Martes 12 de mayo de 2015
Desde que el prestigioso The New York Times publicara que el rey Juan Carlos I estaba siendo cuestionado por su estilo de vida de lujo y fortuna opaca, y la cifraba, a groso modo, en dos mil trescientos millones de dólares han pasado casi tres años. Tres años de preocupaciones para los que administran el Palacio de la Zarzuela y tratan, junto al Gobierno y los servicios secretos españoles, minimizar las revelaciones impropias que durante cuarenta años han rodeado la figura del Jefe del Estado.
A la publicación de la supuesta fortuna le siguió la revelación, publicada en exclusiva por el diario El Mundo de Pedro J. Ramírez, que el padre de Juan Carlos, don Juan de Borbón, había dejado una herencia de más de mil millones de las antiguas pesetas, la mayoría en cuentas bancarias suizas. Zarzuela nunca pudo demostrar que el entonces Rey de España pagara el impuesto de sucesiones que rige para el común de los españoles. Gobierno y oposición se conjugaron para levantar un muro de silencio sobre dicha herencia y que la misma estuviera en un paraíso fiscal como son los bancos suizos. Algunas fuentes confirman que el cese del director de El Mundo estuvo influenciado porque no se avenía a silenciar ciertos asuntos que afectaban a la figura del entonces Jefe del Estado.
No es ningún secreto que el que fuera Rey de España durante casi cuarenta años ha ido acumulando una inmensa fortuna fruto, sobre todo, a los dos dólares de comisión por barril de petróleo importado de los países árabes, que se le ha ido depositando en diferentes entidades bancarias situadas en paraísos fiscales. A fecha de hoy se conocen de sobra quienes fueron sus valedores, sus hombres de confianza que ejercían de correo y administraban o invertían la fortuna real. El problema que ahora se traba de evitar, aunque de difícil solución, es el día en que Juan Carlos I muera y se descubra que su familia ha heredado miles y miles de millones de euros que no están en España, y que jamás han cotizado para la Hacienda, como hacen el resto de los españoles. La avanzada edad y el estilo de vida de Juan Carlos I preocupan a los inquilinos de Zarzuela que tienen muy claro que mientras se mantenga el bipartidismo, los líderes del PP-PSOE cooperarán para que el escándalo sea silenciado y sólo se comenten en digitales y redes sociales.
El problema no es la legalidad o no del origen de la fortuna a heredar, o que está opaca en paraísos fiscales, ya que el anterior y el actual Jefe del Estado gozan de inmunidad jurídica y no se les puede exigir responsabilidad por lavado de dinero, etc. El asunto es que no es ético. Que en España entren en la cárcel, y sean multados, a quienes se les descubren que tienen dineros fuera del país sin declarar mientras al Jefe del Estado se le exima de dicha responsabilidad, es lo que quizá no entienda el ciudadano. De ahí los nervios en Zarzuela, que ven cada vez más cera el aluvión de críticas cuando fallezca el Rey emérito y se haga el reparto de la herencia.
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