J.M.MARTÍNEZ DE HARO | Sábado 10 de octubre de 2015
Tras las elecciones catalanas se ha abierto un periodo de estupor y agitación que afecta a los grandes partidos constitucionales. El PP no asimila la magnitud de la derrota que abre en canal sus expectativas electorales. La Banca y el gran capital apuestan por la izquierda moderada: un pacto post electoral PSOE-Ciudadanos que enderece el rumbo político.
Como ha recalcado el presidente de honor de los populares José María Aznar, el PP ya ha recibido cuatro avisos del electorado sin que haya variado un ápice la actitud del presidente del Gobierno en su percepción de una realidad que se hace patente en la constante pérdida de votos.
No parece Mariano Rajoy el líder decidido a un sacrificio personal y político que anuncie nuevo rumbo en esta situación de declive que ha calado en la opinión pública y está devaluando a la marca PP. Diputados y senadores populares comentan cabizbajos sobre su futuro a la vista de las encuestas.
El gran partido del centro derecha español pasa por su horas más bajas y eso desconcierta a los analistas políticos por cuanto aún dispone Rajoy de una mayoría absoluta que le permitiría dar un golpe de timón para recuperar la esperanza entre sus votantes migrados a otros partidos o resignados en la abstención.
En los círculos muy próximos a la dirección del PP se piensa que aún queda margen para esa gran sorpresa, que habrá que esperar a finales de este mes de octubre para finalmente ver ese gesto del Presidente, que aún no entiende que su figura está cuestionada en amplios segmentos del electorado y también en los consejos de administración de las grandes empresas y entidades financieras.
Así están las cosas cuando estamos a dos meses de las elecciones generales y en la sede del PP las grandes lumbreras tratan de hacer visible un aire de victoria que apenas traspasa los muros de Génova 13. El gran asesor áulico, Pedro Arriola, empecinado en sus dotes nigromantes, anima a seguir ignorando a Ciudadanos y resta importancia a los 25 diputados obtenidos en Cataluña.
Los más bobos, portavoces y espontáneos forofos atacan a Ciudadanos con un estilo tabernario que rebaja su propia incapacidad. La realidad es que sueñan secretamente con un acuerdo post electoral PP-Ciudadanos, pero callan lo ya anunciado: Albert Rivera no está dispuesto a pactar con “este PP de Mariano Rajoy”. No se refiere explícitamente a otro PP sin Rajoy.
La realidad que describen las encuestas no cubre estas expectativas de pacto para una mayoría parlamentaria con cierta estabilidad. Las posibilidades de los populares se verán aún más mermadas con los escándalos de corrupción que afectan a señaladas figuras del partido que se pasean por los Juzgados y que ocuparán los telediarios hasta las elecciones generales con nuevos imputados por la Púnica, o el culebrón de Rodrigo Rato, incluso el caso Noos. Un panorama inquietante para un PP que ahora reconoce, en boca de Mariano Rajoy, que no estuvieron muy diligentes frente a la corrupción.
Los poderes fácticos y el gran capital no se desaniman. Y como es costumbre, ya han encendido otra vela a la izquierda moderada. Para los dirigentes de las grandes empresas y finanzas, el escenario podría tener un aceptable desenlace tras las elecciones generales.
Ya no se esfuerzan por alentar el pacto entre PP y Ciudadanos. En privado sostienen que todo ha cambiado tras los resultados en Cataluña y la posterior reacción del PP y de Rajoy, agravado todo ello con las encuestas de Metroscopia en la Comunidad Valenciana donde el PP pasaría a ser la tercera fuerza política.
Esta es la razón por la que ahora mismo apuestan por un pacto post electoral entre PSOE y Ciudadanos que podría enderezar el rumbo político con el apoyo de IU, una vez desbaratada la coalición de Garzón con Pablo Iglesias.
Se trata, según los impulsores, entre los que figura un sociólogo de prestigio y veteranos políticos socialistas bajo el paraguas de PRISA, de recomponer un bloque constitucional pero sin el protagonismo del PP.
De este modo se alejaría a Pedro Sánchez de la tentación de formar un pacto de gobierno con otros partidos radicalizados a su izquierda: Podemos, Compromís, CUP, mareas y asambleas varias.
Lo que se ha venido en calificar como un Frente Popular que inquieta a las cancillerías europeas y afectaría muy negativamente el futuro de la economía española. El ejemplo de la investidura del próximo Presidente de la Generalitat, en manos de un partido revolucionario ha hecho saltar las alarmas institucionales, económicas y políticas a niveles nunca conocidos.
La incógnita que queda por desvelar es hasta dónde está dispuesto a llegar el pragmatismo político de Pedro Sánchez, empeñado en gobernar a costa de su propio partido que se alejaría del espacio de centro izquierda propio de la socialdemocracia europea.
Los pactos tras las elecciones autonómicas y municipales han dejado un rastro de oportunismo político que ha dado una cuota de poder al PSOE a pesar de sus malos resultados electorales. Tal situación parece confortar a los cargos socialistas que soportan las críticas convencidos de que el único objetivo es el poder.
Habrá que esperar al próximo enero y pensar que nuestros dirigentes serán capaces de revestir la política de toda la dignidad y altura de miras que requieren los momentos excepcionales que vivimos. Que, por una vez, se alejen de intereses partidistas y orienten todo su esfuerzo y generosidad a reforzar arquitectura institucional y política de España.
Noticias relacionadas