La disputa geopolítica entre Estados Unidos y China en torno al Canal de Panamá se intensifica, con EE. UU. buscando recuperar control militar para contrarrestar la influencia china. A pesar de que Panamá inicialmente rechazó las demandas de Trump, ahora está en negociaciones con EE. UU., lo que indica un cambio significativo en la dinámica regional. El Secretario de Defensa, Pete Hegseth, advierte sobre la "influencia maligna china" mientras se establecen nuevos acuerdos militares. La situación resalta tensiones históricas y plantea interrogantes sobre la soberanía panameña frente a las maniobras estadounidenses. Esta lucha por el canal, vital para el comercio global, podría tener repercusiones amplias para la estabilidad regional y la economía panameña. Para más detalles, visita el enlace: https://biblioteca.cibeles.net/us-gains-ground-in-battle-with-china-in-panama-canal-dispute/
La disputa por el control del Canal de Panamá ha cobrado una nueva dimensión, con Estados Unidos intensificando sus esfuerzos para consolidar su influencia militar en la región y contrarrestar el creciente poder de China. Inicialmente, Panamá había desestimado las demandas del expresidente Donald Trump, pero en un giro significativo, ahora se encuentra en negociaciones con el gobierno estadounidense, lo que indica un cambio geopolítico importante.
El Secretario de Defensa, Pete Hegseth, ha alertado sobre la «influencia maligna china» mientras se asegura nuevos acuerdos militares con Panamá. Este contexto revive tensiones históricas, ya que Estados Unidos busca revertir la entrega del canal a Panamá realizada en 1999.
El Canal de Panamá es considerado un eje fundamental del comercio mundial y actualmente se encuentra en el centro de una lucha de poder entre Estados Unidos y China. Lo que comenzó como declaraciones incendiarias por parte de Trump —quien amenazó con «recuperar» el canal— ha evolucionado hacia maniobras militares concretas, ejercicios conjuntos e inversiones en infraestructura destinadas a reafirmar la dominación estadounidense. Sin embargo, detrás de esta renovada asertividad se plantea una pregunta más profunda: ¿se trata de una reclamación audaz del control estratégico o de un exceso que podría desestabilizar la región, involucrando a las Naciones Unidas?
Construido por Estados Unidos en 1914, el Canal fue un símbolo de ingeniería y imperialismo estadounidense. Durante décadas, Estados Unidos ejerció un control absoluto sobre esta vía crucial para el comercio internacional, privilegio que obtuvo tras apoyar la separación de Panamá de Colombia. Sin embargo, en 1999, bajo los Tratados Torrijos-Carter de 1977, se transfirió la administración del canal a Panamá —una decisión que Trump ha calificado repetidamente como un «horrible error».
En medio de estos acontecimientos, Estados Unidos busca deshacer esa transferencia ante la preocupación por la influencia creciente de empresas chinas como Hutchison Ports sobre las operaciones del canal. Hegseth ha caracterizado esta situación como una batalla existencial al afirmar: «China no construyó este canal. China no opera este canal. Y China no va a convertir este canal en un arma». No obstante, su discurso omite mencionar que la intervención estadounidense podría vulnerar la soberanía panameña, una tensión que ya está causando fricciones diplomáticas en la ONU.
A principios de este año, el gobierno panameño rechazó con vehemencia las amenazas de Trump, afirmando que el canal era un «patrimonio inalienable» del país. El presidente José Raúl Mulino incluso presentó una queja ante la ONU por violaciones a la ley internacional. Sin embargo, pocos meses después, Panamá se encuentra negociando con Estados Unidos y permitiendo la presencia militar estadounidense en antiguas bases como Rodman Naval Station y Howard Air Force Base —reliquias de la Guerra Fría ahora reactivadas como puntos estratégicos contra China.
La pregunta persiste: ¿ha cedido Panamá ante presiones externas o está adoptando un enfoque pragmático? La realidad probablemente radica en una necesidad económica apremiante. La economía panameña depende significativamente de los ingresos generados por el canal y el control chino representa una amenaza para las rutas comerciales estadounidenses. Al permitir cooperación militar estadounidense, Panamá puede estar intentando equilibrar intereses opuestos; sin embargo, con Estados Unidos mostrando su poderío militar, sus opciones parecen estar disminuyendo rápidamente.
La historia no se repite exactamente; sin embargo, presenta similitudes notables. La ocupación del Canal por parte de Estados Unidos en 1903 fue justificada como una medida para proteger «los intereses estadounidenses». Hoy día, esa misma retórica resuena en las amenazas formuladas por Trump. A pesar de los cambios globales evidentes desde entonces, es posible que estas amenazas formen parte de una estrategia más amplia de negociación. Mientras que China no cederá fácilmente y Panamá no renunciará a su soberanía sin resistencia, Estados Unidos parece no estar buscando realmente una supremacía global; esto no se trata simplemente de imperialismo o dominación sobre otras naciones.
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