Pedro CANALES | Viernes 10 de julio de 2015
El Consejo de Seguridad de la ONU es oficialmente un organismo de carácter ejecutivo encargado de mantener la paz y la seguridad mundiales. En la práctica, sin embargo, es un órgano que equilibra las fuerzas de las principales potencias e impide que cualquiera de ellas se erija en juez y parte en los litigios internacionales.
Los cinco miembros permanentes del Consejo disponen de derecho de veto, que utilizan periódicamente cuando sus propios intereses como país o los de sus más íntimos aliados, están en juego. De este modo, las reuniones que deberían estar destinadas a salvaguardar la paz mundial, son un permanente tira y afloja de fuerzas rivales y de intereses cruzados.
En el Consejo falta con toda evidencia una voz verdaderamente neutral, capaz de introducir la cordura necesaria para defender la justicia universal y la libertad de los más débiles. La voz de un Estado que no actúe por intereses propios, aunque éstos fueran legítimos.
Un papel que puede cumplir a la perfección el Papa Francisco, que ha demostrado en el corto tiempo de su ejercicio temporal una gran capacidad de persuasión, de comprensión y de firmeza en las ideas humanistas.
Una mayoría aplastante de naciones miembros de la ONU están de acuerdo en otorgar al embajador del Vaticano en Naciones Unidas los mismos poderes que cualquiera de los cinco miembros permanentes (EEUU, China, Rusia, Francia y Gran Bretaña).
Algunos indicios apuntan a que el Vaticano trabaja silenciosamente en lograr este objetivo en la era de un Papa que expresa y defiende el sentir de la gente, representa la voz de los débiles y el deseo del ciudadano universal.
Las crisis que afectan al mundo de hoy, las amenazas, las guerras abiertas o larvadas, la incertidumbre de un futuro compartido como humanidad, van a aumentar en los próximos años, y la función del Consejo de Seguridad se va a mostrar imprescindible.
De sus deliberaciones y resoluciones van a depender la vida de cientos de millones de personas. Un poco de cordura, de sensatez y de dignidad no le vendría nada mal.
Noticias relacionadas