Las elecciones vascas y gallegas celebradas el domingo se han saldado con un grave retroceso de nuestro espacio político. Tanto Elkarrekin Podemos-IU como Galicia en Común, esta última candidatura con una bajada más acusada, han sufrido una severa derrota que nos obliga a iniciar un proceso de autocrítica profunda. El espacio de Unidas Podemos viene mermando desde 2016 y, más allá de las importantes particularidades de esta doble jornada electoral, necesitamos acometer los cambios que estimemos oportunos desde la reflexión colectiva para avanzar hacia un espacio más útil para la mayoría social.
Los resultados de esta doble jornada electoral no son malos solo por los resultados de nuestro espacio político, sino porque suponen la revalidación de gobiernos contrarios a los intereses de las familias trabajadoras. El mantenimiento del PP en Galicia y la subida en escaños del PNV en Euskadi (pese a su caída en votos) suponen un toque de atención ineludible para el conjunto de la izquierda; no obstante, hacemos un llamamiento para explorar todas las posibilidades para un entendimiento de la mayoría institucional de izquierdas en Euskadi, aritméticamente posible y socialmente deseable.
Estas elecciones se han celebrado en un momento político excepcional. La crisis generada por la pandemia de la COVID-19 ha supuesto un incremento de la incertidumbre y de la crispación, alimentada por una derecha que aprovechó la pandemia mundial para desplegar toda su artillería de manera irresponsable y hasta límites inimaginables. En este contexto de cansancio respecto a la política estatal, se ha producido un repliegue en torno a opciones nacionalistas/regionalistas que han sido capaces de ofrecer certezas y garantías desde el apego territorial. Esto nos obliga a repensar las debilidades de nuestro proyecto federal.
En un momento político complejo en el que se entrelazan diversas crisis, debemos ser capaces de ganarnos la confianza de la ciudadanía y, para ello, necesitamos mucho más que una buena gestión gubernamental. Nuestro proyecto político necesita fortaleza organizativa, implantación territorial y vínculos sociales para que sea un proyecto realmente útil. Las elecciones vascas y gallegas nos han mostrado con mayor crudeza la principal enseñanza de las elecciones autonómicas del 26 de mayo de 2019: es imprescindible la inversión de recursos y esfuerzos para construir organización a lo largo y ancho de un país con la complejidad territorial del nuestro.
Como venimos señalando, la Unidad Popular es una apuesta política mucho más profunda que la confluencia electoral, pues esta debe ser la expresión en última instancia de alianzas sociales, culturales y políticas que, tejidas mediante la participación democrática, se unen desde el reconocimiento de la diversidad. La agenda electoral frenética, propia de una crisis política sin precedentes, ha dificultado la tarea de apertura social y profundización democrática de Unidas Podemos. Emplazamos al conjunto de organizaciones compañeras que conformamos el espacio a esta tarea y ponemos a disposición nuestro capital organizativo y territorial.
Como nos enseñan las experiencias municipales más exitosas, la izquierda es una alternativa de gobierno cuando es capaz de insertarse en la sociedad civil y en la cotidianidad de la ciudadanía, superando las limitaciones del ámbito institucional. Esta expansión de la acción política requiere espacios democráticos con dinámicas y mecanismos de participación que eviten las inercias de la «pequeña política» y protejan la diversidad inherente de la izquierda. En nuestros espacios de encuentro debemos ser capaces de anticipar algunos elementos de la nueva sociedad que queremos construir, como la fraternidad y la cooperación. Las imágenes de división y enfrentamiento interno que nos han acompañado en los últimos años restan credibilidad a nuestro proyecto político y son un lastre para la necesaria reconfiguración del espacio de Unidas Podemos. La ciudadanía nos exige responsabilidad, altura de miras y generosidad: los intereses de las familias trabajadoras están por encima de todo.
En Izquierda Unida apostamos por reforzar nuestra organización para fortalecer Unidas Podemos. El espacio conjunto será más fuerte tanto en cuanto sea capaz de potenciar los diversos acervos políticos, culturales, organizativos, etc. que conformamos el amplio espectro de la izquierda. Sería errónea cualquier propuesta que consistiera en un repliegue identitario con tentación «partidista». Como comprobamos en el ciclo electoral de 2019 con varios intentos a nivel estatal, las divisiones son penalizadas por la ciudadanía progresista y no representan una alternativa. La unidad es necesaria especialmente en momentos difíciles en los que afrontamos, entre otras amenazas, el embate reaccionario.
En este contexto, el Gobierno de coalición juega un papel fundamental. Es necesaria una profundización de su agenda transformadora para agilizar los cambios necesarios que demuestren que es posible gobernar de otra manera, esto es, al servicio de las familias trabajadoras. De la misma manera, el Gobierno debe traducirse en un impulso para la construcción de contrapoderes democráticos que no solo amplíen la base social de apoyo al Gobierno, sino que también adquieran dinámicas propias más allá de la agenda institucional.
No podemos finalizar este comunicado de otra forma que no sea agradeciendo el abnegado trabajo de la militancia de Ezker Anitza y Esquerda Unida y de todas las personas que han participado en la campaña por su entrega en un momento difícil. Los hombres y mujeres que trabajan en sus respectivos pueblos y barrios, de manera desinteresada y a veces en tareas tan poco reconocidas como imprescindibles, son el mayor capital de nuestra organización. Apelamos a la inteligencia colectiva del conjunto de la militancia para los debates en los que ya estamos inmersos.