Teniente general retirado, ex jefe del Eurocuerpo y de la Fuerza Terrestre y ex director general de Política de Defensa en el Gobierno de Zapatero
Pedro Pitarch | Jueves 09 de julio de 2020
No me cansaré de repetirlo: la razón de ser del tinglado de la defensa es la operatividad de las unidades militares. Sin operatividad, todo lo demás, desde la ministra hacia abajo, sobra, incluyendo la Directiva de Defensa Nacional (DDN-2020). Ésta, firmada por Sánchez a bombo y platillo, hace tres semanas, es papel mojado mientras se mantenga el alto déficit de operatividad. Además, si éste impide que las FAS puedan cumplir sus misiones (art 8 de la CE y art 15 de la LO de la Defensa Nacional), entonces tenemos las FAS más ineficaces y caras del mundo. Es así de simple.
Mientras tanto, la ministra de defensa, Margarita Robles, sigue lanzando señuelos que desvíen la atención del respetable. El penúltimo ha sido la ultra feminización de la dirección del ministerio, dando a las amazonas el control de la mesa del poder: el dinero (SEDEF), la inteligencia (CNI) y el “pastoreo” de la basca (SUBDEF). Además, con tal decisión, se hace con el “liderazgo feminista” gubernamental, desbancando a la vicepresidenta Carmen Calvo y a la indocumentada ministra de igualdad, Irene Montero. Tal vez, doña Margarita haya sufrido un agudo ataque socrático de búsqueda de la bondad, dotándose de un tridente místico de esperanza, paz y amparo.
Esperanza, que es virtud teologal, debería aportar confianza e ilusión con el impulso solvente, más allá de la mera retórica retardadora, de los programas especiales de armamento. Ese es el objetivo esencial de la futura gestión de la SEDEF. Objetivo inalcanzado que ―me temo―, algo tuvo que ver con la salida de su antecesor.
Amparo debería significar protección, ayuda y cobijo. Sus antecedentes no son buenos, tras la colleja que le propinó el vicealmirante Gómez Fernández de Córdoba. Esperemos que el ascenso convierta a Amparo en protectora de los desamparados e inocentes (especialmente de estos últimos, que tanto proliferan en Defensa). Impulsora de la política de igualdad, según la estructura orgánica básica del Ministerio, encontrará la horma de su zapato en el intolerablemente masculinizado Arzobispado General Castrense, que le está adscrito.
Paz, trae idea de armonía, reposo y ausencia de estridencias. Algo que se consiguió ―con sus sombras catalanas―, durante los diez años en que la Casa estuvo patroneada por Félix Sanz Roldán. Esperemos que su sucesora logre mantener la ausencia de ruidos, alcanzando el deseable “aquí Paz y en el cielo gloria”, y no el funesto “descanse en Paz”.
Pero, en esta comedia, me falta Caridad, virtud teologal suprema. Habría de buscarse una dama de tal nombre, darle un buen cargo y así completar las 4 patas de la mesa del poder. Quizás el de SEGENPOL (aunque ahí cuadra mejor un TG). Recuerden, con permiso de don Bernardito, el Nuncio, que ya lo decía San Pablo: “sin Caridad nada soy”.
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