El presidente Obama sigue los pasos de Putin en Siria y ha ordenado bombardear al Estado Islámico en Libia para impedir que consolide su presencia en el país norteafricano. Al mismo tiempo, el dirigente estadounidensetrata de convencer a los aliados europeos, contrarios en su mayoría a una nueva guerra, para que se sumen a la contienda. El primer ataque aéreo ha tenido lugar el 19 de febrero contra el campo de entrenamiento de Sabratha, al oeste de Trípoli, dirigido por el yihadista tunecino Nureddine Chouchane.
Obama trata de evitar que se consolide la presencia yihadista en Libia y se extienda a otros países norteafricanos
Chouchane es un radical tunecino considerado uno de los cabecillas de la rama libia del Estado Islámico o Daesh y al que las autoridades de Túnez acusan de ser el instigador del atentado contra el Museo del Bardo, en marzo de 2015, en el que murieron 19 personas. La inteligencia norteamericana no había confirmado al cierre de esta información si el terrorista se encuentra entre los 50 muertos causados por el bombardeo.
En su comunicado, el AFRICOM señala que “la destrucción del campamento y la eliminación de Chouchane se espera que tenga un impacto inmediato en las actividades del Estado Islámico en Libia, como son el reclutamiento de nuevos miembros, el establecimiento debases y la planificación de ataques contra los intereses de Estados Unidos en la región. ”Los yihadistas tunecinos constituyen la primera nacionalidad de combatientes extranjeros que se han unido al Daesh en Siria e Irak con más de 5.000 voluntarios. Un 10 por 100 de ellos han regresado a Túnez y a través de su frontera ha entrado en Libia.
Obama solicitó recientemente al Pentágono que preparase una guerra relámpago en Libia para frenar la expansión del Estado Islámico, según adelantó “The New York Times”, al tiempo que el Departamento de Defensa confirmaba que había desplegado en Libia fuerzas especiales para evaluar sobre el terreno la situación e intentar establecer contacto con dirigentes locales a fin de establecer alianzas antiyihadistas.
En apenas un año, el Estado Islámico ha conseguido controlar parte del territorio libio: ha tomado la provincia costera de Derna (vecina a Egipto) con su capital del mismo nombre, se ha extendido hasta Bengasi (la segunda ciudad del país) y controla Sirte, su principal bastión en la costa del Mediterráneo. En enero lanzó una ofensiva contra los importantes puertos petroleros de Sidrá y Ras Lanuf (en el estratégico golfo de Sidra) y ha instalado en la ciudad de Sabratha, a 60 kilómetros de la capital, Trípoli, campos de acogida y entrenamiento de los yihadistas que cada día llegan por decenas a combatir en las filas del Daesh.
Washington busca apoyo
La operación aérea estadounidense ha sido lanzada tres días después de que el presidente Obama anunciase conversaciones con los aliados europeos para que se sumen a la iniciativa y evitar que el Estado Islámico arraigue en Libia. Parte de los socios europeos, con Alemania al frente, se muestran contrarios a participar en una nueva guerra en Libia que les aboque a una intervención terrestre de incierto resultado.
Europa no quiere implicarse en la guerra libia, aunque la amenaza está cerca de sus fronteras
Fuentes diplomáticas europeas señalan a mil21.es que no es el momento más adecuado para que Europa se embarque en una guerra en plena debilidad del proyecto común europeo con el “brexit” británico pendiendo como una espada de Damocles y la eurozona tratando de superar la crisis económica. Los políticos europeos son conscientes, sin embargo, de que la presencia del Estado Islámico en Libia supone una gravísima amenaza no solo para el norte de África, sino para Europa. Una contradicción de difícil solución.
Por su parte, los Gobiernos de Túnez, Argelia y Egipto enviaron días pasados mensajes urgentes a Washington y la OTAN para disuadirles de una nueva intervención en Libia que traería un “escenario a la siria” que desestabilizaría todo el Magreb con oleadas masivas de refugiados libios huyendo del país y el Estado Islámico enviando comandos a atentar en todo el norte de África, según medios de inteligencia magrebíes a los que ha tenido acceso mil21.es. Las cancillerías norteafricanas son partidarias de apoyar al débil gobierno establecido en Tobruk, que controla el este del país, y ha sido reconocido por la comunidad internacional.
Por su parte, Washingtones reacio a asumir en solitario su intervención en Libia, máxime cuando de la misma se beneficiarán Europa y el norte del continente africano si logra, en primer lugar, impedir que el Estado Islámico se haga con el control del petróleo libio y, en segundo lugar, derrotarlo y evitar que se extienda.
Nuevo orden en Oriente Medio
Es evidente que Estados Unidos creó el “problema libio” al derrocar el régimen dictatorial de Gadafi en octubre de 2011 y desencadenar una guerra civil que ha convertido al país en un Estado fallido del que ha sabido aprovecharse el autoproclamado Califa Abu Bakr Al-Baghdadi, líder del Estado Islámico, y los movimientos yihadistas afines.
Washington impondrá un precio a Europa si derrota al EI en Libia y mantiene la estabilidad del norte de África
En este contexto, con una Europa paralizada por el miedo y un norte de África con el enemigo yihadista dentro de casa, todo indica que Estados Unidos ha aprendido la “lección rusa” en Siria, y Obama se propone seguir los pasos de Putin: laminar al Estado Islámico mediante bombardeos continuos. La pregunta es: Si Rusia, con el apoyo tácito de China, ha logrado poner un pie en Oriente Medio a través de Siria. ¿Cuál será el precio que Washington impondrá a Europa si logra derrotar al Estado Islámico de Libia y mantener la estabilidad del norte de África?