La ejecución en Arabia Saudí del prestigioso clérigo chiita Nimr Baquer Al-Nimr y 46 de sus seguidores obedece a dos objetivos de la familia real saudí: cortar de raíz los movimientos rebeldes de confesión chiita que se están formando en Arabia Saudí y en la región del Golfo, y dirigir la recién creada “alianza islámica antiterrorista” contra Irán y los movimientos fieles al chiismo de Teherán, principalmente el Hezbolá libanés y el Hamas palestino.
A raíz de la guerra de Yemen, en la que Arabia Saudí bombardea desde hace meses a la rebelión huzí, las minorías chiitas en el Golfo están organizando movimientos de resistencia que conduzcan a una insurrección armada en algunos de ellos, como Bahrein, donde ya hubo un conato de revueltas en 2013, según supo MIL21 en fuentes de inteligencia árabes.
Además de Bahrein, donde los musulmanes de confesión chiita son mayoritarios, en Omán, en Kuwait y en Arabia Saudí, las minorías chiitas son objeto de ataques reivindicados por el Estado Islámico. Las ejecuciones en Riad son un claro mensaje frente a cualquier intento de resistencia por parte de los seguidores de Ali, el yerno del Profeta Mahoma.
Arabia Saudí tiene el cuarto presupuesto militar más grande del mundo, y posee una enorme variedad de armamento de última generación, principalmente aviones de combate y vehículos blindados, todos ellos adquiridos en Estados Unidos. El último mega contrato de armas que se realizó en el mundo lo protagonizaron el Gobierno saudí y empresas armamentistas norteamericanas en 2010, con un monto de más de 60.000 millones de dólares.
Sin embargo, Irán posee un Ejército estructurado y con equipamiento moderno, y, sobre todo, altamente motivado en cuanto a un posible enfrentamiento con Arabia saudí. Algo que los dirigentes de Teherán intentan evitar porque saben que “automáticamente” entraría en acción el acuerdo norteamericano-saudí de defensa, que prevé la intervención de EEUU en apoyo de su aliado estratégico.
Ruptura de relaciones
El Gobierno de Teherán intenta reaccionar conservando el control de la situación ante lo que la sociedad iraní considera “una provocación inaceptable”. Los ultraconservadores aprovechan la prudencia del presidente Hassan Rohani para arremeter contra el sector reformador religioso.
Por su parte, los seguidores del expresidente y líder de los conservadores Mohamed Hattami, hacen llamamientos para seguir el ejemplo de las milicias Bassiyis que han protagonizado el asalto a la embajada saudí en Teherán, tras el que Arabia Saudí, Sudán y Bahrein han roto relaciones con Irán.
En este contexto, el principal terreno de confrontación entre el bloque árabe ultra conservador liderado por Arabia Saudí y el bloque autodenominado anti-imperialista dirigido por Irán, se encuentra en Siria, cuyo régimen acaudillado por Bashar Al-asad aliado de Irán y de Rusia está siendo acosado por cuatro fuerzas armadas convergentes: el Estado Islámico, el Frente Al-Nusra de Al Qaeda, el Ejército del Islam y el Ejército Sirio Libre.