Enrique MONTÁNCHEZ | Martes 21 de julio de 2015
La primera contestación debe ser que la más poderosa organización militar del planeta no tiene nada que opinar sobre los resultados de unas elecciones democráticas en cualquier país o región de Europa.
Pero también es una llamativa coincidencia que España acoja junto con Portugal, días después de las elecciones catalanas del 27 de septiembre, las mayores maniobras de la OTAN desde el final de la Guerra Fría. En la alta política hay pocas casualidades, aunque se sostenga que ejercicios tan complejos se programan con gran antelación.
Algunos datos para tener una ligera idea de la enorme importancia que la Alianza Atlántica concede a los ejercicios “Trident Juncture 2015”: casi 30.000 militares de una veintena de países participarán del 28 de septiembre al 6 de noviembre en la península Ibérica e Italia en lo que la OTAN denomina “demostración de fuerza de amplio alcance”.
Apostilla la Alianza que será “el mayor despliegue de tropas -terrestres, aéreas y navales- en Europa desde el desembarco de Normandía” (1944) y que al ejercicio se le dará “alta visibilidad”.
En España se desplegarán el grueso de las tropas terrestres. Alrededor de 7.000 militares se concentrarán en el campo de maniobras de San Gregorio, en Zaragoza, y el liderazgo del ejercicio recaerá en el Cuartel General de la OTAN de Bétera, en Valencia.
Un escenario en el que coincidirán movimientos de tropas, de vehículos blindados, de aviones, de buques de guerra por la península, sus cielos y sus costas, con toda la visibilidad posible, los mismos días y semanas en los que los responsables de la lista independentista impulsada por Artus Mas y Oriol Junqueras advertían que si el Gobierno de Rajoy bloquea desde el principio el proceso que quiere iniciar el Parlament catalán tras los comicios, efectuarían una declaración “inmediata de independencia”.
El exeurodiputado Raül Romeva, que encabeza la candidatura conjunta “Juntos por el Sí” presentada el lunes 20 de julio en el Museo de Historia de Cataluña, aseguró: “vamos a por todas, ya no tenemos margen. Esto va en serio y todo el mundo tiene que entender que lo haremos. Vamos a hacerlo bien y rápido. Se puede decir más alto pero no más claro”, en referencia a declarar la secesión de Cataluña.
Si la candidatura obtiene mayoría absoluta el 27-S, el primer paso será la declaración solemne por el Parlament del inicio del proceso de independencia. El segundo será dar un mandato al nuevo Govern catalán de activar las “estructuras del Estado” (Administración en todos sus niveles para asegurar su normal funcionamiento y fuerzas de seguridad para mantener el orden en las calles). El tercer paso será la elaboración de la Constitución Catalana con la participación de todas las fuerzas sociales, y tras su votación por la Cámara, proclamar formalmente a Cataluña como un Estado independiente.
Una cosa es que la OTAN no deba tener ni voz ni voto en esta crítica hora de la historia de España, pero echando mano al acontecer europeo desde 1948, año de su creación, vemos cómo -de una u otra forma- la Alianza Atlántica tutelada y liderada por Estados Unidos ha contribuido a dibujar la historia reciente de Europa.
Ahí están las diferentes operaciones Gladio -todavía poco estudiadas por investigadores e historiadores- para evitar que los partidos comunistas de Europa Occidental llegasen al poder en plena efervescencia de la Unión Soviética. El caso más relevante fue la desactivación del “compromiso histórico” auspiciado por el Partido Comunista Italiano de Enrico Berlinguer que apoyaba al Gobierno democristiano de Giulio Andreotti en 1978.
Sin olvidar la Guerra de los Balcanes como resultado de la desintegración de Yugoslavia y la formación de seis nuevas repúblicas (Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Montenegro, Macedonia y Serbia) y la autoproclamada independencia de la provincia serbia de Kosovo en 2008, apoya por Estados Unidos en un juego de intereses geoestratégicos.
De una u otra forma la OTAN siempre ha estado presente en la construcción de Europa desde la posguerra hasta nuestros días. De ahí que entre en la lógica preguntarse qué piensa la OTAN de la independencia de Cataluña y en qué medida debilita el flanco sur de Europa en plena guerra contra el yihadismo. Máxime si tenemos en cuenta que Cataluña, hoy por hoy, es el mayor foco de salafistas de Europa.
Unido a la anterior, son igualmente lícitas otras preguntas más. Cómo saber si los servicios antiterroristas y de inteligencia que se creasen a marchas forzadas en la Cataluña independiente serían eficientes a la hora de combatir la amenaza terrorista y el crimen organizado.
O las relaciones de Francia con el nuevo Estado. También sería lógico pensar que un apoyo interesado de las autoridades galas suscitaría la desconfianza de España, con el consiguiente deterioro de las relaciones que tan trabajosamente se han trenzado desde que París dejó de ver con simpatía a ETA. Es una situación similar a si España estableciese relaciones privilegiadas con una Córcega independizada de Francia.
En un mundo globalizado, donde las naciones son piezas del gran tablero geoestratégico en el que las superpotencias tratan de crear un nuevo orden económico y político, es evidente que la aparición de un nuevo Estado en el Mediterráneo central beneficia directamente a alguien y, obviamente, debilita a España.
En este sentido circulan desde hace años inquietantes informes entre los servicios de inteligencia de medio mundo sobre el impacto de una Cataluña o un País Vasco independientes.
Cualquier observador avezado verá que la independencia de Cataluña, si finalmente se consuma, se produciría en un momento bastante complicado para Europa: la OTAN y Rusia enfrentadas a cara de perro como en los peores tiempos de la Guerra Fría a causa de Ucrania, la Unión Europea ante una crisis sin precedentes por la bancarrota de Grecia, uno de los cinco países de la Europa del sur, China desembarcando en el viejo continente e Israel reubicando su espacio estratégico tras el acuerdo de Estados Unidos con Irán. Muchos elementos encima de la mesa.
Hay que preguntarse por qué la OTAN, que no da puntada sin hilo, ha elegido el otoño de 2015 para celebrar unas gigantescas maniobras en España coincidiendo con la fase final de la hoja de ruta independentista catalana. ¿Qué mensaje quiere dar y a quien?
Noticias relacionadas