Raúl heras | Viernes 10 de julio de 2020
Si pierdes en el último minuto de la prórroga por un gol de penalti, pierdes el partido. Eso es lo que le ha pasado a Nadia Calviño. Necesitaba diez votos de los 19 países que forman el Eurogrupo. Pensó que los tenía en una Europa dominada por democristianos y liberales. No contó con la fuerza de la Liga Hanseática 2.0, el grupo enfrentado tanto a Merkel como a Macron, con traición final incluída.
Creer que con el apoyo de los países que representan el 80% del PIB y de la población europea basta para ganar una batalla es un error. La izquierda y el centro izquierda están en desventaja frente a la derecha en la Europa del euro. Quince a cuatro, en el mejor de los casos. Y en esos quince abundan las coaliciones entre democristianos y liberales. La alianza entre PSOE y Unidas Podemos nos deja en la más completa de las soledades. Un serio aviso para los próximos meses.
¿Conocían Pedro Sánchez, Nadia Calviño y Arancha González Laya la fuerza del “Grupo Hanseático” y los países que lo integran?. Ha sido crucial para el resultado de la votación en el Eurogrupo. Lo que si saben los tres es que el día 17, bajo la presidencia de Angela Merkel, su propia batalla en el Consejo de Europa va a recibir el fuego “enemigo” de los países que ha conseguido reunir en torno a su dureza presupuestaria y financiera Holanda, un territorio que junto a Irlanda y Luxemburgo caminan por el borde de los paraísos fiscales. El nuevo presidente del Eurogrupo está en contra de la “tasa Google”, o lo que es lo mismo: lograr que las grandes multinacionales USA paguen sus impuestos en razón de los ingresos que obtienen en cada uno de los países. Domiciliados en Holanda, Irlanda o Luxemburgo pagan bastante menos. Nos hacen trampas a los demás.
Desde el otro lado del Atlántico, la derrota de Calviño es la segunda victoria del gran capital norteamericano. Para Washington, la primera fue el triunfo del Brexit tras la “ocurrencia” del premier Cameron de organizar una referendum y perderlo. Batalla perdida para España pero también para Italia, que es la otra gran necesitada de los fondos europeos para reconstruir su maltrecha economía.
Las condiciones para que desde Bruselas nos envíen los 140.000 millones se van a endurecer un poco más todavía. Si finalmente los conseguimos y más de la mitad van a transferencias y el resto a préstamos, podremos darnos con un canto en los dientes.
Van a exigir al Gobierno y a su presidente que prediquen con el ejemplo, algo que no están haciendo hasta ahora. Cinturón apretado para todas las Administraciones y nada de inversiones improductivas y de imagen. Con Holanda y Austria al frente los países más pequeños ya han hecho frente a los grandes y han ganado. Incluso alguno de los que aseguraron su voto a favor de nuestra ministra puede que hayan influido para que sean otros los que hagan el juego sucio.
La comparación con un encuentro de futbol es totalmente válida. Pitado el final del partido lo que cuenta es lo que pone el marcador. Y en este caso los números que aparecían en la larga tarde del jueves eran 10 a 9. En palabras de la propia Calviño, no sirve de nada buscar al traidor que no cumplió con su palabra. El ganador es el ministro de Finanzas irlandés, Paschal Donohoe, uno de los máximos “hacedores” del llamado “Grupo Hanseático”, en el que junto a Irlanda están Finlandia, Suecia, Dinamarca, Holanda, República Checa, Eslovaquia, Estonia, Letonia y Lituania. El ministro de Finanzas de esta última, Vilius Sapoka, puede que sea el voto traidor.
Nueve siglos más tarde la antigua alianza de los comerciantes que negociaban sus privilegios con los Reyes del Báltico y el Mar del Norte ha vuelto. La lista de naciones que la forman coincide con los defensores de la mayor austeridad y de las más duras exigencias hacia los países mediterráneos del Sur. Desde Lübeck, al norte de Alemania, en la antigua ciudad de las “7 Torres”, la influencia de la Liga 2.0 se ha extendido por toda la Unión Europea. Lo hizo desde ese mismo punto en el año 1.158. Con un poco más de saber histórico tal vez el resultado de la votación en Bruselas habría sido distinto.
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