El anuncio del nuevo Presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, de seguir adelante con el proceso independentista, beneficia a Mariano Rajoy para formar una gran coalición con PSOE y Ciudadanos que impida, con el uso de las leyes del Estado de Derecho, la proclamación de la República Catalana. Pedro Sánchez se ha quedado sin argumentos para pactar con Podemos, mientras que el partido de Pablo Iglesias apoye un referéndum de autodeterminación.
Descartada la repetición de elecciones en Cataluña cuyo electorado, previsiblemente, habría frenado el proceso soberanista ante el poder acumulado por los antisistema y anticapitalistas de la CUP, el objetivo del Partido Popular es lograr una mayoría parlamentaria suficiente en el Congreso de los Diputados para impedir, desde la legalidad institucional, la secesión catalana.
Desbloqueado el escenario independentista catalán, Pedro Sánchez no podrá pactar con Podemos mientras Pablo Iglesias apoye un referéndum de autodeterminación
Esta mayoría parlamentaria se conseguiría con una coalición entre PP, PSOE y Ciudadanos. La salida de Artur Mas ha clarificado el escenario: a Pedro Sánchez se le aleja la opción de pactar con Podemos mientras la formación de Pablo Iglesias no se alinee claramente en contra del independentismo.
Por su parte, ante el órdago independentista Mariano Rajoy se carga de argumentos para impedir la llamada “desconexión” de España. Y Albert Rivera, igualmente, ve despejado el camino para que Ciudadanos apoye un Gobierno de salvación junto a PP y PSOE.
Rajoy solicita el apoyo de Susana Díaz
En Moncloa se asegura que Rajoy solicitará directamente a Susana Díaz que convenza a Pedro Sánchez de que el PSOE debe apoyar al PP en estos momentos críticos donde está en juego la estabilidad institucional. Incluso se apunta que el presidente en funciones estaría dispuesto a ofrecer carteras ministeriales al Partido Socialista y a Ciudadanos en un Gobierno de coalición.
Preparado el “Plan B”
En el caso de que el PSOE condicione su apoyo al PP al abandono de Rajoy, políticos influyentes hablan ya de un “Plan B”: acudir a una figura de consenso para encabezar el Gobierno de coalición.