Donald Trump firmó el 5 de febrero de 2025 una orden ejecutiva que reinstaura una campaña de "máxima presión" contra Irán, coincidiendo con la visita del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu. En respuesta a amenazas contra su vida, Trump aseguró que si Irán intentara asesinarlo, el país sería "obliterado". La orden busca imponer sanciones económicas severas a Irán, enfocándose en sus exportaciones de petróleo y fortaleciendo las medidas del Departamento del Tesoro. Además, se reveló un complot frustrado para asesinar a Trump por parte de un miembro de la Guardia Revolucionaria Islámica. La política exterior de Trump sigue siendo firme contra Irán, buscando evitar que obtenga armas nucleares y manteniendo estrechos lazos con Israel.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó el 5 de febrero de 2025 una orden ejecutiva que restablece una campaña de «máxima presión» contra Irán. Esta decisión coincide con la visita del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu a la Casa Blanca.
Durante su declaración, Trump abordó una amenaza recibida en relación con su vida proveniente de Irán, afirmando que si se llevara a cabo un intento de asesinato en su contra, el país sería «obliterado» y no quedaría nada de él. El mandatario calificó esta amenaza como «terrible» para Irán y criticó la falta de inteligencia por parte de la administración de Joe Biden, lo que ha resultado en una postura menos firme hacia Teherán.
La orden ejecutiva tiene como objetivo imponer sanciones económicas severas a Irán, enfocándose especialmente en sus exportaciones de petróleo. Esta estrategia no es nueva; durante su primer mandato, Trump ya había implementado políticas similares.
Además, la ley instruye al Departamento del Tesoro a ejecutar medidas de sanción estrictas, buscando así debilitar la economía iraní. Un aspecto relevante del anuncio fue la mención de un complot frustrado por parte de Irán para asesinar a Trump, el cual fue desarticulado por el Departamento de Justicia estadounidense en noviembre de 2024.
Según documentos judiciales, un miembro de la Guardia Revolucionaria Islámica habría encargado a un individuo identificado como Farhad Shakeri, un iraní-estadounidense deportado hace 17 años por robo, llevar a cabo el asesinato. Este complot fue frustrado poco antes de las elecciones presidenciales y Shakeri sigue siendo buscado en Irán.
Trump expresó estar «dividido» sobre la dureza de esta orden, pero sostuvo que no deseaba tener que implementarla. En una conferencia conjunta con Netanyahu, aseguró que Irán está «cerca» de desarrollar un arma nuclear y reafirmó el compromiso estadounidense para impedirlo.
La política de «máxima presión» también incluye sanciones más estrictas tras la salida estadounidense del acuerdo nuclear con Irán en 2018. Este acuerdo había sido establecido en 2015 durante la administración del expresidente Barack Obama, levantando algunas sanciones a cambio de limitaciones en el programa nuclear iraní.
Aparte del enfoque hacia Irán, Trump también firmó otros decretos ejecutivos significativos, como la retirada del país del Consejo de Derechos Humanos de la ONU y recortes a los fondos destinados a la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA), reflejando así una postura más contundente en asuntos internacionales.
Legisladores estadounidenses han instado a tomar medidas más contundentes contra Irán, especialmente respecto a su programa nuclear. El senador republicano Lindsey Graham y el representante demócrata John Fetterman, entre otros, han respaldado resoluciones que sugieren mantener todas las opciones disponibles ante la amenaza nuclear iraní.
Graham advirtió que si Irán logra obtener un arma nuclear sería uno de los eventos más «desestabilizadores y peligrosos» en la historia mundial. Además, enfatizó que ahora es el momento adecuado para erradicar esta amenaza e incluso apoyó una posible acción militar contra las instalaciones nucleares iraníes si fuera necesario.
Bajo este contexto, los vínculos con Israel y la cooperación regional son elementos clave en la política exterior de Trump. La administración continúa adoptando una postura firme contra Irán con el objetivo claro de evitar que Teherán obtenga armas nucleares mientras mantiene sanciones económicas severas.
A medida que se desarrollan estos acontecimientos, el uso potencial de fuerza contra Irán permanece como una opción considerada por legisladores y aliados internacionales, manteniendo así un ambiente tenso dentro del ámbito político estadounidense respecto a esta situación crítica.