Medidas del último año. Control mental mediante trauma. Nada que ver ni remotamente con lo inexistente sanitario. Medidas para acabar con nuestra libertad. Y, sobre todo, nuestra humanidad. NADA MÁS. Las joyas de la corona. El puto bozal. Y, clave de bóveda, distancia social. Los aprendices de brujo, pareciera magia negra mediante, utilizando un virus ficticio y una falsa pandemia como pretexto para acelerar un plan perfectamente diseñado hasta el último detalle, como se confirma cínicamente en el manifiesto del Gran Reinicio. Ya saben, Klaus Schwab, dirigente del Foro Económico Mundial.
Además de presentador de los aciagos ciberpoligoneros.Mundo futuro, una puta mierdaEl mundo post-covid, pésima película de ciencia ficción. Una vastísima e inabarcable basura. Un mundo infinitamente totalitario en el que lo digital y, en consecuencia, el robot, cobran cada vez más importancia a medida que la sociedad se deshumaniza irremediablemente ¿Lo van entendiendo? La deshumanización progresiva deviene el ineludible avatar del transhumanismo. Y de la Inteligencia Artificial. Procesos simultáneos, pues.
Y, mientras, granreseateándonos, el Nuevo (des)Orden Mundial, germina nuevo concepto: Untact. Sin contacto. Significando en puridad, claro, sin contacto humano. La farsa covid, coartada aceleradora. Dado que el otro humano se presenta como un “potencial peligroso vector/transmisor del virus”, el contacto directo con el menor número posible de otros humanos debe reducirse al mínimo, rebuzna el relato de los mamarrachos covidiotas.
Sin contacto: he ahí el nuclear meollo del mundo diseñado por esta caterva de sociópatas. Siempre auxiliados por el Big Tech. Y el monstruoso Gran Leviatán, mientras, animando a las sumisas empresas a desarrollar robots, vehículos autónomos, drones, hospitales basados en la inteligencia artificial y cualquier otra tecnología que pueda reducir, hasta hacerlos esfumarse, los contactos humanos. El circovid ha permitido, curioso, que los gobiernos planetarios que lo eleven a la categoría de proyecto social.
Un mundo espantosoEl imparable desarrollo de la 5G (¿vinculada a la sobre-mortalidad de marzo y abril en España?), la robotización y la inteligencia artificial deben, según los diabólicos planes pergeñados, modificar todos los aspectos de nuestra existencia. Los restaurantes, por ejemplo, serán sustituidos por cadenas de restauración sin personal humano, en las que los autómatas preparan los pedidos y los sirven en la mesa. La enseñanza a distancia se convertirá en la norma. Hospitales equipados con inteligencia artificial ultra-desarrollada darán prioridad a los cuidados a distancia. La mayoría de las tiendas desaparecerán en favor del comercio online. Muchas entregas se harán con drones.
Más ejemplos: las conversaciones en línea con interlocutores profesionales se convertirán en la norma. Se alentará frenéticamente a que los vínculos con amigos y familiares dejen de existir, excepto a través de pantallas interpuestas. Las actividades de ocio (escuchar un concierto, visitar una exposición,...) se harán virtualmente frente a una pantalla. Las Smart Cities (ciudades “inteligentes”) se desplegarán con la "ausencia de contacto humano" como regla axial.
Nací humano, moriré como tal…Una nueva vida, que incluya menos contacto cara a cara. Los sociópatas globalistas lo denominan "cultura sin contacto", apoyada en la cuarta revolución industrial, incluyendo, como comenté anteriormente, nuevas tecnologías como la inteligencia artificial y la letal 5G. El mundo añorado por el genocida Klaus Schwab en nombre del Foro Económico Mundial. Húmedos sueños de ancianos que ansían el exterminio (y la mutación) de la humanidad. Great Reset. Gran Reinicio. Bienvenido a Brave New World (Un mundo feliz). Una puta mierda de mundo, vamos...
…Y algunos me siguen preguntando por qué admiro tanto a Ned Ludd. Y a los amish. Y a todos los tecnófobos que en el mundo han sido y, afortunadamente, serán. Y lo dicho, besos (de tornillo, mejor), rotundos abrazos, a darse largamente la mano. En definitiva, a no dejar nunca jamás de ser lo que somos. Humanos, demasiado humanos. Y a reventar las nuevas tecnologías, nuestro caballo de Troya.
En fin.