Resulta patético asistir a la transformación del partido que protagonizó, en gran medida, la transición en España de la mano de Felipe González en el Partido Sanchista Obrero Español, gracias a su maridaje en la Moncloa con ese siniestro Pablo Iglesias, líder del partido Podemos, financiado por Hugo Chávez y Nicolás Maduro.
No se como los votantes, los millones de votantes que le dieron el poder a un Pedro Sánchez, que no se cansaba de repetir en las televisiones que jamás pactaría con Bildu, que no dormiría si gobernara con Pablo Iglesias y demás grandilocuentes frases, se sentirán después de la traición.
Porque pactar con los herederos de tiro en la nuca no es pasarse una línea negra, como dice el cobarde de Pablo Casado, temeroso de que el gallego Alberto Núñez Feijoo, le ocupe su despacho en Génova trece. Es algo mucho más grave que jamás imaginábamos que llegaríamos a ver, sobre todo después de las reiteradas veces que el inquilino de la Moncloa lo prometía una y otra vez.
Imagino que los mismos votantes de en su día auparon a Pedro “El Guapo”, como le califica el coletas, perdón, el moñas con pendientes negros, lo echarán a patadas, como en día hicieron con otro descerebrado, como hicieron con un Rodríguez Zapatero que ahora representa al narco estado venezolano de Nicolás Maduro y el clan de los Soles, para vergüenza de España.