OPINIÓN

Del kaos al logos (XXXXXIII): Prefacio

Carlos González | Viernes 12 de junio de 2020
Nos mostró el sabio Calderón: Y la experiencia me enseña/ que el hombre que vive, sueña/ lo que es, hasta… despertar (los tres puntos suspensivos son míos).

¡Despertad! ¡Despertad! Despertemos. Yo creo que ya es hora de que abramos los ojos. Ya lo ha dicho muy claro el maestro a mediados de 1.600. Ya ha llovido desde entonces, pero parece que seguimos sin enterarnos, y no queremos salir de nuestro soporífero sueño provocado por las premisas, creencias y dogmas de nuestra vieja religión, o por los últimos mitos de la llamada Ilustración. ¿Cómo podemos seguir más de dos mil años con unos, y más de doscientos cincuenta con los más modernos? ¡Con lo que hemos aprendido por el camino!.

Pretendo decir -para quien lo quiera escuchar y después aplicar este nuevo punto de vista- que hasta ahora hemos vivido soñando. Lo hemos hecho siguiendo nuestros instintos, hemos sido unos completos ciegos al avanzar reos de ellos. No hemos querido ver que nuestra Madre Naturaleza nos ha creado así, con ellos, y por más que nos empeñemos no podemos ser otra cosa. Somos un montón de emociones consolidadas en el desarrollo de la evolución de la Especie. Ya va siendo hora que al despertar nos demos cuenta que no podemos ser otra cosa que nuestra biología. Vivimos cumpliendo esos deseos biológicos, lo hacemos con unas determinadas reglas de conducta individuales y colectivas, a eso lo llamamos psicología. Somos unas motivaciones biológicas, y un sentimiento y una conducta psicológica.

Ahora, al despertar, ya no podemos seguir soñando que somos reyes, o ricos o pobres, o ganadores, o perdedores. Sin embargo, todos lo hacemos, tal como decía el gran pensador: “En el mundo en conclusión /Todos sueñan lo que son,/ aunque ninguno lo entiende” (La vida es sueño). Ya va siendo hora de que nos dediquemos a entender.

Entender significa ser conscientes que somos eso: un montón de instintos creados por la Naturaleza, y una psicología de pensamiento y comportamiento. Al observarnos y estudiarnos a nosotros mismos adquirimos un gran acervo de conocimientos de cuáles son nuestras pautas de conducta. Ya podemos apreciar objetivamente el por qué pensamos como lo hacemos. Sabemos que según pensemos así actuaremos.

Cuando un ser humano despierta deja de vivir en sus sueños, en sus elucubraciones, en sus inventos, y pasa a actuar y tomar decisiones en base a lo que conoce por la experiencia, tanto propia como ajena. Lo que desconoce lo estudia, adquiere la práctica suficiente y pasa a usar esos nuevos conocimientos junto con los que ya poseía. Para lo desconocido intenta ser prudente, cauteloso. Lo que le causa temor lo estudia poco a poco hasta ir desvelando sus misterios. En todos los casos avanza a tientas, solo moviéndose en lo conocido y especulando cautelosamente cuando se adentra en lo desconocido. Lo demás es pura fantasía.

Cuando un ser humano despierta, y se dispone a sobrevivir, lucha cada día con tesón por salir adelante. Teme la oscuridad del camino y suspira para que el próximo golpe de lo que sondea no le lleve a perecer. Porque el que avanza despierto sabe que la vida es un intento cada día por seguir en la lucha, con esfuerzo, sacrificio y un poco de suerte. Para que al dar el próximo paso, no caiga en barro que le lleve a hundirse, o en tierras blandas que le desplomen al abismo. El que avanza despierto, sin soñar que es esto o lo otro, lo hace con el deseo de ser un poco mejor cada día, aun con temor al fracaso y la desaparición. Busca formarse algo más. Pretende dominar con la mente su entorno, y saborear la dulce aventura de la vida. Ya lo decía otro gran sabio, Espronceda: Y si caigo,/ ¿qué es la vida?/ Por perdida/ ya la di/ cuando el yugo/ del esclavo/ como un bravo sacudí. (Canción del pirata)

¡Despertad! ¡Despertad! Despertemos. Es hora de avanzar. De avanzar despiertos, sin sueños de creencias ciegas y absurdas, sin dogmas míticos. Dejando de lado las viejas enseñanzas de los ancianos profetas, porque, aunque nos las donaron con muy buena intención, han devenido en totalmente caducas. Las distintas experiencias ya nos han demostrado que ellos estaban bastante equivocados. Si seguimos ciegos ya es culpa nuestra.

Si, si, ya es hora de despertar y avanzar, de hacerlo en base al gran acervo de conocimientos de los que ya disponemos sobre nosotros mismos y nuestro entorno. ¿Qué avanzar hacia dónde?, hacia adelante, siempre hacia delante. Hacia ser cada día un poco más conscientes de nosotros mismos y de la vida en general. Para intentar ser… Un poco más sabios… Un poco más… Humanos.

Avancemos sin temor… Pero con la cabeza lo mejor amueblada posible.

Sobre el autor

Carlos Gonzàlez-Teijòn es escritor, sus libros publicados son Luz de Vela, El club del conocimiento, La Guerra de los Dioses, El Sistema, y de reciente aparición Psicología de virtudes y pecados, de editorial, Letras de autor.

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