Un periodista del Washington Post, Geoffrey Fowler, visitó un centro médico en California para experimentar el uso de inteligencia artificial (IA) en la práctica médica. El doctor Christopher Sharp de Stanford Health Care presentó DAX Copilot, una herramienta que registra y transcribe las interacciones entre médicos y pacientes. Durante la consulta, Fowler notó que el médico pudo mantener contacto visual al no tener que preocuparse por la documentación, lo que mejoró la interacción. Sin embargo, la IA mostró limitaciones, cometiendo errores en diagnósticos y recomendaciones. A pesar de su potencial para reducir cargas administrativas, el doctor Sharp expresó dudas sobre si estas herramientas pueden reemplazar el juicio humano en medicina. Para más detalles, visita el enlace.
En una reciente visita a un centro médico en California, Geoffrey Fowler, columnista del Washington Post, tuvo la oportunidad de observar cómo los médicos están incorporando la inteligencia artificial (IA) para revolucionar la práctica médica. El doctor Christopher Sharp, director de información médica de Stanford Health Care, fue el encargado de presentar esta innovadora tecnología durante el chequeo realizado a Fowler.
La herramienta utilizada se denomina DAX Copilot, desarrollada por la empresa Nuance. Esta aplicación tiene como función principal registrar las interacciones entre el médico y el paciente, transcribiendo y resumiendo posteriormente dicha información para los registros médicos. Además, emplea IA para generar respuestas iniciales a las consultas de los pacientes.
Según el doctor Sharp, el propósito de estas herramientas es reducir las cargas administrativas que contribuyen al agotamiento profesional de los médicos, mejorar la eficiencia y potencialmente disminuir los errores en la atención sanitaria.
Durante su examen médico, Fowler notó una mejora significativa en la interacción con el doctor Sharp. A diferencia de lo habitual en consultas médicas donde los profesionales deben dividir su atención entre los pacientes y las pantallas de sus computadoras, Sharp mantuvo contacto visual constante durante toda la sesión. Esto fue posible gracias al software de transcripción que se encargó de la documentación, permitiendo al médico enfocarse plenamente en su paciente.
No obstante, esta tecnología aún presenta limitaciones. Durante la demostración, un fallo técnico provocó que la IA no funcionara correctamente al inicio. Posteriormente, el resumen generado por la IA cometió un error al atribuir incorrectamente la causa de la tos de Fowler, lo que llevó al doctor Sharp a corregirlo. "Básicamente, lo redacta y yo haré mi propio trabajo para asegurarme de que sea preciso", subrayó Sharp.
El especialista también mostró cómo se utiliza la IA para comunicarse con los pacientes. Sin embargo, se evidenciaron limitaciones cuando una respuesta generada por IA a una consulta sobre una reacción alérgica a los tomates sugirió el uso de una crema con esteroides tópicos, recomendación que Sharp consideró inapropiada. "Estoy totalmente de acuerdo con evitar los tomates", afirmó mientras editaba el borrador. "Pero no recomendaría cremas tópicas como una hidrocortisona suave en los labios".
Esta mezcla de utilidad y errores pone de manifiesto los retos que enfrenta la integración de la IA en el ámbito sanitario. "Personalmente, todavía no tengo confianza en que estas herramientas puedan sustituir mi criterio", enfatizó Sharp. Sin embargo, reconoció el potencial que tienen para aliviar las cargas administrativas si se utilizan adecuadamente.
La experiencia vivida por Geoffrey Fowler resalta tanto las ventajas como las limitaciones del uso de inteligencia artificial en medicina, abriendo un debate sobre su futuro papel en este campo vital.