialmente en el aspecto electoral.

Ahora ya no es así. Toman decisiones mirando de reojo a los votantes, no arriesgan, acobardados por las consecuencias de sus acciones.

Con esas gentes en las cúpulas del poder teníamos muy difícil enfrentarnos a un virus extremadamente listo, que necesitaba contrincantes de más enjundia.

A pesar de las advertencias de los expertos, en un momento dado nuestros dirigentes decidieron que ya no se podía solucionar el problema a coste cero, que las medidas que tomaran chocarían sí o sí con una sociedad harta de controles, con ganas de mucha juerga después de dos años y con un nivel de responsabilidad y solidaridad con los más vulnerables bajo próximo a cero.

Así nos encontramos ahora en el comienzo del mes de Julio en plena séptima ola, que supone, es cierto, incrementos fuertes de contagios, pero con incidencia en ingresos, UCI y fallecimientos menores que en otras y centrados casi exclusivamente en los mayores de 65 años y personas vulnerables.

Mal panorama sabiendo lo que ese grupo poblacional importa al resto; un carajo.

Leer y escuchar en la prensa de hoy a responsables de sanidad del gobierno de Navarra, en concreto a su máxima dirigente la consejera Induráin, produce un profundo desaliento aderezado de un punto de indignación. Claro, eso sí perteneces a otra época como es mi caso.

“Me temo que para la circulación del virus ya poco podemos hacer…” resulta un síntoma evidente de incompetencia, “ni aplicar las medidas restrictivas que se requieren…” de insensatez e irresponsabilidad, terminando con “hay que tener más cuidado con el sector de población más vulnerable, personas mayores o con algún problema de salud…”. Ahí despierta la indignación y un grito políticamente incorrecto; “¡inútiles!”.

¿Cómo se puede tener la poca vergüenza de hacer esa aseveración siendo quien tiene la responsabilidad de cuidar y proteger a esa gente?

Para rematar la faena, ahora que nos vienen grandes eventos taurinos, aporta la cobardía de enviar la responsabilidad (que también la tienen), a los demás, pidiéndoles que tengan cuidado con esa población.

¿De verdad señora Induráin releyendo sus declaraciones no se la cae la cara de vergüenza? ¿Ese ese su nulo grado de implicación en esa protección?

Es evidente y aquí vendrán los pitos y abucheos, que vivimos en una sociedad para la que se contagien los mayores y vulnerables no le importa absolutamente nada.

Y les lanzo una pregunta incómoda si existiera un mínimo de autocrítica: ¿Si se pudiera medir científicamente el número de personas que van a sufrir, incluso morir por ello, no se deberían tomar medidas judiciales severas?

Ya está el “pepito grillo”, el vieje gruñón dando la tabarra, pensarán muchos leyendo esta reflexión.

Pues mirar, tengo 73 años, con algún problema de salud como todos los de mie edad, me cuido y protejo todo lo posible y sobre todo amo la vida tanto o más que quienes van a salir como si no hubiera un mañana estos sanfermines. Por cierto, sin importarles las consecuencias para sus mayores.

Me fastidia que por la insolidaridad de unos y la incompetencia, cobardía de otros se me pueda acortar mi bienestar, o mi vida.

Me enfada y me saldrían sapos y culebras si realmente existiera libertad de expresión sin consecuencias.

Lo escribo en vísperas de unas fiestas que amo, esos sanfermines, que he disfrutado a tope en innumerables ocasiones, pero consciente de que este año no tocaban y que al menos a mí me las han amargado. Me declaro por ello en huelga sanferminera. Insumiso a la fiesta.

Pediría la dimisión de la señora Induráin si sirviera para de algo, pero no lo voy a hacer. Sólo le solicito que ella misma asuma su responsabilidad, que me consta la tiene, porque a pesar de todo la respeto y aprecio. Me gustaría poder defenderla, pero lo siento, no puedo y quizás tampoco debo.

He hablado de Navarra, pero lo mismo se puede aplicar al resto. Madrid, Euskadi, Andalucía, incluso España en su conjunto sufren de los mismos males.

Señores dirigentes, todos, les recomiendo que cada día al despertar piensen en los ciudadanos que van a quedar por el camino por su irresponsabilidad y cobardía.

Y a mis conciudadanos les pido lo mismo, consciente de que en ambos casos clamo en el desierto.

Veremos…

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