Activistas de izquierda radical han sido descubiertos tramando un asalto coordinado contra la administración Trump y el movimiento MAGA, utilizando tácticas de sabotaje y desobediencia civil. Aunque se presentan como una resistencia no violenta, sus acciones buscan socavar la democracia y rechazar la voluntad popular. Entre las estrategias planeadas se incluyen ralentizaciones del tráfico, liberación masiva de grillos para interrumpir eventos públicos y "die-ins" en lugares clave. Estas tácticas no solo afectan a las oficinas gubernamentales, sino que también impactan en la vida cotidiana de los ciudadanos, creando caos y dificultando la vida de quienes apoyan a Trump. Este enfoque revela un impulso autoritario que amenaza la estabilidad del país. Para más detalles, visita el enlace: https://biblioteca.cibeles.net/exposed-radical-lefts-plot-to-paralyze-america-with-crickets-traffic-jams-and-die-ins/.
Activistas de extrema izquierda han sido sorprendidos tramando un asalto coordinado contra la administración Trump y el movimiento MAGA, utilizando una mezcla calculada de sabotaje, interrupción y desobediencia civil. Aunque presentan sus esfuerzos como “no cooperación legal y no violenta”, la realidad es un intento descarado de socavar la democracia, rechazar la voluntad de los votantes y sumergir a la nación en el caos.
Un artículo recientemente publicado en Lawfare Media resume los planes de la extrema izquierda, proponiendo una serie de actividades disruptivas diseñadas para paralizar a la sociedad, todo enmarcado como una noble resistencia a un gobierno legítimamente electo.
Lejos de ser una postura virtuosa en favor de la democracia, estas tácticas revelan un impulso autoritario que socava la voluntad del pueblo y amenaza la estabilidad de la república.
Las interrupciones planificadas incluyen:
La nota trivial del autor sobre el costo de los grillos (¡15.99 dólares por mil!) revela una actitud despreocupada hacia las consecuencias, como si esto fuera un juego en lugar de una apuesta con el tejido social del país.
Estas tácticas disruptivas ya se están utilizando en el Reino Unido, donde activistas transgénero han atacado a J.K. Rowling al revelar su dirección domiciliaria, inundarla con amenazas de muerte y liberar cajas de grillos en sus eventos con el fin de silenciar sus opiniones sobre cuestiones de género.
No se trata simplemente de bromas o gestos simbólicos. Son actos calculados de sabotaje destinados a interrumpir la vida cotidiana de los ciudadanos estadounidenses comunes y el funcionamiento del gobierno elegido por millones.
El autor justifica esta situación afirmando que la dependencia social de "la cooperación masiva" puede ser utilizada como arma, como si retener la participación cívica básica fuera una posición moral elevada en lugar de un berrinche por perder unas elecciones.
Aunque la extrema izquierda dirige su ira hacia la administración, el subtexto es claro: también se trata de una guerra contra el movimiento MAGA. Los millones de estadounidenses que votaron por Trump—muchos de los cuales no son ideólogos sino ciudadanos trabajadores cansados del exceso elitista—son implícitamente considerados cómplices en “la humillación nacional”.
Las interrupciones propuestas no solo apuntan a oficinas gubernamentales; afectan la vida cotidiana—carreteras, impuestos, espacios públicos—donde residen y trabajan los partidarios del MAGA. Es una campaña punitiva destinada a dificultarles la vida, castigándolos por su elección electoral.
No es democracia en acción; es democracia bajo asedio por parte de una facción que se niega a aceptar su derrota.