En la década de 1960, la industria azucarera financió investigaciones que minimizaban los riesgos del azúcar para la salud, como su relación con enfermedades cardíacas y cáncer, mientras culpaba a las grasas saturadas. Un estudio de la Universidad de California en San Francisco revela cómo se ocultaron estos hallazgos para proteger la imagen del azúcar. Documentos históricos indican que científicos de Harvard recibieron pagos significativos para publicar un artículo que distorsionaba la verdad sobre el azúcar y su impacto en la salud. A pesar de que esta influencia se remonta a hace casi 50 años, recientes informes sugieren que la industria alimentaria sigue moldeando la ciencia nutricional.
Durante la década de 1960, la industria del azúcar financió investigaciones que minimizaban la relación entre el azúcar y enfermedades cardíacas y cáncer, al mismo tiempo que resaltaba los supuestos peligros de las grasas saturadas.
Un estudio realizado por la Universidad de California en San Francisco revela que esta industria ocultó investigaciones hace casi 60 años para encubrir sus efectos negativos sobre la salud.
De acuerdo con un artículo publicado por The New York Times en 2016, documentos históricos descubiertos por un investigador y publicados en JAMA Internal Medicine, sugieren que cinco décadas de investigación sobre el papel de la nutrición en las enfermedades cardíacas, incluyendo muchas de las recomendaciones dietéticas actuales, pudieron haber sido moldeadas en gran medida por la industria azucarera.
La industria del azúcar pagó a científicos para minimizar los riesgos asociados al consumo de azúcar y promover a las grasas saturadas como el verdadero culpable. “Lograron desviar la atención sobre el azúcar durante décadas”, afirmó Stanton Glantz, profesor de medicina en U.C.S.F. y autor del artículo en JAMA.
Los documentos revelan que un grupo comercial conocido como Sugar Research Foundation, actualmente llamado Sugar Association, compensó a tres científicos de Harvard con el equivalente a aproximadamente $50,000 en dólares actuales para publicar una revisión en 1967 sobre investigaciones relacionadas con el azúcar, las grasas y las enfermedades cardíacas. Los estudios utilizados en esta revisión fueron seleccionados por el grupo azucarero, y el artículo, publicado en el prestigioso New England Journal of Medicine, minimizó la conexión entre el azúcar y la salud cardiovascular mientras cuestionaba el papel de las grasas saturadas.
A pesar de que estas maniobras se remontan a casi 50 años atrás, informes más recientes indican que la industria alimentaria continúa influyendo en la ciencia nutricional.
El año pasado, un artículo del New York Times reveló que Coca-Cola, el mayor productor mundial de bebidas azucaradas, había proporcionado millones de dólares a investigadores que buscaban minimizar la relación entre las bebidas azucaradas y la obesidad. En junio pasado, The Associated Press reportó que fabricantes de caramelos financiaban estudios que afirmaban que los niños que consumen dulces tienden a pesar menos que aquellos que no lo hacen.
Los científicos de Harvard y los ejecutivos del azúcar con quienes colaboraron ya no están vivos. Uno de los científicos financiados por la industria azucarera fue D. Mark Hegsted, quien llegó a ser jefe de nutrición del Departamento de Agricultura de Estados Unidos. En 1977 ayudó a redactar los primeros lineamientos dietéticos federales. Otro fue Dr. Fredrick J. Stare, presidente del departamento de nutrición en Harvard.