El éxito militar de Rusia en Siria ha sorprendido al jefe de las fuerzas de Estados Unidos en Europa, teniente general Ben Hodges. “La capacidad de los rusos de mover gran cantidad de fuerzas muy rápido y sus nuevas armas no es algo que nos guste”, asegura el máximo responsable del Pentágono en suelo europeo. El sobresalto se ha extendido a la OTAN, según revela el periódico italiano “Il Giornale”.
En declaraciones a la publicación “Defense News” el 18 de octubre, el general Frederick Benjamin (Ben) Hodges (57), jefe de las fuerzas estadounidenses en Europa, muestra su sorpresa por “la capacidad de los rusos de mover un montón de cosas muy rápido”.
Y se sincera al reconocer que “yo soy uno de los sorprendidas por el movimiento de los rusos en Siria. Pensé que estaban tan estresados con lo que estaban haciendo [en Ucrania] que no me di cuenta de que también tenían capacidad de trasladarse a Siria”.
En sus declaraciones el general Hodges afirma que “desde Kaliningrado y Crimea, Rusia es capaz de negar el acceso [de las fuerzas de la OTAN] al Mar Báltico y al Mar Negro”.
Y añade: “Asimismo, tienen la capacidad de crear una especie de burbuja que abarca más de un cuarto del Mediterráneo con los sistemas de defensa aérea que se han desplegado en Siria”. Sin citarlos expresamente, se refiere a las distintas familias de misiles antiaéreos S-300, a los bombarderos que operan desde la base aérea de Latakia y a los buques de guerra desde la base naval de Tartus.
Los estrategas del Pentágono han subestimado la capacidad de sacrificio del pueblo ruso y parecen haber hecho caso omiso de las “lecciones aprendidas” que estudian en las academias militares sobre la denominada “Gran Guerra Patria”, que supuso para la Rusia laminada por la invasión nazi poner en pie de guerra una gigantesca maquinaria militar con millones de hombres y mujeres.
En este caldo de cultivo, la agencia Reuters desvelaba el 8 de febrero en una información exclusiva que los Comités de Inteligencia del Senado y la Cámara de Representantes estadounidenses habían comenzado a investigar “por qué las agencias de inteligencia tardaron en comprender el alcance y la intención de la ofensiva de Rusia en Siria”.
Los legisladores norteamericanos quieren conocer donde se encuentran los “puntos ciegos” de la comunidad de inteligencia que habían llevado a conocer por sorpresa la adhesión rusa de Crimea el año pasado y ahora la intervención en Siria.
Según Reuters un alto funcionario del gobierno, que pidió no ser identificado, insistió en que no había “ninguna sorpresa” y que las autoridades estaban “cómodas” con la inteligencia que recibieron en el período previo a la ofensiva rusa.
“Las agencias de espionaje habían rastreado cuidadosamente acumulación de material y personal en Siria por parte del presidente Putin”, aseguraba el funcionario. Reconoció, sin embargo, que “los responsables de inteligencia se vieron sorprendidos por la velocidad y agresividad de la ofensiva aérea rusa y los objetivos atacados, que incluían a los rebeldes apoyados por Estados Unidos”, destaca la agencia de prensa.
En este ambiente le es difícil al presidente Obama tomar las decisiones correctas para recuperar la iniciativa ante Rusia, concluía Reuters.
Es evidente que la Administración norteamericana, las agencias de inteligencia, el poder legislativo y los propios militares, como atestigua el general Hodges, se encuentran ante un fuego cruzado en el que unos y otros se culpan. Un escenario que el consumado jugador de ajedrez y exespía Vladimir Putin aprovecha hábilmente.
El diario de Milán “Il Giornale”, fundado en 1974 por el prestigioso periodista Indro Montanelli y actualmente propiedad de la familia Berlusconi, da un paso más y afirma en un largo artículo que los Estados Unidos se encuentran en estado de shock por la inesperada capacidad militar de los rusos en Siria.
“No solo por sus nuevas armas extremadamente precisas, sino también por su velocidad de movimiento y la desfachatez del Kremlin al desafiar abiertamente a los norteamericanos a que les entregasen la lista de los objetivos terroristas que les gustaría fuesen bombardeados”, explica el periódico italiano.
En la misma línea se pronuncia el almirante Mark E. Ferguson, jefe de las fuerzas navales de Estados Unidos en Europa, quien durante un discurso el pasado 6 de octubre en el Cuartel General de Nápoles, afirmó que “Rusia está construyendo un “arco de acero”, una red de bases sobre los flancos, desde el Báltico hasta el mar Negro, para socavar la OTAN”.
Las declaraciones de los máximos responsables militares estadounidenses confluyen en una mezcla de sorpresa por el órdago de Putin en Siria, de temor ante la posibilidad o certeza de que los ejércitos de Estados Unidos y la OTAN hayan sido desbordados tecnológicamente por una nueva generación de armamento ruso, y la denuncias de que Moscú construye un “arco de acero” formado por bases para neutralizar a la OTAN.
Sin embargo, en esta lucha de intereses encontrados entre los dos bloques, los militares norteamericanos ocultan que la ampliación de la OTAN hacia el Este tuvo desde su inicio la finalidad de crear un “cordón sanitario” alrededor de Rusia para impedir que resurgiese como potencia militar de primer nivel.
De lograrlo, Estados Unidos tendría las manos libres para volcar sus esfuerzos militares en el que, de hecho, será su principal adversario a lo largo del siglo XXI: China, que le disputa el liderazgo de la economía mundial.
“Cordón sanitario” y “arco de acero” entre Estados Unidos y Rusia. “Collar de perlas” y “nueva ruta de la seda”, impulsadas ambas por China para afianzarse como gran potencia mundial. Son piezas del gran tablero de la geopolítica global en el que subyacen colosales intereses económicos, como el control de los recursos naturales (petróleo, gas, minerales y agua dulce) y las rutas comerciales que vertebran el comercio y la vida de 7.000 millones de personas.