La Comisión Europea, en una reunión celebrada a finales de febrero, asumió la adopción del pasaporte de vacunación cual "mesiánica" y “redentoroa” misión común, autootorgándose en el ínterin tres meses para llevarla a cabo.
Ciudadanos de primera y de segunda y de tercera…
El célebre pasaporte que “facilitará” la movilidad entre las diferentes regiones y naciones de la UE será un certificado estrictamente digital. No se trató jamás de vacuna ni de virus ni de asunto sanitario alguno: se trata de datos. Big Data, ¿les suena?
Pasaporte, ampliemos el foco: versión "refinada" del crédito social chino. Buenos y malos ciudadanos, pues. Los chicos "malos": las sanciones incluyen la pérdida de oportunidades de empleo y educativas, así como severas restricciones de transporte. Los que obtienen una puntuación alta reciben beneficios, como descuentos en los servicios otorgados “graciosamente” por el atroz Gran Leviatán y procedimientos más rápidos, ejemplo de tantos, para poder viajar al extranjero. Todo tan bolche…
¿Hasta dónde está usted dispuesto a someterse?
Este certificado, que recibirá el nombre de Certificado Verde Digital (hibridadas en su nombre dos mierderas paranoias eugenésicas del Sistema, claves de bóveda: “Verde” y Digital), incluirá hasta once (curiosa cifra: juas) datos referidos a nuestra salud: entre otros, filiación, si estamos vacunados, con qué marca de vacuna, con qué lote, si nos hemos hecho PCR cuántas y el resultado y si hemos pasado la enfermedad…
Es decir, se crearán diferentes grupos de personas en función a su “salud”. Y quizá lo más despiadado e inmoral de todo sea aquello que se refiere a “inmunidad”. Es decir, si ya has pasado el inexistente SARS-Cov-2 podrás moverte libremente. Mientras tanto el resto de nosotros, pobres viles mortales que no hemos pasado algo que no existe, ni aceptamos introducirnos venenosos fármacos tóxico-industriales en nuestro cuerpo, veremos nuestra movilidad limitada, desaparecida tal vez, un paso más en esta brutal tiranía tecno-sanitaria que escinde y secciona y saja abruptamente el mundo en dos: “sanos” y “enfermos”. Rigurosa traducción: aquellos que aceptan las nuevas reglas del juego y los que las neguemos siempre y en todo momento.
Permitirte participar en la sociedad civil o ser absolutamente marginado, he ahí hamletiano dilema. Si hoy ya se aparta del mundo a aquellos que jamás nos pondremos un puto bozal en la mui, qué sucederá cuando llegue el momento en que no deseen, por ejemplo, someterse al “bio-mejoramiento” que irradia la deletérea cosmovisión transhumanista: seremos implacablemente marginados por no aceptar sus “maravillas”, más bien por no aceptar ser sometidos bajo ningún concepto a sus diabólicos cachivaches tecnológicos transhumanizadores.
El tiránico Sistema siempre te chantajeará, hoy y mañana
Hogaño se realiza con la burda excusa de reactivar ( “recuperación”, blablabla) la economía y que la población continúe llevando las cadenas que le llevan de la esclavitud del trabajo asalariado a unas “vacaciones” de ocio patético, aburrido, mercantilizado y programado con el único fin de que pueda seguir consumiendo(se). En la nueva dictadura sanitaria los movimientos quedarán totalmente restringidos a la aceptación perruna de su “nueva normalidad”, subnormalidad, mejor expresado, en la que intentarán disciplinarnos en base a sus despóticas y absurdas normas sanitarias...
…Y mañana este certificado sanitario será obligatorio para poder trabajar, consumir ocio o coger el bus. Todos nuestros personales e intimísimos datos, como son los referentes a nuestra salud, acabarán en empresas que maximizarán beneficios con nuestros sacrosantos datos vendiéndoselos a terceros. O en poder del Leviatán que, con ellos, nos seguirá reprimiendo, sojuzgando, oprimiendo…
…Nos hallamos, pues, ante un nuevo e insoportable panóptico tecnológico que ya van configurando las tecnologías “portables” (wearable tech) o los siniestros smartphones, nuestro gran caballo de Troya: seremos controlados y esclavizados, trazados y monitorizados. Salvo que se lo impidamos.
En fin.