Joaquín ABAD | Miércoles 26 de agosto de 2015
Decían los directores de banco, hace años, que si debes quinientos mil euros tienes un problema. Te amenazan, te embargan, te desahucian... pero si debes quinientos millones, el problema lo tiene el banco.
Y se reunirán mil veces para condonar intereses, para renegociar. Lo que sea, pero no te dejarán quebrar porque se verán afectados.
Creo que eso es, exactamente, lo que ocurre con Grecia, que entró por la puerta trasera en el club europeo de la moneda única un primero de enero del 2001, falseando sus indicadores económicos como reconoció oficialmente el entonces ministro heleno de economía, George Alogoskufis.
Se alteraron los datos respecto a la deuda pública, el déficit, que era de un 4,1 en lugar de un 2 por ciento. Y todo con ayuda de compañías norteamericanas dedicadas a servicios financieros, como Lehman Brothers avalando el fraude con sus informes amañados.
La entrada en el club de la moneda única sirvió para que durante diez años los griegos dilapidaran y vivieran por encima de sus posibilidades. La política fue inflar de gasto, contratar más funcionarios, no cobrar impuestos y subvencionarlo todo.
Y claro, en 2010 sufren el primer rescate. Y como no hay manera de que salgan las cuentas, después de una importante quita, dos años después se produce un segundo rescate.
La historia reciente es más conocida, por próxima. Es la entrada de Syriza y las promesas de sus líderes, de que Grecia está siendo maltratada por la Troika y que no va a pagar a sus acreedores. Las negociaciones con las autoridades europeas se ponen al rojo vivo y se plantea que Grecia debe abandonar el euro.
Pero claro, interviene el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y dice que no se puede dejar caer al país heleno en manos de Putin. Se trata de una región estratégica con bases de la OTAN en su territorio.
Y así llegamos al tercer rescate, el pasado mes de julio, sin conocer exactamente que han hecho los griegos con los 227.000 millones que ya han cobrado de Europa y del FMI. Por supuesto que las autoridades europeas, los bancos, como se dice en el relato inicial, le vuelven a dar dinero para que pague la deuda...
Ya se habla de que en el 2017 habrá un cuarto rescate porque no hay arreglo. Grecia no tiene manera de pagar lo que debe jamás. La agonía sigue, ahora con la dimisión de Alexis Tsipras como presidente del Gobierno porque ha incumplido lo prometido. Al final, diga lo que diga el presidente de Estados Unidos, que no juega con su dinero, claro, Grecia deberá salirse de la moneda única y ya se verá si caerá en manos de Putin o de los chinos.
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