OPINIÓN

Populismos (V): ¿Qué proponen?

Carlos González | Jueves 01 de octubre de 2020
Sus propuestas son sencillas, claras y directas. Nunca requieren una gran dosis de formación intelectual. Están destinadas a las mentes más intermedias de esa sociedad, incluso a los menos formados. No caben grandes reflexiones ni contraposiciones ideológicas. Sus salidas son la mar de comprensibles y aplicables.

Al no profundizar en idea o solución compleja, su lenguaje es terriblemente simple y sin posibilidades de confrontación, porque ya se guardan muy mucho de no permitir dicha discusión profunda. Por ello, cuando hablan de defender la nación o cultura o civilización propia, como Marine le Pen y Trump o el Brexit, elaboran una propuesta absolutamente indiscutible: ¿Quién en su sano juicio no va a defender su nación, estado o cultura? Y acaban de salida con la discusión porque, de nuevo: ¿Quién en su sano juicio puede defender que hay que atacar la propia nación o civilización? Absurdo, absurdo.
Pero jamás descenderán a especificar qué debe hacerse para defender la nueva grandeza de América. Porque ya saben que se origina una discusión que nunca podrán ganar. Al profundizar en los nacionalismos ya provocan grandes disensiones porque unos ciudadanos defenderán el comercio y otros el proteccionismo. Unos dirán que es bueno viajar a universidades extranjeras y adquirir conocimiento, y otros que hay que potenciar las propias y no gastar recursos en el exterior. Unos, que es bueno la diversidad de pensamiento y otros defenderán que solo vale la más pura ortodoxia ideológica, En fin. En ese mismo momento ya han perdido porque se divide la sociedad –legítimamente para enriquecerse y decir no al monolítico discurso- y no sigue sus cortas propuestas simplonas de : “Hagamos grande América”.
Otros proponen algo tan sencillo que ya está explicado y aplicado en cualquier religión desde tres o cuatro mil años atrás. El Judaísmo, y sus hijos directos, el Cristianismo y el Islam no dicen otra cosa: Todos somos hijos del mismo padre. Todos tenemos derechos iguales. Todos tenemos que ser solidarios con los otros y compartir los bienes de este mundo. En la práctica como ya siempre hicieron cualquiera de las tribus que fueron estudiadas por Levy-Strauss y por J. Fracier. Es decir, Sí a los bienes comunitarios. Sí a la solidaridad entre las personas. Sí a la mejor justicia social para que todos podamos sobrevivir y esa sociedad sea más fuerte, equitativa y justa. Perfecto. Pero de nuevo surge el aplastamiento de la discusión, diálogo o confrontación dialéctica –tan necesaria para aprender más y avanzar en el conocimiento- “¿Quién en su sano juicio puede defender lo contrario?”.
Lo que no dicen nunca es : ¿Cómo? Ya se encargan rápidamente de cortar el diálogo cuando alguien medianamente formado pregunta, o en su caso propone, las distintas formas de solidaridad. ¿Que debemos hacer, dar trabajo o limosna?. ¿Cómo se retribuye ese trabajo, en función al esfuerzo, o resultado, o a todos por igual? ¿Y el beneficio y salario obtenido, cuanta libertad individual dispongo para comprar lo que yo quiera y donde yo quiera? En ese supuesto se acabó la propuesta. Comprobemos que cualquier movimiento socialista o comunista lo primero que hizo fue crear una policía política con unos mecanismos de represión tan brutales que cortó de raíz la más mínima discusión sobre estos asuntos.
Sí, claramente, sí, sus propuestas son simplonas y rampantes, como para niños de nueve años, porque ya Piaget nos enseñó que a partir de los doce años obedeces, sí, pero ya sabes que tu padre se equivoca muchas veces y no es dios sacrosanto, y que lo que diga no siempre va a misa.
¿Qué proponen en realidad? Que la mayor parte de la base simplona les vote y aparentemente les siga, abusar del sistema de elección democrático abierto para ganar simplemente con el número, y, no nos engañemos –y sin ánimo ninguno de ofender a nadie- el mayor número siempre será de los menos formados y más incultos –Miremos los electores de Trump-. Y una vez en el poder ya crearán mecanismos de represión para que los cultos y formados no puedan hablar y provocar la discusión pública –Miremos de nuevo a Trump y sus seguidores- y con ello amordazar a toda la población. Miremos a Hitler, Franco, Fidel, Mao… “¡Si es que es de libro!”.
¿De verdad alguien en su sano juicio cree que Pedro Sánchez, y sobre todo, Pablo Iglesias harán otra cosa?
No les demos tiempo porque la historia ya nos ha enseñado hasta la saciedad que luego… Luego siempre es tarde.

Sobre el autor
Carlos González-Teijón es escritor, sus libros publicados son ‘Luz de Vela’, ‘El club del conocimiento’, ‘La Guerra de los Dioses’, y de reciente aparición ‘El Sistema’, de editorial Elisa.

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