China estrenará su primera Ley Antiterrorista, aprobada por la Asamblea Popular Nacional el 28 de diciembre, con el envío a Siria de fuerzas especiales del Ejército Popular de Liberación para combatir al Estado Islámico. El Gobierno chino justifica su intervención, que cuenta con el visto bueno del régimen de Damasco, con objeto de salvaguardar la seguridad mundial comprometida por numerosos atentados, según la agencia oficial Xinhua. La decisión de Pekín -hasta ahora en un discreto segundo plano de ayuda militar a Rusia en Siria- confirma que las grandes potencias, bajo la justificación de combatir al islamismo radical, se han embarcado en la creación de un nuevo orden económico, político y social que se dirime a través de la denominada “Tercera Guerra Mundial” contra el terrorismo.
El máximo órgano legislativo de China acaba de aprobar la primera Ley Antiterrorista con objeto de frenar el terrorismo islamista en el territorio chino y ayudar a salvaguardar la seguridad mundial, asegura la agencia oficial Xinhua.
La información de la agencia de noticias controlada por el Partido Comunista chino (PCCh) no deja dudas sobre el fin que ha inspirado la primera legislación antiterrorista del país: “La nueva ley se aprueba en un período difícil tanto para China como para el mundo en general. Los atentados terroristas en París, la voladura de un avión ruso de pasajeros sobre Egipto y los brutales asesinatos de rehenes cometidos por el notorio grupo extremista Estado Islámico están alertando al mundo sobre la creciente amenaza terrorista”.
La nueva ley permitirá por vez primera al Ejército chino participar en misiones antiterroristas en el extranjero
La prensa china recoge que, a partir de este momento, “es legal que el Ejército Popular de Liberación (EPL) participe en misiones antiterroristas en el extranjero”. La Ley Antiterrorista permitirá a las autoridades de Pekín incrementar la represión contra los movimientos que consideren extremistas o afecten a la Defensa Nacional.
El texto legal establece que los operadores de telecomunicaciones y proveedores de servicios de internet estarán obligados a proporcionar apoyo técnico y asistencia a las autoridades policiales y de seguridad nacional en sus investigaciones sobre actividades terroristas o extremistas. Refuerza, asimismo, los controles en el transporte y en los pasos fronterizos.
Nerviosismo de Estados Unidos
La participación del EPL en el exterior contemplada en la nueva Ley Antiterrorista ha caído como un jarro de agua fría en Washington, cuyos diplomáticos y medios de inteligencia afirman que la lucha contra el terrorismo es la coartada perfecta de Pekín para extender su presencia militar en regiones calientes del mundo.
Estados Unidos ha logrado contener al ejército chino desde el final de la Segunda Guerra Mundial, hace 70 años, dentro de sus fronteras. La única presencia militar de Pekín en el exterior se ha reducido a buques de guerra en los mares circundantes al vasto territorio chino y, más recientemente, en la lucha contra la piratería somalí en el Cuerno de África.
Sin embargo, las fuerzas terrestres y aéreas chinas han estado ausentes durante más de medio siglo del escenario internacional. Situación geoestratégica que, a partir de ahora, cambiará radicalmente. La Ley Antiterrorista es solo la “punta del iceberg” de la cada día más tensas relaciones entre Estados Unidos y China, que trata de arrebatar el puesto de primera potencia mundial a Norteamérica.
La Ley Antiterrorista es la “punta del iceberg” de las cada vez más tensas relaciones entre Estados Unidos y China
La virulencia del comentario editorial de la agencia Xinhua tras la aprobación por el Parlamento chino de la nueva ley, sirve de termómetro para medir la tensión creciente entre las dos primeras potencias. Obviamente, el texto, que aparece publicado sin firma, proviene de las más altas instancias del PCCh.
Xinhua arranca el comentario con la afirmación de que “la legislación (antiterrorista) no puede ser bajo ningún concepto la excusa para que un país foráneo emprenda una crítica ofensiva y totalmente injustificada contra China”.
“Estados Unidos -prosigue el editorial- manifestó ‘serias preocupaciones’ sobre la ley, argumentando que ‘haría más mal que bien’ contra la amenaza del terrorismo (…) constituye un hecho conocido que arrojar basura sobre China en cada oportunidad es uno de los juegos favoritos de algunos en Estados Unidos. Sin embargo, quizás muchos desconozcan cómo Estados Unidos -que presume ser el líder mundial contra el terrorismo- llegó a tan sensacional e irresponsable conclusión sobre la legislación china”.
Pekín acusa de doble rasero a Washington
El comentario editorial desvela, a juicio de las autoridades chinas, el trasfondo del enfado norteamericano: “La preocupación estadounidense gira alrededor de dos puntos, el primero relacionado con la petición del Gobierno chino a los operadores tecnológicos (algunos de ellos estadounidenses) de que faciliten las contraseñas de los usuarios de internet y otros datos sensibles en caso de investigaciones sobre actividades terroristas, y el segundo vinculado con las regulaciones más estrictas para la prensa a la hora de reportar noticias relacionadas con acciones terroristas”.
La agencia oficial china culpa a Estados Unidos de ser el maestro mundial de las escuchas: “Aunque es una práctica común obligar a las compañías a ayudar a combatir el terrorismo, parece que Estados Unidos ha ido más lejos al abusar del uso de las llamadas ‘puertas traseras’ para convertirse en maestro mundial de las escuchas ilegales, no solo para espiar a ciudadanos estadounidenses comunes y corrientes, sino también a prominentes líderes extranjeros”.
El comentario de Xinhua concluye con duras acusaciones: “Admítalo o no, Estados Unidos es el creador de los caldos de cultivo del terrorismo con sus actividades militares en Afganistán, Irak, Libia y Siria (…) las críticas estadounidenses contra la legislación antiterrorista china son simplemente otro caso de la aplicación del doble rasero de Washington al abordar el terrorismo”.
En este crispado contexto, se comprende el nerviosismo de Estados Unidos de que China intervenga militarmente en Siria respondiendo a la petición del régimen de Damasco. Con el apoyo de tan poderoso aliado, el presidente Bashar al-Asad consolida su posición en las negociaciones de paz previstas para finales de enero.
China fortalece su alianza estratégica con Rusia y se compromete a invertir 30.000 millones de dólares en la reconstrucción de Siria
Pekín basa su estrategia en Siria en cuatro frentes:
a) Fortalecer su alianza estratégica con la Rusia de Putin, cuestión fundamental para disputar a Estados Unidos el liderazgo mundial en el marco del nuevo orden económico, político y social que se está gestando.
b) Combatir al Estado Islámico permite acabar con los yihadistas uigures, llegados desde la provincia de Xinjiang, cuyo regreso representa un germen de “inestabilidad social” ante el creciente descontento de los trabajadores chinos por el estancamiento de la economía.
c) La presencia militar de China en Siria, y por extensión en el estratégico Oriente Medio y Golfo Pérsico, fortalece al gigante asiático como potencia mundial.
d) China se ha comprometido a realizar inversiones millonarias en la reconstrucción de Siria, lo que representa influencia económica y política en la región en detrimento de Estados Unidos que sale tocado de la guerra siria.
Mantener distraído al pueblo chino
Un quinto frente, que no estaría relacionado directamente con Siria pero de importancia capital para el presidente chino Xi Jinping, persigue mantener al pueblo chino distraído en una “cruzada exterior contra el terrorismo” ante el creciente descontento social por el estancamiento de la economía, como se ha señalado más arriba. En este sentido, la oleada de atentados mundiales habría sido la justificación perfecta para aprobar la Ley Antiterrorista.