El próximo 5 de Abril se celebran las elecciones anticipadas en dos territorios fundamentales de nuestro país; Euskadi y Galicia.
En ellas se dilucida la continuidad en el poder de dos partidos, PP y PNV, que casi lo monopolizan durante los años de democracia.
El reto en esta ocasión es si los números darán para que cambie el sentido de la marcha y si una vez producido este hecho las izquierdas serán capaces, como ya lo han sido en el estado, de ponerse de acuerdo para gobernar.
En Euskadi el escrito publicado hace días por gentes que provienen del mundo de la izquierda estatal como Gemma Zabaleta, Dani Arranz y Javier Madrazo, los primeros del PSOE, el segundo de IU, ha abierto un interesante debate, especialmente después de la respuesta dada posteriormente por Arnaldo Otegi.
En ambos se señalan cuestiones de mucho calado, aunque tengan un ligero aroma a debate interesado y partidista, más aún al haberse hecho público justo en periodo electoral.
Pero esa circunstancia que puede resultar a corto plazo negativa, no debe evitar profundizar sobre los retos que exponen, no sólo de una manera tacticista sino con ambición estratégica.
Una parte del análisis recordaba a aquel que un numeroso grupo de cualificados militantes comunistas liderados por Enrique Curiel abrimos en 1990, en plena crisis de un PCE al que los errores de bulto de Santiago Carrillo, había llevado a su práctica desaparición.
En la formación de aquella experiencia denominada “Fundación Europa”, en los debates habidos en su asamblea fundacional realizada en el Ateneo de Madrid, subyacen muchos de los retos que la izquierda tiene en estos instantes señalados en los escritos comentados.
La pregunta que entonces nos hicimos era; ¿Podía ser el PSOE la “Casa común” de la izquierda? Nuestra respuesta afirmativa después de un corto proceso de debate interno y externo nos llevó a pedir la afiliación en el seno del mismo.
Conviene recordar que ese debate, liderado desde el PSOE por “Txiki” Benegas (casualmente un vasco), no sólo se abrió en nuestro seno, sino que provocó que también se hiciera en el receptor, o sea en el PSOE.
Fueron horas, días, semanas de intercambio de ideas, propuestas, análisis que trajeron como consecuencia una transformación del partido mayoritario de la izquierda, aunque lamentablemente durara demasiado poco.
Ese fue el error, quizás los sujetos activos de esta nueva experiencia deberían estudiarlo con detenimiento para evitar tropezar con la misma piedra.
Lo que en un primer instante fue recibir con los brazos abiertos a ese grupo forjado en las luchas anti franquistas, educados en la praxis del PCE de profundos debates, de análisis y reflexiones de calado, se acabó convirtiendo en una absorción pura y dura, diluyendo su fuerza ideológica dispersados por las diferentes agrupaciones y federaciones.
No sumó dos proyectos, no consensuó dos ideologías, simplemente se limitó a sumar un puñado de militantes.
¿Fue un engaño, o quizás una consecuencia lógica de que el pez grande siempre se come al chico?
Es probable que al inicio existiera buena fe en el PSOE, al menos en sus interlocutores, pero después hubo poca capacidad de síntesis, de integración y mucha de imposición ideológica.
Siempre fuimos considerados como los comunistas que se integraban rendidos con armas y bagajes.
Así se echó a perder esa experiencia que podría haber sido histórica y se evitó que esa “Casa común” se consolidara. Hoy 30 años después sigue habiendo dos izquierdas a nivel estatal, con Podemos cubriendo el hueco dejado por el PCE.
¿Podría ocurrir ahora lo mismo? Es probable si se vuelven a cometer los mismos errores.
Si Otegi y Bildu ven en este movimiento una oportunidad táctica para crecer a costa de debilitar a PSE y Podemos, no hay duda de que también fracasará.
Si por el contrario se creen que pueden aglutinar en su seno, desde el respeto y la síntesis no desde la imposición de su fuerza electoral, a toda la riqueza ideológica de la izquierda, si además afrontan de manera audaz y generosa abrirse a acuerdos con los que decidan continuar su camino por separado, puede acabar en éxito.
Le hago una propuesta a Arnaldo Otegi. ¿Por qué no sólo teorizar sobre si dentro de Bildu caben gentes de izquierdas que no son independentistas, que son como señala en su escrito, federalistas o confederalistas? ¿Por qué no abrir ese debate a si el futuro realmente pasa por un entendimiento entre Bildu, PSOE y Podemos? A nivel estatal, en Euskadi, Navarra, Cataluña con ERC y Galicia con BNG.
Consolidar de manera estratégica lo ocurrido en la moción de censura, en la formación del nuevo gobierno de coalición, techo de gasto, o Gobierno de Navarra.
Crear una alternativa imparable de las izquierdas centrales y periféricas que frene el peligro de unas derechas extremas que cada vez se entienden mejor.
¿Por qué no explorar nuevas soluciones para viejos problemas? En lugar de independencia caminar juntos hacia un Estado Federal Plurinacional que ya muchos socialistas defienden, una nación de naciones. Igualmente aquí una “casa común” en la que todos nos podamos sentir cómodos, buscando una solución imaginativa al ansiado derecha a decidir.
Otegi en su reflexión da un paso, abre un debate y al mismo tiempo puertas en plural, pero si se queda sólo ahí le pasará como en 1990 a Benegas y compañía, que se quedará a medio camino provocando una nueva frustración en las izquierdas.
Imaginación para buscar soluciones nuevas, audacia para ser capaz de dejar “pelos en la gatera”, generosidad para compartir desde la síntesis y la búsqueda de encuentro. Eso necesitan las izquierdas. Las de aquí y las de allí.
¿Puede ser Bildu la “Casa común de la izquierda”? No parece probable ni siquiera deseable, pero lo que si puede y debe es colaborar con el resto de las izquierdas (PSOE, Podemos, ERC, BNG), para construir un edificio común de convivencia y colaboración, que sirva de dique de contención a las derechas que vienen, que estas sí son capaces de hacerlo.
Si eso se cumpliera sería posible ahora en Galicia y Euskadi y posteriormente en Cataluña, gobiernos tripartitos de las izquierdas que desalojaran del poder a partidos, PP, PNV y Neoconvergentes que quizás lleven demasiados años en él.
Veremos…