La administración del presidente saliente Joe Biden ha decidido desviar 95 millones de dólares en ayuda militar originalmente destinados a Egipto hacia Líbano, según un documento del Departamento de Estado. Esta medida responde a las preocupaciones sobre los derechos humanos en Egipto y busca fortalecer las Fuerzas Armadas Libanesas en su papel de mantener un alto el fuego con Israel y contrarrestar amenazas de Hezbollah. La reubicación de estos fondos refleja un enfoque estratégico para abordar problemas regionales críticos mientras se mantiene la estabilidad en el Levante. Se espera que los legisladores apoyen esta decisión, que subraya la intención de la administración de equilibrar intereses estratégicos con consideraciones de derechos humanos.
La administración del presidente saliente Joe Biden ha decidido desviar 95 millones de dólares en ayuda militar originalmente destinados a Egipto hacia Líbano, según un documento del Departamento de Estado. Esta medida refleja el esfuerzo del gobierno por abordar las preocupaciones sobre los derechos humanos en Egipto, al tiempo que se busca mantener la estabilidad regional.
Los fondos serán utilizados para fortalecer el papel de las Fuerzas Armadas Libanesas (LAF) en la aplicación de un alto el fuego con Israel y en la lucha contra amenazas provenientes de Hezbollah y otros actores no estatales. Se espera que los legisladores respalden esta reubicación, considerando la oportunidad de redirigir recursos hacia una necesidad estratégica más urgente.
La reubicación de estos 95 millones de dólares forma parte de un paquete mayor de 1.3 mil millones destinado a Egipto, donde una porción menor estaba vinculada al progreso del país en materia de derechos humanos, especialmente en lo que respecta a la liberación de prisioneros políticos. En septiembre pasado, la administración Biden levantó las condiciones sobre derechos humanos para otorgar a Egipto el total del paquete, lo que generó críticas por parte de algunos demócratas en el Congreso.
El anuncio del Departamento de Estado señala a las LAF como "un socio clave" para mantener el acuerdo de alto el fuego firmado el 27 de noviembre de 2024 entre Israel y Líbano. Este cuerpo militar también es visto como un contrapeso crítico a Hezbollah, grupo chiita respaldado por Irán que ha amenazado históricamente a Israel y ha jugado un papel significativo en el apoyo al presidente sirio Bashar al-Assad durante la guerra civil en Siria.
La reubicación tiene lugar en un contexto donde Líbano enfrenta desafíos significativos como el colapso económico y la inestabilidad política. La ayuda estadounidense está destinada a profesionalizar las LAF, mejorar la seguridad fronteriza y combatir el terrorismo, así como abordar los problemas derivados del cambio de poder en Siria.
Según un asistente del Congreso familiarizado con el proceso, es probable que los legisladores apoyen esta decisión, indicando que se trata de una forma de redirigir recursos que Egipto no merecía ni necesitaba realmente hacia una causa más pertinente.
Este movimiento subraya la complejidad del enfoque diplomático del gobierno Biden. Aunque Egipto sigue siendo un aliado crucial para mediar conflictos en Gaza y facilitar entregas humanitarias, su historial en derechos humanos ha convertido su recepción de ayuda militar en un tema controvertido.
La decisión de desviar fondos desde Egipto hacia Líbano resuena con precedentes históricos donde Estados Unidos ha utilizado la ayuda militar como herramienta para influir en dinámicas regionales, equilibrando intereses estratégicos con consideraciones sobre derechos humanos. Este tipo de ajustes reflejan cambios similares realizados por administraciones anteriores ante nuevas amenazas o para recompensar aliados por avances específicos.
A medida que se desarrolla esta situación, queda claro que la estabilidad en Líbano es crucial no solo para su propio bienestar, sino también para reducir riesgos potenciales de conflicto más amplio en la región.