Alejandro A. Tagliavini | Lunes 18 de mayo de 2020
La princesa Camilla di Borbone sugirió: “imagínate que has nacido en 1900”. A tus 14 años comenzó la Primera Guerra Mundial, que terminó cuando tenías 18 asesinando a 22 millones de personas, y ese año aparece la “gripe española”.
Según un informe de la CDC de EE.UU. de 2018, un tercio de la población mundial se infectó y fallecieron 50 millones. “Los espacios reducidos y cerrados y los movimientos masivos de tropas ayudaron a impulsar la propagación”, reconocía la CDC. Uno de los primeros casos ocurrió en marzo de 1918 en el Fort Riley, Kansas. El hacinamiento propagó velozmente al virus por unidades militares que lo llevaron a Francia y llegó a creerse que atacaba a solo a militares.
Y la feroz cuarentena -en Nueva York encarcelaban hasta quién no se cubriera al toser- no parece haber ayudado, por el contrario, la cantidad de muertos sugiere que fue parte del problema. Esta gripe amainó a mediados de 1919 antes de que se pudiera aislar el virus. Hoy se sabe que se trató del H1N1, que circuló como virus estacional durante 38 años.
En fin, cuando cumples 29, comienza la Gran Depresión, hasta que tienes 33. Cuando llegas a los 39 comienza la Segunda Guerra Mundial que se prolonga hasta tus 45 siendo asesinados unos 75 millones de personas, incluidos 6 millones por el holocausto.
Cuando llegas a los 50 se desata la guerra de Corea y mueren 5 millones de personas. A tus 55 comienza la guerra de Vietnam que dura 20 años matando 4 millones. Cuando te acercas a los 62 surge la crisis de los misiles en Cuba, un pico de la guerra fría y el terror por la guerra nuclear.
Una vida dura. Ahora, claramente fueron gobiernos, Estados, los que iniciaron no solo estas guerras, sino que diseminaron la fiebre española “bíblicamente” con sus ejércitos y la apuntalaron con cuarentenas. Como si las personas, las sociedades en libertad no pudieran resolver epidemias con más eficacia.
Los nacidos en 1985 no han vivido tanto. Pero se enfrentan al “Covid-19” y los gobiernos, los Estados, tan irresponsables. Un lúcido grupo del clero católico liderado por el arzobispo Carlo Viganó y los cardenales Gerhard Mueller, Joseph Zen y Janis Pujats advierten que “la pandemia” se utiliza como pretexto para “controlar a las personas, despojarlas de sus derechos… (y) proporciona un preludio… para la realización de un gobierno mundial” sin control.
Como muchos, Shiva Ayyaduraii, MIT PhD, dice que las cuarentenas obligatorias son “medicina medieval”. Pero la actual es, tanto ideológica como cronológicamente, maoísta ya que la inicia el Parido Comunista Chino y la avala una OMS presidida por un notorio militante marxista.
El pánico ha confundido al punto que ya no respetamos las leyes de la lógica cuyo primer principio, atribuido a Parménides, el de no contradicción, establece que del mal no puede surgir el bien. De privar a las personas de algo natural como la libertad, jamás puede resultar un bien.
Los daños son muy graves: espirituales, morales, sicológicos - aumento de suicidios y violencia intrafamiliar y social- económicos tanto que cientos de miles morirán de hambre… e, irónicamente, a la salud: el gobernador de Nueva York admitió que el 66% de los ingresados en los hospitales por “Covid-19” estaba cumpliendo con la cuarentena.
En fin, como a todos los males, superaremos este maoísmo pero, como ya se ve, no será rápido ni fácil y a un costo apocalíptico.
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