Nicolás Poveda | Jueves 09 de septiembre de 2021
Los recientes acontecimientos que han sucedido y suceden en Afganistán, tras la salida por patas de los defensores de la democracia, han producido una cascada de acontecimientos, en modo alguno pacíficos, que vienen en presentarnos la verdadera cara del islam radical. Me vienen a la memoria las palabras del diplomático Don Inocencio Arias, cuando ante el “espectáculo” de las primaveras árabes, recibidas con gran contento por nuestra ignorante izquierda política, aconsejaba esperar a ver como se desarrollaban los acontecimientos. Y resulto lo que se temía, el ascenso al poder de los radicales islamistas con la pérdida de los derechos más elementales de la ciudadanía.
Hemos pasado en muy pocas fechas de que se permitiera la salida de personal y ciudadanos afganos afines a occidente, con cuentagotas eso sí, pero en definitiva salida y salvación de sus derechos mas elementales, a bombardear el aeropuerto, con numerosas victimas incluso mortales, y posteriormente a la salida puntual, previo pago de su tasa correspondiente, como le han exigido a la Sra. Merkel.
En cuanto a la situación interna de los afganos que allí quedan, hemos visto la perdida de derechos de manifestación, protesta, opinión y otros más que conforman el régimen de libertades mínimas.
Me ha llamado sumamente la atención una noticia publicada con su correspondiente fotografía, en la que se vé, o se intuye al menos, un aula en la que asisten mujeres afganas, Eso parece un adelanto evidente en los derechos elementales, pero junto con ello se ve una cortina a modo de separación opaca con los hombres o muchachos que asisten a dicho acto, sea clase o no.
Parecería en principio un paso adelante en el régimen de libertades, las mujeres van a clase, si es un aula lo fotografiado, pero separadas de los varones, de su vista y de su contacto verbal.
Es evidente que, tras 20 años de ocupación occidental del país, y de la instauración de un régimen de libertades mínimo, en el que las mujeres se han acercado a la libertad, ahora es difícil cortar por lo sano, de forma drástica, y tendrán que pasar muchos años, si es que lo consiguen para volver atrás.
Nuevamente es la mujer, las mujeres, las que cambian el mundo y sus formas. Ya lo hicieron en occidente y ahora toca en Oriente, en Arabia Saudí, han conseguido en 2021 poder conducir su coche, y ahora en este mismo año en Afganistán pueden ir a clase. Tras 20 años de semilibertad, pero con avances paulatinos en ella, ahora pretender que las mujeres afganas vuelvan al burka y ser atadas a la pata de la cama como antes es harto dificultoso, y solo podrán conseguirlo, como todo lo que hacen, a fuerza de Kalashnikov y disparos en la cabeza, como nos han mostrado las TV que hacían con una pobre mujer que no llevaba el burka puesto.
Matar, y matar, solo saben hacer, así las cosas, pero esta vez ha sucedido un hecho importante que nos debe hacer meditar, ya que es aplicable a otros países y otras circunstancias. La educación en la libertad ha ido calando en el pueblo afgano, no totalmente como se ve, pero si es un colectivo importantísimo como es el de la mujer, que una vez alcanzado un grado de libertad no van a dar marcha atrás. Lo han hecho otras mujeres de países parecidos que son ejemplo de lucha y libertad.
La relevancia de la educación es fundamental `para implantar una forma de ser y de actuar. Así se consiguen la mayor parte de los cambios sociales, o no ven Vds. como la labor de educación en lengua catalana, permitida por gobiernos del PP y PSOE no ha sido sustancial para el auge de un “catalanismo diferenciador” y por tanto separatista. Los permisos para homenajear a los autores etarras de las muertes han creado un clima de connivencia con los mismos en la sociedad vasca, cuyo limite peligroso esta ya advirtiendo hasta el propio Urkullo.
Pero volviendo a Afganistán y el mundo islámico, no musulmán sino islámico, ya explique en anterior la diferencia, las mujeres afganas no van a perder sus libertades por que sí, pero necesitan el apoyo internacional de las asociaciones de derechos humanos o simplemente feministas, pero vemos, por lo menos en nuestro país como callan y miran para otro lado, porque para ellas es más importante combatir a la derecha y a franco, que defender a sus compañeras de lucha.
Así vemos un día tras otro, como ante los ataques que sufren las mujeres en Afganistán, únicamente son las organizaciones supranacionales, dependientes de la ONU o de la Iglesia, quienes en unión de la labor de los periodistas, las que denuncian los hechos, mientras que las ongs subvencionadas por los gobiernos que se dicen de izquierdas miran para otra lado, no se van a enfadar los chinos, los rusos o a aquellos que dicen sostienen a los talibanes y `pierdan las jugosas subvenciones que reciben, como siempre dan asco.
Esperemos que la reacción de la mujer afgana continua en busca de su libertad, que puede no coincidir con nuestra forma de entenderla, pero que si coincide con aquello que nosotros repudiamos.
Necesitan nuestra ayuda, y espero que esta nota, remueva en algún lado alguna conciencia en su defensa.
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