Estados Unidos ha desafiado al Gobierno chino y enviado un destructor lanzamisiles a las aguas de las islas artificiales construidas en el mar del sur de China, a pesar de la advertencia de Pekín de abrir fuego contra cualquier fuerza militar que se acerque al archipiélago en disputa. La tensión entre las dos superpotencias alcanza niveles desconocidos hasta la fecha.
El Pentágono confirmó el lunes 26 de octubre, a través de un portavoz, que Estados Unidos llevaba a cabo “operaciones rutinarias en el mar del sur de la China acordes a la ley internacional”. A su vez, el Gobierno chino aseguró que se “reserva el derecho de tomar acciones”, entre ellas abrir fuego contra los buques estadounidenses.
Pekín, de momento, se ha limitado a una protesta oficial a la Embajada de Estados Unidos en la capital china y a formular una queja a través de su legación en Washington. “La soberanía de China sobre las islas y sus aguas adyacentes es indiscutible”, subrayó el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores Lu Kang.
El Gobierno chino ha construido siete islas artificiales sobre el pequeño arrecife de Spratly en el Mar Meridional de China. Un enclave estratégico por el que transitan el 30% de las rutas comerciales del planeta
Horas antes el portavoz del Departamento de Estado, John Kirby, señaló que Estados Unidos “no tiene que consultar a ninguna nación cuando se ejercita el derecho a la libertad de navegación en aguas internacionales”.
Las islas Spratly poseen un enorme valor estratégico al estar situadas en medio de las rutas marítimas por las que transcurre el 30% del comercio mundial.
Chinos y norteamericanos han incrementado en los últimos meses su “pulso militar”. El envío de un destructor lanzamisiles a navegar las aguas circundantes del citado arrecife es la respuesta a una operación similar de buques chinos el pasado mes de septiembre que patrullaron dentro de las 12 millas las islas Diomedes, en el estrecho de Bering, frente a la costa de Alaska, pertenecientes a Estados Unidos y Rusia.
La prensa norteamericana afirmó que era la primera vez que la marina de guerra china estuvo más cerca de las costas de Estados Unidos.
El comandante de la Flota del Pacífico, almirante Harry Harrys Jr, aseguró el verano pasado que China ha levantado una “gran muralla de arena” de cuatro kilómetros sobre bancos de coral y vertido después toneladas de cemento para asegurar la superficie, lo que causa “una gran preocupación” en Washington ante la posibilidad de que Pekín pueda utilizarlas con “fines militares o para apoyar sus reclamaciones en la región”.
El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, Lu Kang, respondió que “no aceptamos críticas ajenas cuando simplemente construimos instalaciones en nuestro propio territorio”.
El Pentágono subestimó el alcance de la operación de ingeniería china que ya ha ganado al mar más de 1.000 hectáreas
Según un informe del Pentágono sobre la construcción de las islas artificiales por China, citado por la agencia Reuters, los analistas militares estadounidenses subestimaron el alcance del proyecto. Cuando comenzaron los trabajos en diciembre de 2013 creyeron que Pekín trataba de ganar al mar unas 800 hectáreas, pero en junio pasado superaban las 1.170 hectáreas.
Hasta el momento el Gobierno chino ha creado siete nuevas islas artificiales y en una de ellas ha construido una pista de aterrizaje de 1,9 km para aeronaves basadas en portaaviones. El informe del Pentágono señalaba que “la infraestructura levantada por China le permitirá establecer una fuerte presencia estratégica en la región”.
Pekín ha destacado a las nuevas islas artificiales varios miles de militares y civiles, y la inteligencia estadounidense confirma la presencia constante de buques de guerra y mercantes en el nuevo enclave.
El hecho de que los islotes apenas sobresalen unos metros sobre el nivel del mar, como se muestra en la secuencia de fotografías áreas, es utilizado por China para reclamar su propiedad y, lo más importante, el territorio y los recursos en las aguas que las rodean.
Si China controla las islas Spratly podrá desplegar su poder sobre los 2,5 millones de Km2 del Mar de China Meridional con todo su petróleo y riqueza pesquera.
Según la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, un país sólo puede ser dueño de un pedazo de mar, un país que es dueño de una isla, también es dueño de 22 kilómetros de lecho marino alrededor de la misma y tiene derecho a explotar los recursos hasta 370 Km alrededor de la isla.
