OPINIÓN

Un virus llamado racismo

Un español en Alemania (66)

Jose Mateos Mariscal | Domingo 15 de noviembre de 2020
El racismo, como la xenofobia y la etnofobia, tiene una característica común con el COVID-19. En cuanto “enfermedades contagiosas” acechan sin ser vistas, se propagan rápidamente, causan graves daños en las personas y, en general, en las sociedades.

Reparar las consecuencias de este tipo de discriminaciones, no digamos ya curarlas (o prevenirlas), exige otra forma de actuar. Como recordaba Maquiavelo, si se quiere predecir el futuro, se debe tener en cuenta el pasado, porque los acontecimientos humanos siempre se parecen a los de los tiempos anteriores.

La lucha contra la discriminación por origen racial o étnico, y contra la xenofobia, no es una cuestión nueva. De hecho, el instrumento internacional de referencia, la Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial.

La discriminación racial ha aumentado en Alemania. Según la Agencia Federal contra la Discriminación, la cifra absoluta de incidentes racistas denunciados crece más rápido que otras formas de discriminación. Si se revisan las estadísticas oficiales de delitos, hubo casi un 22% más de ataques racistas en 2019 que en 2018. Sin embargo, faltan datos que permitan a la agencia ver cómo el racismo afecta a grupos específicos de personas. Alemania no recopila información sobre el color de la piel o la etnia.

Eso es un problema, afirma Daniel Gyamerah, que investiga sobre racismo. "Son vistos como emigrantes y experimentan el racismo contra las personas emigrantes, pero no hay investigaciones al respecto", explica. "Los políticos se fijan en los números", dice, e insiste en que se necesitan más evidencias de racismo para lograr que quienes diseñan políticas actúen.

Legado del Tercer Reich

Es imposible hablar de racismo en Alemania sin mencionar el nacionalsocialismo. Los efectos del período nazi en la sociedad alemana aún persisten. Y algunos expertos atribuyen la incapacidad del país para abordar adecuadamente el racismo en el discurso público de hoy como una respuesta a la comprensión de la llamada "raza” o etnia durante el Tercer Reich.

Existe la idea de que "al reconocer diferencias étnicas, se las estás promoviendo", dice Sarah Chander, activista de justicia social con sede en Bruselas. Ella cree que los políticos deben familiarizarse con la mirada de las organizaciones antirracistas sobre estos temas, para hacer frente a la discriminación.

"Necesitamos reconocer las diferencias sociales que se nos atribuyen con la etnia", dice Chander, cuyo trabajo le ha dado una visión general del problema en toda Europa. "No podemos esperar que esas diferencias no existan si no hablamos de ellas", enfatiza.

El miedo o el prejuicio insano al extraño ha sido desde siempre un mal que se contagia fácilmente en todas las sociedades. Sin embargo, la pandemia ha elevado la sospecha entre nosotros y ha disparado el rechazo hacia el diferente. El ámbito de análisis no es solo local, sino que es un fenómeno global. Hay ejemplos alrededor del mundo que invitan a la reflexión. Por ejemplo, al principio de la crisis del coronavirus, cuando solo afectaba básicamente a China, los ciudadanos chinos en Alemania vieron cómo eran víctimas de actitudes xenófobas.

Ahora desconfían del vecino y estigmatizamos por partida doble a los Emigrantes. “Nos vienen a robar el trabajo... Y ahora a contagiarnos”, se escucha en cualquier tertulia de acera en Wuppertal. La reacción desmesurada de unos vecinos ayer ante emigrantes y el miedo al contagio en Alemania es la escenificación de ello. ¿Miedo al coronavirus o racismo? Mirar para otro lado no es la solución.

“Coronadeprimidos”

La crisis económica que ha generado la pandemia de la COVID-19 se ha ensañado con las poblaciones vulnerables. Por eso, los emigrantes que no logramos conseguir empleos formales, sufrimos mucho durante la cuarentena.

Las deudas por coronavirus agravan miseria en Alemania y disparan los suicidios
“La gente recurre a usureros para salir adelante y pagar a sus deudas”, dice Beatrice Schmidt: "Antes de que te des cuenta, debes tanto dinero que no puedes devolverlo".

Los médicos y el personal sanitario están alarmados por este ambiente depresivo. La psicóloga Beatrice Schmidt que tiene un consultorio privado en Colonia, la capital económica la Region de Renania del Norte, está preocupada por la cantidad de pacientes a los que ha atendido este año por motivos relacionados con las consecuencias de la pandemia. "Ansiedad, incertidumbres en varios frentes... He recibido a más personas invadidas por pensamientos suicidas".

Las estructuras públicas de salud mental carecen de personal y fondos para tratar a quienes lo necesitan, una tendencia acentuada con la epidemia.

Al personal psiquiátrico de los hospitales públicos se le pide que ayuden sobre todo en las salas de maternidad y pediatría, desbordadas, reconoce una funcionaria del ministerio de Salud.

Y el coronavirus ha agravado el sufrimiento de las personas psicológicamente frágiles, que son objeto de discriminación o estigmatización. "Estas personas son vulnerables. Entonces cuando les pedimos además que se aíslen por la epidemia, aumenta el riesgo de suicidio: es el doble castigo", enfatiza Frau Schmidt.

Por ahora, mi familia solo acumulamos las deudas de aquiler de servicios, mientras la curva de infectados baja para volver a la normalidad en Alemania.
Nosotros somos luchadores, y a pesar de la adversidad, seguiremos aquí porque la vemos como una tierra con mejores oportunidades que nuestra España natal. Sin embargo, la pandemia también afectó nuestra labor por el cierre de las fábricas, creando un nuevo perfil de emigrante arruinado por el coronavirus en Alemania.

TEMAS RELACIONADOS:


Noticias relacionadas