Este martes, en el programa Los desayunos de TVE, en la cadena pública nacional, se ha producido un nuevo episodio en el que determinados periodistas de diferentes medios de comunicación han recurrido a la falsa equidistancia para no condenar una agresión contra VOX.
En esta ocasión el moderador, el periodista Xabier Fortes, ha comenzado su sesgado discurso hablando «del impacto de una piedra» en la diputada de VOX (refiriéndose al incidente sucedido con la parlamentaria por Almería, Rocío De Meer) y, por ello, obviando datos clave como las responsabilidades que, tanto el Gobierno central, a través de la delegación del Gobierno, como el ejecutivo autonómico, liderado por el PNV y a través de la Consejería de Interior, tuvieron en la resolución de dicha situación.
Fortes también procuró evitar responsabilizar a ningún tipo de manifestante o partido y evitó hablar del profundo clima de enfrentamiento en el que vive la sociedad vasca que, en este caso, se ha reflejado en los acontecimientos acaecidos en la localidad de Sestao.
Por otro lado, la redactora jefe de Opinión de El Mundo, Lucía Méndez, se escudó en una presunta postura equidistante al condenar las manifestaciones realizadas por el portavoz del grupo parlamentario en el Congreso, Pablo Echenique, quien, a través de su Twitter, acusó a Rocío De Meer de haberse inventado dicha agresión.
La periodista de El Mundo se lamentó por la actividad de los políticos en las redes sociales y, de manera velada y a través de expresiones imprecisas como que Rocío De Meer sufrió «una agresión, más o menos» o que a esta diputada «le pasa lo que le pase» trató de colocar el comentario de Echenique al mismo nivel que la defensa que, de la diputada, realizó un Jorge Buxadé que fue calificado durante el programa como «el señor de VOX».
Para terminar, Méndez apuntó que VOX ha llegado a la política española a realizar «performances raras» y a desarrollar un estilo político «insólito».
En esa misma línea también se pronunció la periodista de El País, Elsa García de Blas quien también se escudó en una falsa equidistancia para afirmar que le parecían «reprochables ambos comportamientos».