OPINIÓN

El estado del estado (71): El problema de Occidente (X)

Carlos González | Lunes 07 de diciembre de 2020
Respecto a la persona –raramente personas, aunque ha sucedido en la historia, piénsese en los triunviratos Romanos o en los primero comités de la URSS- que ejercen el Liderazgo físico, momentáneo, Yony nos dice que hay muchos y buenos estudios sobre él.

Es cierto que ya desde los presocráticos se planteaba su estudio, tema también tratado por Aristóteles. Los Estoicos Romanos fundamentaban su Vir Vires, de ahí las virtudes, sobre todo las Cardinales –léase a Lucio Anneo Séneca (4-65DC.) y su, De Virtutem-, en los mejores conocimientos y prácticos que debía conocer y poner en práctica el futuro Líder si de verdad quería ejercer un efectivo y completo liderazgo. Quizá en el fondo toda la formación de los que luego serían sus mejores hombres se hacía pensando en las dotes de las que debía disponer ese auténtico Líder.

La Iglesia Católica –el propio Catolicismo frente a la inicial Iglesia Ortodoxa es un ejemplo de estudio y puesta en práctica de un liderazgo único, el Papa- dispone de enormes estudios acerca de las cualidades, aptitudes y actitudes a desarrollar por su líder terrenal único. En otras culturas, como la persa, también se ha estudiado en profundidad el tema, así como el propio Confucio. En la historia de la cultura laica occidental tenemos entre otros a, El Príncipe, de Nicolás de Maquiavelo. En él se explica con claridad cuál debe ser la actitud y la aptitud de ese líder físico –príncipe- que debe adoptar decisiones difíciles para todo el GSO.

En estos momentos hay múltiples estudios bastante bien fundamentados para comprender lo que es un buen Líder, unos de los recomendados son, con ese mismo nombre, los distintos libros escritos acerca de, El Liderazgo, de Daniel Goleman, y sobre todo, Joseph Nye, también con varios libros, uno de los principales, Las cualidades de un líder. En ellos nos explican con bastante claridad que características fundamentales deben anidar en la Psicología de una persona que pretenda ejercer un liderazgo, ya sea empresarial, político o de cualquier otro contenido. Están basados sus fundamentos –como no podía ser de otra forma- en el mejor conocimiento de la Psicología humana. Nos dejan claro dos cosas, una, como dice el refranero castellano, “El que quiera saber a Salamanca”, pero teniendo muy claro el viejo latinajo, “Lo que natura non dat, Salamanca non prestat”. Es decir, es un compendio constante entre la cualidades hereditarias de la psicología de la persona, hay individuos/as con mucha mayor carga de empuje de testosterona que otros/as, pero Nye deja muy claro que hay un gran conjunto de conocimientos que debe aprender y poner en práctica una persona formada si quiere, de verdad, llevar a cabo un mejor liderazgo.

Tal como funciona toda la naturaleza de la que formamos parte, es decir, con constantes fuerzas contradictorias buscando el equilibrio -la constante que queda es lo forma todo lo existente y que apreciamos-, en el caso del Líder surgen inmediatamente dos o más fuerzas en constante choque: La primera, es que ahora es responsable y ha de adoptar todas aquellas decisiones que afectan a la totalidad del grupo, con perjuicio claro en muchas ocasiones para personas o colectivos concretos, por ello disponen de poder de decisión concedido por el grupo sobre esos temas. La segunda, es que sigue siendo una persona como los demás con sus sentimientos y sus intereses concretos. Por ello se plantea tanto para él/ella, como para todo el grupo: Cómo limitar el nepotismo, la avaricia, la soberbia, y adoptar decisiones que traten de ser lo más justas posibles y velando de forma imparcial lo mejor para el grupo. Estas dos fuerzas lucharán en su interior toda su vida y equilibrarlas es lo que pretenden todas las religiones e ideologías con sus dogmas y preceptos. Y también de forma práctica y efectiva, con la legislación constitucional en la mano, pretende toda democracia moderna.

Debemos tener presente que ese liderazgo siempre se ejerce apoyado -en el mejor interpretación aceptada- en el liderazgo cultural o civilizatorio –en aquel conjunto de creencias, costumbres y leyes que acepta como sus principios ese GSO-. Con ellas se le puede juzgar a ese mandatario máximo si alguien alcanza la suficiente fuerza para llevarle a juicio. En las democracias se hace con las votaciones en los parlamentos y con el tribunal supremo competente.

Si se alcanza un buen equilibrio entre la dirección del Líder y la jerarquía del grupo este funciona como un reloj. Si se rompe esa constante caemos siempre en los extremos de ese desequilibrio: O en la dictadura, o en el anarquismo. Ambos desastrosos para los intereses de ese GSO.

Yony nos recomienda que leamos todo lo que podamos sobre el liderazgo físico porque ya hay muchísimo publicado.

Sobre el autor

Carlos González-Teijón es escritor, sus libros publicados son Luz de Vela, El club del conocimiento, La Guerra de los Dioses, El Sistema, y de reciente aparición Psicología de virtudes y pecados, de editorial, Letras de autor.

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