Sin embargo, el Gobierno chino reclama la propiedad no sólo del Mar de China Meridional sino de su lecho marino y sus recursos, muchos de los cuales están a cientos de kilómetros de distancia de la costa china. Pero Estados Unidos no reconoce la reivindicación territorial de China sobre estas islas.
Los 10 países miembros de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN), integrada por Malasia, Indonesia, Brunéi, Vietnam, Camboya, Laos, Birmania, Singapur, Tailandia y Filipinas (en total 600 millones de personas), se oponen a la creación de las islas artificiales.
Otros países como Vietnam, Filipinas, Taiwán y Malasia reclaman las aguas donde se levantan las islas artificiales.
Washington y Pekín se juegan en las islas del mar de China cuál de las dos superpotencias establecerá las reglas del siglo XXI
El periodista de la BBC Bill Hayton en su obra “El Mar de China Meridional: la Lucha por el poder en Asia”, un libro que ha recibido excelentes críticas de medios de comunicación tan influyentes como “The Economist”, “The Wall Street Journal”, “The South China Morning Post” y la revista “Monocle”, se pregunta “cómo unas de las islas más pequeñas del planeta son ahora el centro de una de las mayores disputas territoriales del mundo”.
Hayton recoge en su libro que “el enfrentamiento entre las dos superpotencias en el Mar de la China Meridional se produce por dos motivos. Primero, por determinar qué país es el dueño de los islotes y, por tanto, tiene derecho a ocuparlos. En segundo lugar, en el fondo se está ventilando cambiar el sistema que ha regido el mundo desde la Segunda Guerra Mundial, y quien se quede con la propiedad de las islas habrá establecido las nuevas reglas”.
Los estrategas chinos observan con recelo como Estados Unidos está montando un cinturón militar en el sureste asiático para frenar el expansionismo de Pekín. A medida que el gigante asiático (1.367 millones de habitantes) trata de extender su control sobre las aguas de sus mares circundantes, está desafiando tanto a los países de la región como al actual status internacional impuesto por Estados Unidos.
“Japón necesita que un barco petrolero o de gas atraviese el Mar de China Meridional cada seis horas para mantener a su economía en funcionamiento”, y esta dependencia energética se repite en Corea del Sur, apunta Hayton. Ambos países temen que China pueda llegar a paralizar sus economías en un eventual conflicto. Además, Japón tiene su propia disputa con China por las islas Senkaku/Daiowu.
Pero la cuestión de las islas Spratly, piedra de toque de un nuevo orden internacional como comenta Hayton, es solo la “punta del iceberg” de un problema de mayor alcance: el temor de que China comience a construir decenas de islas artificiales en los arrecifes que pueblan el Océano Índico.
Las alarmas han saltado ante una enmienda constitucional aprobada el pasado mes de julio por la pequeña nación del archipiélago de las Maldivas que, por primera vez, permite a los extranjeros comprar tierras si el 70% de las mismas son recuperadas al mar.
Pekín quiere extender su poder en el Océano Índico comprando islas deshabitadas en el inmenso archipiélago de las Maldivas
La República de Maldivas cuenta con 1.200 pequeñas islas en el Océano Índico, de las que apenas 200 están habitadas, que despiertan el interés comercial y militar de China.
Fuentes de inteligencia europeas manifestaron a MIL21 que una vez que China se instala en una pequeña isla ubicada en una zona prioritaria para sus intereses, el desarrollo de actividades comerciales en la misma no entra en colisión con su utilidad como punto de aprovisionamiento logístico para la Armada china o para llevar a cabo labores de inteligencia electrónica.
Pekín ha efectuado fuertes inversiones durante los últimos años en las Maldivas como parte de la “Ruta de la Seda Marítima”. El presidente chino Xi Jinping, en el transcurso de una visita a Maldivas en septiembre de 2014, prometió estrechar las relaciones bilaterales y financiar la ampliación del aeropuerto internacional de Malé.
Si el presidente del poderoso gigante asiático recala en las diminutas Maldivas, es porque el millar de arrecifes y pequeñas islas han entrado a formar parte del “interés estratégico” del expansionismo chino en el Índico.