El partido de Pablo Iglesias, Podemos, ha alcanzado su primer logro en la escena política española: liquidar al movimiento Izquierda Unida, que consigue menos escaños en las elecciones autonómicas de Cataluña que cuando se presentaba en solitario.La unión de Podemos al bloque catalán formado por Iniciativa per Catalunya, Equo y Esquerra Unida, ha obtenido el efecto inverso al que esperaban los seguidores de la izquierda catalana. No sólo no ha aumentado en fuerza y poder, sino que ha perdido dos escaños de los 13 que obtuvo en los comicios del 2012, y unos 15.000 votos, considerando la parte proporcional del aumento de participación cifrada en un 7%.
Pablo Iglesias ha tenido su primer varapalo en Cataluña, y ha conseguido destrozar las formaciones de la izquierda no independentista. El coordinador nacional de Izquierda Unida, Alberto Garzón, achaca el retroceso de la formación en Cataluña al “excesivo monopolio” del líder de Podemos en las listas de Catalunya Sí que es Pot.
Caballo perdedor
Garzón trataba de esconder su propia responsabilidad en la alianza establecida con lo que muchos militantes de la izquierda tradicional en Cataluña y en el resto de España consideran un “caballo perdedor” como Podemos.
Los máximos responsables de las formaciones catalanas que se han aliado con Podemos en la plataforma electoral, también sacarán sus propias conclusiones del “error” estratégico cometido.
Joan Josep Nuet, coordinador de Esquerra Unida; Dolors Camats y Joan Herrera, coordinadores de Iniciativa per Catalunya; y Rosa Martínez con Juan López de Uralde, como portavoces de Equo, han pagado el precio de su ingenuidad.
Respuesta popular a la corrupción
Podemos ha demostrado en Cataluña que ha cumplido su misión. Nació como respuesta popular a la corrupción reinante en la clase política y al desprecio de la casta política hacia los sectores populares castigados por una durísima crisis económica; pero también como respuesta de amplias capas de votantes y militantes de los partidos tradicionales ante una España en decadencia.
Podemos se desinfla y obtendrá un módico cuarto puesto en las generales de diciembre
Ese fue el detonante que dio origen a la formación de Pablo Iglesias, y en gran medida cumplió su misión cuando los dos partidos mayoritarios PSOE y PP, que se han alternado en el poder durante casi cuatro décadas, escucharon el clamor social y comenzaron a cambiar dirigentes, a limpiar sus entrañas de corruptos y a airear escándalos que afectaban a los hasta entonces intocables: Rato, Bárcenas, Pujol, Chaves y tantos otros.
Liquidar los restos del PCE
Podemos ha concluido su etapa política, aunque Pablo Iglesias pretenda presentarse como el “nuevo Mesías” de la regeneración política española. Las elecciones generales de diciembre lo corroborarán. Todos los pronósticos apuntan a que Iglesias tendrá que contentarse con un módico cuarto o quinto puesto, y no más de 15 diputados en el Congreso.
En ese camino habrá liquidado a Izquierda Unida, la sigla que desde 1986 cobija al antaño esforzado Partido Comunista de España (PCE).
En la España de Ciudadanos, la fuerza de centroderecha llamada a sustituir al anquilosado Partido Popular, y del PSOE, la formación cómodamente instalada en una socialdemocracia cada día más desdibujada, la residual Izquierda Unida no tiene cabida.
El metódico trabajo de voladura de IU efectuado por Pablo Iglesias y
la expulsión de los sectores más radicales de Podemos, como su amigo Juan Carlos Monedero, tendrá su compensación en un reducido grupo parlamentario dedicado a hacer ruido mediático en la próxima legislatura.