OPINIÓN

Populismos (III): Análisis intelectual

Carlos González | Viernes 25 de septiembre de 2020
Con mi labor –como en todos los artículos que escribo- no pretendo otra cosa que establecer claves intelectuales, técnicas, científicas –otra cosa es que lo consiga o no- para entender el mundo que me rodea. Por ello lo que deseo hacer es estudiar la estructura de estos movimientos para extraer las claves que los explique en profundidad y podamos hablar de ellos sin alabanzas o críticas, simplemente sabiendo lo que tenemos delante, y porqué. He intentar analizarlos como lo que son, una manifestación más de las actividades de la Especie Humana para su organización social.

El fundamento irrompible del que partimos es el de una verdad indiscutible: La Especie humana es un animal de grupo. Todo su quehacer es siempre colectivo. Porque aún las acciones, manifestaciones, o simples pensamientos individuales siempre están referenciados al grupo social al que pertenecemos. Ya sea la simple familia, nuestra estructura religiosa o ideológica, o el estado al que pertenecemos. Por ello, por esa necesidad de vivir en grupo y establecer unas jerarquías, poderes y privilegios, así como las obediencias y sumisiones, tenemos que llevar a cabo una organización política que trate de resolver, en la medida que pueda, esa necesidad de dar salida a los inevitables e imprescindibles conflictos de confrontación diarios, con el mejor equilibrio posible. Para eso se construyen todas las ideologías sociales les llamemos como les llamemos, religiones, ideologías, movimientos políticos, culturales o económicos.

Como hemos de vivir en grupo, y hemos de organizarnos, surgen nuevas propuestas políticas que pretenden resolver nuestros problemas. Cuando aparecen de forma fácil y con propuestas simples y ramplonas, se le denomina, Populismo. Estudiémoslo.

Dado que estamos en un grupo social que pretende ser organizado, encontramos la estructura de todo grupo: Un Liderazgo destacado al frente – No hay movimiento populista que no presente de forma clara, directa y con plenos poderes a un líder incuestionable, ya sea, Hugo Chávez, Fidel, Hitler, Pablo Iglesias, Mao, Trump, Marine le Pen…- Una jerarquía que no debe discutirse ni ser reemplazable, -El Partido Comunista. La estructura de Podemos, del Frente Nacional, de los seguidores de Trump- y siempre con sus élites al frente. Bien con instituciones o comités claros, bien con nombres propios, al lado del líder siempre aparecen los diez o doce personajes que construirán la élite futura –piénsese en todos los que acompañaban a Lenin, a Hitler, Mao, los comandantes de Fidel, los comandantes Sandinistas, los Monedero, Bescansa y Errejón de turno- . Y detrás de ellos siempre, siempre, siempre…Las masas obedientes. Lo que siempre denomino, los Administrados. A los que solo se les concede el derecho a obedecer y ser fieles seguidores. Al que se le ocurra intentar jugar otro papel, aunque sea con la simple palabra, siempre es laminado sin contemplación.

Las propuestas siempre son las mismas: Esto lo resolvemos nosotros –y solo nosotros- Ningún movimiento de este tipo habla nunca de pactos o uniones con otras fuerzas por próximas que sean. Si analizamos la historia del Cristianismo, del Judaísmo o del Islam (veamos simplemente la bajada de Moisés del monte Sinaí) o de todos los movimientos de cualquier partido Comunista en todos los continentes, a los primeros y que con más saña masacraron fue a los movimientos más similares.

Las promesas siempre son a ciegas. Lo que debéis hacer es seguirme sin rechistar y yo os llevaré a la solución fantástica de todos los males. Se ha de obedecer ciegamente al liderazgo que nace, y toda la estructura está diseñada para reprimir y machacar a todo aquél que no manifiesta una fe inquebrantable en los postulados y el liderazgo.

Dicho liderazgo siempre es unipersonal –basta con ver los movimientos sociales de finales del XIX y todo el XX que, pese a ser democráticos, republicanos y constructores de instituciones y estructuras políticas colectivas y complejas, siempre “Adoraron hasta la divinidad” a sus líderes y estos fueron más únicos que los propios Papas de Roma, y él goza de todos y cada uno de los poderes sociales. Hasta el punto de cambiar absolutamente de camino o rumbo y donde no cabe la más mínima disidencia. Fidel se proclamó primero Anti-marxista y luego marxista. Mussolini fue socialista y luego Fascista. Stalin fue anti patriota y después el más decidido defensor de la Madre Patria, Anti-Alcohólico y luego gran destilador de vodka.

En fin…

Sobre el autor

Carlos González-Teijón es escritor, sus libros publicados son Luz de Vela, El club del conocimiento, La Guerra de los Dioses, y de reciente aparición El Sistema, de editorial Elisa.

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